Monday, July 28, 2008

Chavez y Zapatero han ganado. Agapito Maestre

Pocos son los gobernantes demócratas del mundo dispuestos a recibir al dictadorzuelo Chávez. La excepción serán los españoles, o ¿acaso no son demócratas? ¡Quién sabe! Zapatero y Juan Carlos I ha quedado retratados para la eternidad. Recibirán a un dictador para buscar un poco de legitimidad. He dicho, en efecto, búsqueda de legitimidad, o justificación racional y fáctica para seguir dando la espalda a las democracias más avanzadas del mundo.

La situación de España es terrible, sí, pero coherente con la política exterior surgida del 11-M, aunque algunos consideran que esa opción contra el mundo civilizado se manifestó el día que Zapatero no se levantó en un desfile militar ante el paso de la bandera de EEUU. ¿O es que acaso habíamos olvidado que la política internacional de los socialistas ha mirado antes a los postulados tercermundistas de los regímenes totalitarios que a las posiciones del Gobierno más democrático del mundo? A cambio, naturalmente, Chávez, el dictador que aspira a suceder a Castro en la política mundial, consigue también un poco de estima para seguir maltratando a su pueblo.

Esta perversa relación de Chávez con Zapatero y Juan Carlos I es un caso de manual de política exterior tercermundista tan elemental y obvia como la relación de España con el rey de Arabia Saudí. Analícense, pues, en las facultades de Ciencias Políticas esos vínculos perversos, pero que nadie pase por alto que la base de todas esas relaciones no son las personas ni la historia común. Tampoco la construcción de bases comerciales sólidas entre los dos países, ni mucho menos ayudar a que las empresas españolas instaladas en Venezuela hallen en el dictador un poco de comprensión para sus intereses, sino la búsqueda desesperada, insisto, de "legitimidad" de los gobernantes de España y Venezuela.

He ahí el núcleo de la tragedia. Es perfectamente comprensible que Chávez venga a España, porque la base de su régimen dictatorial está en la política exterior, y, por el contrario, sería absolutamente incomprensible que unos gobernantes demócratas tratasen al dictador como igual, a no ser que éstos tuvieran veleidades totalitarias, o peor, que las intenciones tercermundistas de Zapatero ya fueran una realidad de la política exterior española. Éste creo que es el asunto central. ¿Quién se atrevería a negar un componente "tercermundista" en la política exterior española? ¿Quién no sería capaz de citar de carrerilla, después de la propuesta de "alianza de civilizaciones", cien actuaciones populistas y tercermundistas de Zapatero? Nadie, naturalmente con criterio, puede ocultar que, desde la salida cobarde, a traición y rastrera de las tropas españolas de Irak, la política exterior de Zapatero es propaganda más cercana al castrismo que a las políticas exteriores de los gobiernos más democráticos del mundo.

Por lo tanto, quien se extrañe de que Zapatero reciba a Chávez es que no se ha enterado de lo sucedido en España en los últimos cuatros años. Tampoco comprenderá que el candidato a la presidencia de EEUU, Barak Obama, visite varios países europeos, pero haya excluido de su agenda España. He ahí un demócrata que no está dispuesto a perder su legitimidad con gobernantes que buscan la suya con dictadorzuelos caribeños. No es, pues, un problema para el Gobierno de España recibir a Chávez. Por el contrario, el drama de Zapatero sería no recibirlo. El presidente del Gobierno es el primer interesado en restablecer la relación con el dictador, pues toda su política exterior, que estaba mirando a los "desaliñados" gobernantes totalitarios, antes llamados del Tercer Mundo o similar, se hunde si el "icono" más relevante, junto al moribundo Castro, del anti-occidentalismo, le sigue dando la espalda y negándole la palabra desde el altercado de Chile. Ese fracaso no lo soportaba Zapatero.
Al fin, el residente de La Moncloa ha conseguido que el dictador venezolano nos visite. El viernes, cuando salude al sucesor de Bolívar, el conspirador y masón que destrozó América, Zapatero respirará con tranquilidad y pensará: "España está donde yo quiero. Está en el exacto lugar que me catapultó al poder. Está con los enemigos de Occidente." Será menester releer Del buen salvaje al buen revolucionario, la obra del más grande ensayista que ha dado Venezuela en el siglo XX, Carlos Rangel, para saber qué podemos esperar los españoles cuando un gobernante le da la espalda al Occidente cristiano e ilustrado: "sangre, sudor y lágrimas". Populismo. Miseria.

Hablemos de Irak. Larry Elder

Pregunta: Antes de su visita a Irak, usted dijo que tenía la intención de proporcionar al Ejército una nueva misión, retirar todas las tropas de combate en cuestión de 16 meses. ¿Por qué molestarse en viajar a Irak y consultar con los mandos sobre el terreno si ya ha tomado una decisión al respecto?

P: En 2004, usted manifestó que sería imprudente anunciar un calendario de retirada de Irak. Sin embargo, en 2008 anunció un plazo de 16 meses. Hace solamente unos días, el principal estratega de su campaña afirmaba que usted no estaba "atado" a ese calendario. Al día siguiente usted reiteró los 16 meses, pero añadiendo que era importante no "deshacer" nuestros avances. ¿No es esto confuso?

P: A propósito de Irán, usted criticó a Bush por dejar abiertas todas las opciones, incluso la "militar". Y durante la campaña de las primarias criticó a la senadora Clinton por votar a favor de declarar organización terrorista a la Guardia Revolucionaria. Pero más tarde afirmó que, en lo que respecta a Irán, todas las opciones militares están sobre la mesa, y además dijo que consideraba a la Guardia Revolucionaria una organización terrorista. ¿Cambian los hechos o las políticas?

P: Usted anunció el apoyo a una solución de dos estados entre los israelíes y los palestinos, con Jerusalén como capital indivisible de Israel. Al día siguiente usted cambiaba de rumbo, dejando la disposición de Jerusalén como asunto a negociarse entre las dos partes. ¿Puede dar detalles?

P: Usted dijo que se reuniría sin condiciones previas con líderes como Mahmoud Ahmadinejad de Irán o Kim Jong Il de Corea del Norte. Más tarde accedía a celebrar tales conversaciones exclusivamente bajo condiciones preacordadas. Después afirmó que tales conversaciones solamente tendrían lugar siempre y cuando usted quisiera celebrarlas. De nuevo, aclare este punto, por favor.

P: Usted citó la reunión de Kennedy en 1961 con Khrushchev, celebrada sin precondiciones. Pero el Secretario de Estado de Kennedy, Dean Rusk, advirtió en contra de la reunión, y más tarde Kennedy declaró que las conversaciones habían sido un desastre. Muchos historiadores afirman que Khrushchev dejó a Kennedy como un novato, lo que alentó al líder soviético a construir el Muro de Berlín y a desplegar misiles en Cuba. ¿La parece inteligente utilizar como referencia las conversaciones Kennedy-Khrushchev?

P: Recientemente, los canadienses accedieron a aceptar 550 toneladas de uranio refinado sin procesar procedentes de Irak. Associated Press las denominaba porción restante del "programa nuclear" de Saddam Hussein. David Kay, el experto en armamento, no encontró arsenales de armas de destrucción masiva, pero sostuvo que Saddam Hussein tenía la intención y la capacidad de reanudar su programa de armamento químico y biológico tras el levantamiento de las sanciones. ¿Estaba por tanto el Presidente Bush en lo cierto al afirmar que Sadam planteaba "una amenaza grave e inminente"?

P: Antes de llegar al Senado, usted dijo que se oponía a esta guerra. Pero más tarde dijo comprender cómo y por qué sus colegas votaron a favor de ella, pues eran "conscientes" de información de seguridad nacional de la que usted no disponía. También declaró que la votación habría sido "difícil." Sus contrincantes en la candidatura Dodd, Biden, Edwards y Clinton –todos miembros del Senado en aquel momento– votaron a favor de la guerra. ¿Cómo puede usted estar tan seguro de que, caso de haber estado en el Senado, habría votado en contra de la guerra?

P: Algunos argumentan que si Estados Unidos no ataca Irán antes de que se haga con una bomba nuclear, Israel lo hará. ¿Piensa que esto es cierto? Si es así, ¿qué hará Estados Unidos, teniendo especialmente en cuenta que de todas formas muchos van a echarnos la culpa?

P: Al declarar su intención de poner fin a la guerra de Irak, usted dijo que cuesta 10 mil millones de dólares al mes. Pero al igual que John McCain, usted pretende dejar destacada "una fuerza residual." ¿Puede darnos el tamaño de esa fuerza y proporcionarnos una estimación de los costes?

P: Desde el incremento gradual de efectivos, 15 de los 18 objetivos se han cumplido. Los sunitas, que boicoteaban el Parlamento han vuelto a él. Las encuestas muestran que los iraquíes son más optimistas respecto al futuro de su país que los americanos con el nuestro. Los ingresos procedentes del petróleo se están siendo repartidos entre las provincias y la producción petrolera de Irak se encuentra en máximos de posguerra. Si no fuera por el incremento, ¿no estarían las cosas en Irak sustancialmente peor?

P: Usted se opuso a la guerra de Irak y al incremento. Si se hubiera salido con la suya, ¿no estarían ahora en el exilio, encarcelados o muertos al-Maliki y los demás miembros del Gobierno iraquí con los que usted se ha reunido?

P: El reportero del New York Times John Burns estima que bajo Saddam Hussein, podrían haber muerto hasta un millón de iraquíes por la guerra y el terror. ¿Es el mundo un lugar mejor sin Saddam Hussein?

P: No hemos sido atacados en suelo americano en los siete años desde el 11 de Septiembre. En los cinco últimos años, ninguna instalación norteamericana en el mundo entero ha sufrido un atentado terrorista. ¿Merece algún crédito el Presidente Bush por esto?
P: Las estimaciones del coste monetario del 11 de Septiembre oscilan entre 600.000 millones y un billón de dólares. ¿No es posible, solamente posible, que las acciones de Bus, incluyendo el refuerzo del Departamento de Interior, la Ley Patriota, el refuerzo de la vigilancia y en especial la guerra en Irak, hayan evitado otro 11 de Septiembre?

Wednesday, July 23, 2008

Without you I am nothing. Placebo Lyrics.

"Without You I'm Nothing"

Strange infatuation seems to grace the evening tide.
I'll take it by your side.
Such imagination seems to help the feeling slide.
I'll take it by your side.
Instant correlation sucks and breeds a pack of lies.
I'll take it by your side.
Oversaturation curls the skin and tans the hide.
I'll take it by your side.

tick - tock [x3]
tick - tick - tick - tick - tick - tock

I'm unclean, a libertine
And every time you vent your spleen,
I seem to lose the power of speech,
Your slipping slowly from my reach.
You grow me like an evergreen,
You never see the lonely me at all

I...
Take the plan, spin it sideways.
I...
Fall.
Without you, I'm Nothing.
Without you, I'm nothing.
Without you, I'm nothing.
Take the plan, spin it sideways.
Without you, I'm nothing at all.

Monday, July 21, 2008

Hacia la dictadura. Cesar Vidal.

Este fin de semana, tal y como estaba previsto, se celebró el 37 congreso del PSOE. En contra de lo indicado por algunos analistas, ZP y sus seguidores no optaron por la moderación siquiera para poderse enfrentar con la crisis económica, sino por apretar el acelerador hacia unas metas que significan el desbordamiento de la constitución.

En su discurso de despedida, ZP defendió la ampliación del aborto, la legalización de la eutanasia – con un mensaje implícito de apoyo al doctor Montes - y lo que denominó "el carácter laico del Estado". Pero, sobre todo, indicó a lo que se refería al hablar de “cambio”. Textualmente, afirmó que "el cambio que invocamos va mucho más allá de una mera alternancia en el Gobierno" ya que “es la transformación de la sociedad para que los valores humanos prevalezcan sobre el dinero o el poder". En otras palabras, siguiendo la línea de Pablo Iglesias y de Largo Caballero, ZP sueña con que llegue un momento en que la alternancia en el poder se acabe y la sociedad quede modelada de manera definitiva de acuerdo con su especial cosmovisión. En qué consiste esa cosmovisión y cómo pretende imponerla el PSOE quedó de manifiesto en la ponencia marco aprobada en el Congreso federal donde se recogen como metas la progresiva desaparición de liturgias y símbolos religiosos en los espacios públicos y en los actos oficiales de Estado; la revisión de la legislación sobre el aborto; la legalización de la eutanasia; el apoyo al modelo lingüístico de Cataluña; la defensa de la asignatura de EpC negando el derecho a la objeción de conciencia y la concesión del voto de los inmigrantes. Por supuesto, no se dice ni palabra de la crisis económica porque, según ZP, no existe. En otras palabras, como ha sido norma en la mayor parte de la Historia del PSOE, ZP camina hacia la dictadura de izquierdas. Quizá la única diferencia sea que en lugar de apoyarse en los presupuestos del marxismo clásico, su carga ideológica es una suma de la cultura de la muerte y de la ideología de género propugnada por el lobby gay y el feminismo. Para poder implantar esa dictadura, ZP necesita que se den tres condiciones: engañar a la población; cambiar la base electoral y neutralizar la oposición de los creyentes que son los únicos que aún levantan la voz frente a sus atropellos. Lo primero lo intentará lograr mediante el control de los medios y la Educación para la ciudadanía; lo segundo, aceptando las exigencias más extremas del nacionalismo y otorgando el voto a unos inmigrantes a los que, siguiendo el ejemplo de Hugo Chávez en Venezuela, piensa convertir en ejército de reserva de las urnas y lo tercero, mediante la articulación de leyes que expulsen a los creyentes de la vida pública y los sitúen bajo la espada de Damocles de la intolerancia. En el momento en que consiga apoderarse del Tribunal Constitucional y del CGPJ, el plan será imparable y el resultado será una dictadura en la que la miseria, la estupidez y la muerte se presentarán como progreso y en el que la voluntad nacional se verá suplantada por la de aquellos que odian a España o ni siquiera son españoles. Un panorama como para que el PP y los que aman la libertad se duerman en los laureles.

Saturday, July 19, 2008

El regimen del 11-M y los escombros de la nacion espanhola. Federico Jimenez Losantos.

Se acabó: ni justicia, ni decencia, ni ética, ni política, ni moral, ni patriotismo, ni aseo institucional, ni el más mínimo decoro intelectual. Tras la última sentencia pilatesca del Tribunal Supremo y el respaldo incondicional, granítico a la inmensa mentira policial, judicial, política y periodística del 11-M, el PP de Rajoy, que es el de Gallardón y el de la Izquierda, ha aceptado el régimen salido de la masacre del 11-M. Murió más gente esa mañana de 2004 que en las jornadas del 2 de Mayo a manos y fusiles de los franceses. Como hace doscientos años, la inmensa mayoría de los españoles ha preferido mirar hacia otro lado mientras asesinaban a los suyos en pleno centro de Madrid. La gran diferencia es que entonces los ciento cuarenta asesinados por Murat fueron a la muerte voluntariamente, por defender lo que creían más valioso que la vida. Esta vez, los casi doscientos asesinados, amén de los mil quinientos heridos y mutilados, lo han sido a ciegas, sin saber lo último que les pasaba, ni cómo ni por qué. La Inquisición entonces, la dictadura de lo políticamente correcto hoy, ha condenado severamente a los que se han empeñado en resistirse a la tiranía. Militares y civiles, clérigos y seglares se han mostrado de acuerdo con la condena dictada por los inquisidores. Y la mayor parte de los presuntos ciudadanos ha preferido mirar a cualquier sitio salvo a los muertos, que son la imagen terrible, humeante, sangrienta de la masacrada nación española. Ya puede decirse que el 17 de Julio de 2008 ha nacido un nuevo régimen, fundado sobre la sangre y la mentira, en el que sólo la sangre ha sido cierta y en el que sólo la mentira es verdad.

Por pasmosa coincidencia pedagógica, la imagen de este cambio de régimen la resumía ese mismo día el Rey, símbolo de los supervivientes, paseando con Adolfo Suárez, símbolo de los sobrevividos. El mismo Rey que lo echó del Poder fue a ver al presidente del Gobierno que, con la asistencia de casi todas las instituciones nacionales, fundó el régimen constitucional de 1978. Pero lo visitó a sabiendas de que, víctima del Alzheimer, no conoce a nadie. Suárez pasa así a la historia por segunda vez, pero ahora como símbolo de una España sin memoria, entendimiento ni voluntad. Es un cuerpo de aspecto saludable, como todo lo que vegeta en esta primavera tardía o verano clemente, un ayer definitivamente borrado y un mañana que depende en todo de los demás, de los que comprobarán a diario que sigue vivo sin saber quién es, quién ha sido, quién podría ser. He ahí España, llevada del brazo, del hombro, viéndolo todo pero sin enterarse de nada. He ahí el cuerpo vivo pero intelectual y moralmente muerto de la nación española.

Thursday, July 10, 2008

La quintaesencia de la nada.

Son brumas caprichosas vestidas de guirnaldas hueras por despotas y baldias por temerarias. Siquiera el calor del rocio pudiese derrotar el embrujo del vacio.
Es una batalla... una extraordinaria contienda... El caballero en eterna composicion, atento y preparado... Con el semblante en trance... Es el genocidio de las almas... el proselitismo por las sombras... es la miseria hecha fuerza... es la Nada vestida de las mejores galas...
Son hechizos de debiles brujas... son los oropeles de debiles enanos... decorados de indiferencia, de irreverencia, de sapiencia...
Es la quintaesencia de la Nada, el arribo a desfiladeros de vacios insondables con espinas portando mascaras de pantomima...
Es posible la Nada en una noche estrellada? Lo es tras recibir el beso del atardecer? O quizas cuando las lagrimas acarician la dulce bruma de una manhana en un otonho banhado de despertares?
El mendigo, con su armadura dorada permanece ahi... tan bello... con la mirada perdida... tan cerca de quienes realmente son... tan lejos de quienes ni en mil eternidades llegarian a ser siquiera baldias anecdotas...
Bendito mendigo... caballero en silencio... librando maravillosas batallas... ahi... aqui... mueve su cabeza... lenta pero majestuosamente... y presenta la negacion por respuesta... No, no es posible... Bien el lo sabe... Bien...

Habra mas batallas, mas despiadados ataques intentando quemar los castillos del
Espiritu... mas latrocinios e intentos de subyugar a quienes bailan al son de la creencia, en companhia de la fe... para quienes no hay frio porque tienen el abrigo de la Fe, para quienes no existe sino el alimento para el Alma... aquellos que entre las sombras caminan en aparence soledad... con una sonrisa que confirma la victoria de la Luz sobre la Oscuridad... la perpetua Felicidad en paciente accion por una totalidad que llena tanto... tanto... tanto...

Solo hay un final, un solo desenlace... bien ellos lo saben... porque la quintaesencia de la Nada, es precisamente, amigos, eso... Nada...

Wednesday, July 2, 2008

Zapatero el Tercermundista. Agapito Maestre

Excepto la aceptación de la directiva europea sobre el retorno de los inmigrantes, las declaraciones de Zapatero a El País constituyen un conjunto de embustes, medidas verdades y descalificaciones de sus adversarios que no resiste una mínima objeción. Nada de lo que dice es discutible, entre otros motivos, porque o es mentira o es una práctica política para halagar los bajos instintos, o peor, los "sentimientos" de quienes pudieran votarle. La cuestión del referéndum de Ibarretxe lo despacha miserablemente con un mero recurso ante el Tribunal Constitucional. La crisis económica es negada con la facundia de un analfabeto en cuestiones económicas. Y sobre los asuntos sociales, especialmente la cuestión social y el desempleo, vuelve a reafirmarse en sus propias mentiras y mantiene que creará dos millones de empleos.

Ninguna de esos embauques me han sorprendido. Hace meses mencioné aquí los dos principales que utilizaría, cuando ya no tuviera más remedio que reconocer los problemas, a saber, mantendría que la culpa de la crisis es sólo y exclusivamente externa por un lado, y, por otro, insistiría en que la Guerra de Irak es la culpable de la subida del precio del petróleo. Todo esto estaba en el guión; más aún, creo que seguirá diciendo otras tantas mentiras de ese jaez y peores. Sin embargo, tengo que reconocer que me dejan estupefactos los "argumentos" o retóricas de fondo que este hombre utiliza, cuando reconoce que existen problemas económicos. No recurre a tesis socialistas ni socialdemócratas para diagnosticar, y quizá ofrecer algunas medidas de carácter económico, para resolver la crisis, sino que directamente habla de soluciones propias de iluminados y redentoristas políticos de los años cincuenta y sesenta.

Esta opción por el socialismo negro y tercermundista es un asunto gravísimo. Un paso atrás en el desarrollo de las libertades democráticas. Podría impedir la resolución de la crisis a medio plazo y, por lo tanto, haría depender nuestro desarrollo democrático de una crisis endémica. Algo propio de esos "países" siempre en vías de desarrollo económico, porque hacen depender su despegue de soluciones políticas y grandes planificaciones estatales. Es como si Zapatero quisiera despedirse con un portazo de las tesis del socialismo democrático más proclive a defender lo que de racional tiene el mercado capitalista. Asusta, sí, el "tercermundismo" por el que está apostando este personaje.

En los últimos días, cuando ha hablado en mítines y para grandes masas, no ha dejado de recurrir a la retórica de los Castro y Hugo Chávez, descendientes directos del tercermundismo de los no alineados de los cincuenta y sesenta, para culpar de la "crisis" económica al capitalismo inmoral; ayer mismo, en un acto del PSOE en Navarra, volvió a acusar al capitalismo, especialmente en su versión neoconservadora, de la crisis económica. Zapatero repite sin cesar las dos grandes falacias del tercermundismo. Primero, cree, o peor, simula que todos los problemas económicos podrían resolverse utilizando únicamente medios "políticos", en su caso, naturalmente, tomar medidas de carácter populista, por ejemplo, negar la crisis, culpar de ella a otros, decir que esto pasará pronto, etcétera. Y, en segundo lugar, pedir a todos que confíen en él, sí, sólo el gran líder, el "redentor" de los pobres y marginados, Zapatero en persona, resolverá todos los males... El mitin de Navarra resultó bochornoso. Sus palabras fueron precisas, en efecto, a pesar de todas las dificultades económicas, el gran redentor ayudaría a los más pobres, a los desheredados de la tierra, aunque tuviera que enfrentarse a los peores dragones del capitalismo inmoral. Terrible.

Esto de Zapatero no es socialismo suave ni socialdemocracia "liberal". Esto es un atraco moral propio de los "desaliñados" del Tercer Mundo. Y, sin embargo, hay gentes sin escrúpulos morales que se preguntan: "¿Qué hace un partido digno como el PSOE ante un retroceso generalizado como el que vive Europa?" La respuesta es obvia, señor Goytisolo. Hace lo que usted lleva haciendo toda su vida: "Tercermundismo". Populismo. O sea demagogia.
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Tuesday, June 24, 2008

CORDRAZINE RETURN. From May 2007.

Led by the unique vocals of band founder Hamish Cowan, Cordrazine's one and only album, From Here to Wherever, debuted in the Top 10 of the ARIA chart in 1997. This was on the back of the breakthrough success of lead single Crazy, which hit the top 10 in that year's JJJ Hottest 100 chart, and featured prominently in the hit television series Heartbreak High.

The band were hotly tipped, winning over both fans and critics with their lush, orchestral rock arrangements and Cowan's Jeff Buckley-esque vocal acrobatics.

But Cowan broke up the band in 1998, with stories suggesting that he simply refused the spotlight, taking up a job at a muffin outlet in central Melbourne and denying the nation his mellifluous tones.

Now, with a new album set to be recorded over the winter and Cowan's muffin dreams fulfilled, Cordrazine play their comeback show on Saturday, 26 May at Melbourne's Northcote Social Club. Tickets are on sale now from the Northcote Social Club Box Office.
Daniel Zugna, May 2007

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ VIII. Del Amor. De la Paciencia.

DEL AMOR.
El amor... ¿qué podemos decir que no se haya dicho ya? Nos encontramos ante un tema que ha inspirado a sabios y eruditos, a locos y cuerdos, a mayores y chicos, a hombres y mujeres. ¿Acaso se puede dar una definición de amor? ¿Es posible identificar el amor? ¿El amor es único o existen distintos tipos?
Creo por mi parte que el concepto amor es unívoco, único, genuino. Que somos los hombres quienes moldeamos esas cuatro letras a nuestro antojo para sentirnos dichosos presumiendo estar en posesión del amor verdadero. Sin embargo, en mi modesta opinión, no caben distinciones. No es posible distinguir entre amor verdadero y amor no verdadero. El amor es uno, y lo demás es otra cosa, otro sentimiento, pero no amor.
El Amor estoy convencido, es la clave para que nuestra existencia llegue a la máxima plenitud. Se trata de amar al prójimo, amarle como a nosotros mismos, estando dispuestos a sacrificarnos por él si fuese necesario. Soy consciente de que es una empresa reservada a unos pocos elegidos pero deberíamos al menos, intentar alcanzar esta extraordinaria meta. El amor es desinterés, es dar sin esperar jamás recibir a cambio- lo otro es puro y duro mercantilismo-, amar es no entender de prejuicios, pensar siempre bien... amar es en fin, caminar con una sonrisa eterna en los labios porque hemos logrado una perfecta armonía con el Universo, con el Todo creado por Dios.
Y lo mejor de todo, lo más maravilloso de la existencia, es que no es una quimera. Es posible ofrecer Amor como lo es recibirlo. Ofrecerlo, depende de nosotros. Recibirlo, evidentemente no. Pero ahí está precisamente lo majestuoso de esta bendita vida: las verdaderas joyas no es posible aprehenderlas, tomarlas. Nos han de ser ofrecidas, sin ninguna condición. He aquí un claro caso de confusión: es muy habitual encontrar a personas que aman, que están convencidas de estar enamoradas. Y como ofrecen tanto, exigen lo mismo. Eso, no es amor. Es simplemente, egoísmo, puro egoísmo. Quien ama, no espera ser correspondido. Simplemente Ama. Simplemente espera. Sin pedir nada a cambio. Sin exigencias ni contratos. Sin normas ni tratados. El que realmente siente Amor, no busca, espera a ser hallado y cuando los hados se ponen de acuerdo, surge la Magia. Y entonces, dos almas gemelas, separadas en el principio de los tiempos por caminos remotos, confluyen. Se unen y sin siquiera tenerse que decir algo, sus corazones, sus espíritus, convergen de tal modo que lo que el Universo quiso unir, de ningún modo los hombres podrán separar.
Evidentemente, para recibir debes ofrecer. Pero si como antes he dicho, condicionamos nuestro espíritu hacia el ofrecimiento de amar al prójimo, nos sentiremos realizados. Caminaremos con una luz inextinguible en nuestro mirar, capaz de iluminar las más tenebrosas brumas, sin hacernos preguntas, sin ansiedad, sin desesperación. Si perseveramos en este modo de conducirnos por la existencia, llegará un momento en que amar, será algo natural en nosotros, automático. Teniendo en cuenta esta máxima, se comprende lo absurdo de la búsqueda en el Amor. No podemos encontrar. Somos hallados. Solo que deberemos estar atentos, porque quizá, la Magia haya aparecido y no nos hayamos dado cuenta, ofuscados en el ofrecer. Como casi siempre, busquemos el justo medio. Ofrezcamos lo mejor de nuestros espíritus pero estando atentos porque en cualquier momento, puede caer una estrella... esa estrella que nos hará Amar con entusiasmo, con emoción. En ese precioso instante, Amor será pasión, obsesión, no poder vivir sin él/ella. Amor será lo que siempre ha sido: un arrebato, cantar y bailar hasta la Eternidad, felicidad hasta delirar, perderse en las vastas regiones de la locura.
Lo demás, desde mi punto de vista, no es Amor. Lo otro es cariño, compasión, simpatía, o algún otro sentimiento. En cualquier caso, una pérdida de tiempo porque mientras estamos con quien no es posible el Amor, dejamos de estar con quien posiblemente siempre debimos permanecer. En última instancia, depende de cada uno de vosotros. Mentir a los demás es fácil pero, ¿y a vosotros mismos?

DE LA PACIENCIA.
Prisas, premura, inmediatez... ahora o nunca, ya o ahora... el tiempo se acaba, la oportunidad pasa, el tren llega y has de cogerlo. El horizonte se tiñe de sangre... los cielos amenazan estallar en un millón de pedazos. ¡Ya!, ¡adelante!, ¡no perdamos el Tiempo!
Mientras, un rictus de voracidad anega nuestros rostros. Algo en nuestro interior nos empuja hacia adelante... sin pensar... sin meditar... sin querer escuchar ese suave susurro que desde siempre acaricia nuestros sentidos... ese susurro que baña nuestra alma, dejándole fragancias eternas... fragancias que, de ser apreciadas, nos convertirían en brisa, en estrellas, en polen, en savia... en exquisito rocío para albergar en nosotros dádivas divinas, ofrendas exquisitas...
Pero no queremos ver, ni contemplar, ni escuchar ni, mucho menos, meditar. ¡Hemos de seguir la rueda!, ¡Hemos de permanecer en el sistema!, ¡Hemos de seguir la corriente! Todos y nosotros. Nosotros en el todos, pues en este reino, están todos los que son... y nosotros somos... y nos debemos al Todos: ¡hagamos cualquier cosa por ser parte del Todos! De lo contrario, quedaremos arrumbados... en un silencioso rincón... rodeados de tinieblas, de olvido, en el que una inscripción ubicua, nos recordará quiénes somos: perdedores.
Si somos disciplinados y fieles, después de muchos esfuerzos, tras muchas luchas... habremos alcanzado los cánones, seremos parte de lo importante. Y quizá, si nos hemos aplicado... si hemos actuado con la suficiente prontitud, una amalgama de cumplidos, de parafernalias adornará nuestra existencia. En ese momento, todo lo que hemos esperado, todas nuestras fuerzas utilizadas, habrán servido para algo. El Ya, la más exigente de las inmediateces, el carácter más perentorio que alguien pueda siquiera imaginar, nos habrán llevado a ser homenajeados. ¡Sí!, después de tanto penar, de tantas noches insomnes, de tanta preocupación, recibiremos una tarjeta de invitación a nuestro particular y genuino homenaje. Entonces, sensaciones inefables inundarán nuestro ser. Lo más parecido a eso que los hombres llaman Felicidad, será sentido en lo más profundo de nuestros corazones.
Y, presagiando que por fin vamos a conseguir aquello para lo que tantas energías hemos gastado, nos vestiremos con nuestras mejores galas. Nos acicalaremos como jamás lo hemos hecho. Es la ocasión de las ocasiones. Es el momento para el que hemos nacido: el reconocimiento a nuestra labor en el mundo.
Un teatro, el Teatro Yóbates, es el lugar. Una hora, la medianoche, es el Tiempo. Nosotros, preparados. Todo dispuesto. Un carruaje -¡qué menos para la ocasión-, nos llevará en tiempo y hora señalados. Todo perfecto. El trayecto corto... saboreando antes de recibidos, nuestros inmediatos agasajos. Detenemos el tílburi. El acontecimiento supera todo lo esperado: cientos de personas nos reverencian, nos dedican miradas de respeto. Un gran silencio como símbolo de nuestro reconocimiento, tan merecidamente ganado tras tanta lucha, tras tanto esfuerzo.
El teatro es sencillamente, majestuoso. Adornadas sus paredes y techos con formidables sedas que sirven de alfombras a suntuosas lámparas y cuadros exquisitos. Somos llevados en volandas al escenario y nos dejan sin decir una palabra frente a un atril. Es el momento. Unas cuantas palabras para decorar esta jornada imperecedera en el recuerdo de los hombres como una nueva llegada al Todos.
Miramos a quienes nos observan. ¡Qué justa es la vida! ¡Al fin, todo es reconocido! Nos disponemos a decir unas palabras. Las luces se apagan. Nuestro auditorio queda sumido en la oscuridad. Es el momento: iniciamos nuestro discurso: "Much... ". El silencio se quiebra. Una risa, sardónica, eufórica, irreverente, estalla. Con ella, más, unas cuantas más... y más... todo el mundo ríe, el desternillamiento es general y atroz. Y ahora nos señalan... ¡con el dedo! ¿Qué está sucediendo? ¿Qué broma macabra es ésta?
¡Ay! ¡Pobre iluso! Apostaste por la senda equivocada. Luchaste por sombras, por fantasmas, por brumas mezquinas y grotescas. Creíste cultivar tesoros y tan solo has obtenido oropeles. Creíste que el Todos y el ahora eran el Santuario. Humillado y vejado, abandonas el Teatro perseguido por músicas de tragedia. Tambores con sabor a crueldad vaticinan futuros severos.
En algún lugar del Paraíso, los dioses vuelven a llorar. En la Tierra, sus lágrimas son lluvias copiosas con sabor a derrota y compasión por una nueva alma que no supo esperar, que no cultivó la inquietud, que se dejó llevar por el reino del Tiempo. ¡Pobres dioses que por la pusilanimidad de los hombres tanto sufrís!
Reinos del ya, súbditos condenados. Tierras de Paciencia, cultivos de Sabiduría.

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ VII. De la Renuncia. Del Exilio. De la Fe.

DE LA RENUNCIA.
Vastos tesoros... paraísos extraordinarios... ingentes maravillas fomentando apetitos descomunales... creaciones sublimes de un esplendor inefable... todo un Universo de magnificencia a nuestro lado... perenne, eterno, ubicuo...
Reinos de esplendor... cuna de abyección.
Rictus de voracidad... anhelos devoradores. No importa quién... da igual el precio... Este fin justifica cualquier medio...
Alguien nos situó... alguien nos permitió su contemplación. La pregunta es: ¿para qué?... ¿para convertirnos en hienas?, ¿para abandonar todo valor, todo principio, todo candor? Así al menos, se está escribiendo la historia. Por desgracia, desde hace ya tiempos inmemoriales, los acordes de la música saben a egoísmo, a hipocresía, a ruindad, a la obstinada y pertinaz construcción de una templo llamado egoísmo. Templo saturado por un incesante peregrinaje cuyo único fin es el de rendirle eterna pleitesía.
Inmensamente afortunado por ser aún inmune al rocío de la voracidad y de la rapacidad, en una gris pero alegre tarde de primavera, oso preguntar a los cielos y a los infiernos, la razón de esta locura de existencia, el por qué de tanto mirar sin ver, la explicación de unas vidas ciegas, adocenadas por delirios que no son sino espejismos... espejismos adorados hasta quedar exhaustos en la esperanza de aglutinar, acumular, arremolinar especias de aromas afrodisíacos y contenidos inicuos...
Y yo, en mi pequeñez, en la consciencia de mi infinita liviandad, os grito y gritaré mil y una veces: ¡Despertad! ¡Salid de vuestro encantamiento! ¡Aún estáis a tiempo! Y conforme mis gritos se extienden hasta más allá de cuantos universos hayan podido un día ser creados, me es devuelto un eco... un eco preñado de la respuesta demandada. Y el sonido de este eco, compuesto del suspiro de dioses y demonios, de cielos y avernos, trae una sola palabra... una única pero bellísima palabra, venida en tonos dorados y perpetuos: RENUNCIA.
Y sabiendo pues el secreto de la existencia, recién entregado a mí, entre miles de lágrimas que purifican mi alma, comprendo lo afortunado que soy al haber sido uno de los elegidos para propalar la llave del fin de la atrocidad, esa llave que conseguirá abrir los corazones para que las aguas de la bondad y del amor sincero los inunden hasta purificarlos, hasta volver al principio... a ese principio puro e incontaminado en el que un día - tal vez como el de hoy-, nos dejaron para que construyésemos una existencia por desgracia, bastante diferente a la que estamos consagrados.
Una frase, recordada precisamente ahora, viene a abrazarme: "Al que mucho se le da, mucho se le reclamará; y al que mucho se le confía, más se le pedirá".
La tarde declina, el ocaso está a punto de estallar en el mayor de los esplendores y mi espíritu alberga una sensación de sabor maravilloso, un sabor llamado Esperanza.

DEL EXILIO.
Más allá de las palabras... más allá de valles y praderas... más allá de los sueños, más allá de lo conocido pero muy cerca de lo posible, se encuentra un paraíso llamado Exilio. Un paraíso al que pocos osan aventurarse. Un paraíso decorado de leyendas y míticas historias, todas ellas con desenlaces fatales.
Una maldición tocó la palabra e hizo que con tan solo pronunciarla, los demonios de la pusilanimidad subyugasen todo sueño. Así las cosas, los hombres se acostumbraron a la cotidaneidad del hastío y una borrasca de aburrimiento y de frustración cubrió todos los cielos. ¡Pobrecillos! Ahí están, adocenados... ajados por existencias unívocas, con sonrisas fingidas, con bonitas palabras todas ellas huecas y carentes de sinceridad... ¡Miradlos!, atenazados por el temor a arriesgar sus oropeles, caminando directos al despeñadero de la fatuidad.
Raigambres entre el limo... La podredumbre lo invade todo... lentamente, sin piedad. La sangre está carcomida porque se dejó que los gusanos se reprodujesen. Y el sol está a punto de esconderse. El rosícler nos muestra el caprichoso azul de unas nubes que nos anuncian la última oportunidad para rectificar. El cielo se compadeció y nos permite enderezar nuestras naves.
Sin embargo, jamás queremos comprender que no hace falta ir en pos de los tesoros, porque éstos están aquí, a nuestra vera. En realidad, siempre nos acompañaron y nosotros, infinitos ignorantes, buscando en universos ajenos lo que en la palma de nuestra mano desde siempre ha estado.
¡Exilio sanador! ¡Exilio purificador! En ti, todo tiene un significado puro. En ti, no existe la falsedad. El manto del equívoco quedó olvidado. Por fin, todo es lo que parece. Los sentidos y la esencia, caminando de la mano. Nada de artificios, nada de engañifas. Nada de parafernalias. ¿Acaso no es grotesco este baile de detalles para ocultar las falsedades?
Yo me marcho. Identifiqué al peregrino. Porta la señal. Es la señal de la realidad. Camina sin ver porque no necesita mirar. Arrastra sus pies, pues en su vocabulario no existe el término Tiempo. Es frugal y austero porque el dinero es sólo dinero. Cada noche, recibe el ocaso con una sonrisa por si la Muerte ha venido a saldar la cuenta.
Me marcho con él porque se dirige a ese paraíso llamado Exilio. Allí no cuentan los valores de la jerarquía, del poder, de la pretensión ni de la figuración. Se trata de un lugar en el que uno es el Todo, y el Todo es uno. Ahí las sonrisas son de verdad alegría, y la tristeza sabe a frenesí. No hay principio ni fin, porque todo es devenir. El silencio engalana el alma porque viene acompañado de la soledad, que en el exilio se dedica a rodearnos con sus brazos eternamente cálidos...
¡Ya me voy! Y no sé si volveré, porque tengo que conocer el Exilio, tengo que desnudar mi alma para saber con qué arroparla cuando ciertamente sea calor lo que necesite... Parto pero en realidad, jamás dejaré de estar con vosotros, mi gente, mi savia, mi alimento, mi sustento... porque si os dejo, os amaré sin posesión, si os abandono, siempre estaréis conmigo.
Una leyenda antiquísima oscurece el corazón de los hombres. Dice que el fin de todas las cosas es la Muerte. Un sueño me confesó que el fin no es la muerte, sino la indolencia y que su antídoto es la lejanía, el exilio, la más feroz de las nostalgias. Sólo sintiendo que no tienes nada, es cuando el mundo queda a tus pies, y ello sólo es posible en el bendito Exilio.
¡Espera, peregrino! ¡Por fin estoy contigo!

DE LA FE.
Fe. Palabra corta, pero inmensa. Sencilla, pero magnífica. Breve pero inabarcable. La fe es, en cualquier caso, una virtud, una soberana virtud, porque desde ella, a través de ella, todo adquiere un significado mágico, suave, grandioso. Teniendo Fe, no de un modo vulgar, sino bien arraigada en nuestro espíritu, ningún miedo puede afectarnos.
En el reino de la Fe, los días son siempre luz y las noches vienen acompañadas de brisas de terciopelo y sombras de claridad. Y una suave música no dejará jamás de acompañarnos.
Hemos de tener Fe. Debemos creer, en nosotros o en los demás, en el cielo o en el infierno, en el más allá o en el acá. La Fe, de este modo, se convierte en ese timón que, bien orientado, nos llevará a buen seguro, a las regiones más extraordinarias que un día fueron creadas y descubriremos, que se hicieron para nosotros, para nuestros espíritus llenos, rebosantes de fe.
¡Bendita Fe! Bendita que guías infinidad de destinos hacia el lado resplandeciente de la existencia. Bendita que conviertes en luz las sombras, que proporcionas ilusión y esperanza. Bendita tú, que proporcionas quimeras y haces soñar a los hombres.
Aquí, sentado en la soledad de una pradera refulgente de verdor, con la madre naturaleza saliendo a borbotones por doquier, miro el cielo... en esta tarde, un cielo tiznado de nubes como algodones, acariciadas por el cálido manto de los rayos del sol, cuna de brisas paradisíacas y pájaros de especies seculares nunca vistas por el ojo del hombre, y una sonrisa anega mi rostro, una sonrisa proveniente de lo más profundo de mi ser... ahora muy cercano a eso que llaman felicidad y que por fin comprendo, tiene tanto que ver con esa palabra tan corta que no es sino Fe. ¡Bendita Fe!

MÁS DE LA FE.
Aquí me encuentro. Recién ocurrida la tragedia. En plena madrugada. Recordando. Saboreando este silencio que me abraza y me acaricia. Rodeado de soledad aparente. De soledad para quien no ve más allá de los sentidos. De amor, calor, éxtasis y bondad, para quien, como yo, ha sido tocado por la magia de la fe.
¿Cómo definir la fe? La fe es creer sin pedir nada a cambio. Tener fe, es cerrar los ojos y ver. Estar tocado por la fe, es poder mover montañas y hacer que el Tiempo no exista, que el Espacio no exista, que el veneno de la inmediatez sea inocuo. Porque en el reino de la Fe, todo es posible. Allí, en esas vastas regiones, el cielo siempre es azul, los pájaros nunca dejan de entonar sus cantos, no existen ni el dolor ni la fatalidad y una sonrisa de felicidad perenne anega todos y cada uno de los rincones.
Fe, camino de la salvación. Yo tengo fe. La siento dentro de mí. Corre por mis venas. Acaricia mis sentidos. Me trae fragancias de lugares paradisíacos. Fragancias provenientes del aliento de mis seres queridos, que jamás dejarán de estar conmigo, alertas... auténticos ángeles... mis ángeles de la guarda.
Y me dan fuerzas, y convierten las tinieblas en luz, me muestran la senda por la que caminar. En lugar de desesperación y pusilanimidad, me entregan gallardía y pundonor.
¡Sí! Tengo Fe y sé que por mucho que llegue a peregrinar, jamás estaré solo. ¡Nunca! porque por la Fe, sé que a mi lado, conmigo, están mis amados seres, los míos y que tan solo debo proseguir mi caminar, ya que más tarde o más temprano, yo también iré a reunirme con ellos, y de este modo, el círculo se cerrará definitivamente por siempre jamás.
Por eso digo, ¡bendita fe! que me has señalado y que tanto me das. Por mi parte, sólo me queda mirar a los Cielos y dar las gracias a Dios por haber sido ungido con tamaña dádiva. ¡Gracias Señor!

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ VI. De los celos. De la Primavera. Del Apego

DE LOS CELOS.
¿Qué podemos decir de los celos? ¿Cómo afrontar este espinoso tema?
Quede dicho de antemano que todas las ideas y pensamientos son igualmente válidos y que nadie, y menos en estos delicados asuntos, puede afirmar estar en posesión de la verdad.
Dicho lo cual, hablaremos de los benditos celos.
Los celos son malos consejeros. Creo que quien es celoso, sufre mucho. Es de justicia comenzar con esta afirmación. Ser celoso pues, conlleva mucho sufrimiento. Supone torturarse hasta la Eternidad... construir decorados y parafernalias tan vívidos como la vida misma. Ser celoso es además, enajenación, locura demoníaca, pavor, temor y sobre todo... injusticia.
Porque el celoso, en sus delirios, contempla un plano paralelo, un plano que se adueña de él y ya no le deja aire para respirar. Su aire está viciado y contamina el de los demás con sus alucinaciones y esquizofrenias.
Hay quien postula que quien es celoso es celoso porque ama. No estoy de acuerdo en absoluto. El Amor por sí mismo, diluye todo sentimiento destructor, corrosivo. El que ama de verdad, no entiende de celos, ni de desconfianzas, ni de paranoias. El Amor propiamente dicho es el único hacedor de la Felicidad. Hay un solo camino para ser feliz: el del Amor.
Quien desconfía, quien contempla sombras acechantes, no ama porque no puede anidar el amor en su corazón. Sin embargo, no todo está perdido para el que padece de celos: puede sentir cariño, puede creer que en realidad ama, puede incluso ser encantador por momentos... sólo que los fantasmas vuelven a salir al esconderse el sol y sus demonios vienen cada vez con más ansias destructivas.
Entiendo que no hay antídotos. No hay cura para el celoso. O se es o no se es. El celoso jamás dejará de serlo y quien no ha sido manchado por tal iniquidad, mantendrá ese departamento de su alma impoluto para siempre.
Se trata de un hechizo maldito vertido sobre la humanidad. Sólo nos queda que busquéis el Amor. Si sois tocados por éste, ningún conjuro tendrá la fuerza suficiente y habréis cimentado magistralmente los pilares que habrán un día de sustentar esa mansión llamada Felicidad.

DE LA PRIMAVERA.
Recién comenzó la primavera. Época de suntuosidad y esplendor. Con su llegada, todo se viste de colores alegres y ensimismadoras fragancias nos arroban el espíritu. ¡Bendita primavera! ¡Bendita tú, que con tu esplendor nos haces comprender el simple mecanismo de la existencia! Porque, lo que un día murió, otro renace, lo que en cierta ocasión nos dejó, vuelve a resurgir con un ímpetu que derrotaría la mayor de las fuerzas universales.
Contemplando tanta belleza, tanta explosión de color, de luz, de alegría y frenesí, no es posible que no exista Dios. Sólo la mano de alguien no humano, pudo crear estas flores, estas formas de vida... este maravilloso escenario.
Dios nos la entrega para que la disfrutemos... para que comprendamos. En realidad, no son tantas las sombras. Ocurre que hay que aprender a leer entre líneas. Y es a través de las señales, como algún día, quizá, podremos descifrar este jeroglífico llamado vida.
Estamos inmersos en la Primavera. Y la vida resucita. Debemos aprender de todo lo que nos rodea. Debemos intentar no excomulgar el Reino de los Sentidos porque para comprender el significado del Mundo, todos los lenguajes son necesarios, y el de la Naturaleza se me antoja trascendental.
Fuimos "colocados" en un Reino sin saber por qué, en la mayor de las ignorancias. ¡Qué grandeza la de este Dios-cualquiera que sea- que nos hace caminar por la senda de la dificultad, del conocimiento! El gran poeta austríaco Rainer María Rilke dijo: "Que algo sea difícil debe ser una razón más para que lo hagamos". Este mismo poeta consideraba triste el comienzo de las primaveras. ¿Cómo es esto posible si en ella es todo esplendor, todo fulgor, todo exquisitas maravillas? Creo que siempre es bueno ver las cosas desde todos los puntos de vista posibles. En el caso de Rilke, a él le parecían tristes porque con la primavera, se toca la cima del éxtasis, y una vez llegados al punto más alto, sólo cabe bajar.
Esforcémonos en comprender el lenguaje del mundo porque, de este modo, seremos más y mejores personas, incluso llegará un día en que podremos recordar la primavera de nuestra existencia con un dulce gesto en nuestras miradas, un gesto cómplice con el Universo, pues a través de nuestro pertinaz encontrar, habremos acabado siendo cómplices de esa fuerza que mueve nuestros espíritus: La Eternidad. ¡Bendita primavera!

DEL APEGO.
El apego es un tema que está en todas y cada una de nuestras existencias. Nos solemos relacionar con personas y objetos de un modo casual o habitual, permanente o anecdótico pero de un modo u otro tendemos a aferrarnos o a apegarnos a estos elementos.
Quizá sea por nuestro egoísmo, o por causa de nuestra ignorancia, asociamos nuestro modo de conducirnos en la vida con una serie de usos o actos que damos como naturales y casi sin darnos cuenta, los repetimos una y otra vez.
Acostumbrados a ese modo de actuar cíclico, llega un momento en que por diversas circunstancias, esos elementos que hace un momento formaban parte de nuestro existir, desaparecen y comenzamos a sentir añoranzas y tristeza porque ya no están. La causa de estos sentimientos es el apego.
Creo que fundamentalmente somos seres pusilánimes. Y es que necesitamos o bien, creemos necesitar de objetos o de la presencia de otros seres para poder vivir. Pero nada más alejado de la realidad. En verdad, todo ello es accesorio. Nuestros seres queridos siempre estarán ahí, prestos a acudir en cuanto los solicitemos y si os paráis a meditar unos instantes, la mayor parte de las cosas que poseemos, son totalmente intrascendentes.
El apego es un sentir que nos obcecamos en cultivar cuando tan solo nos aporta infinitud de cadenas que nos impiden realizarnos como espíritus, pues todos somos más que seres humanos, espíritus. El apego nos coloca una venda en los ojos que nos impide ver las cosas en su esencia verdadera. ¡Cuánto lujo! ¡Cuánta ostentación! ¡Cuánto despilfarro! ¿Acaso no lo veis? Se trata de simple objetos, cosas que no aportan nada sino el miedo a perderlas porque su obtención cuesta tiempo y dinero pero volvéis a olvidar que el dinero es sólo dinero, y que no hay nada más fácil de obtener que el dinero.
Luego está el apego a las personas. ¿Qué es lo que nos ocurre? ¿Acaso no podéis sentir a vuestro lado a los seres queridos con tan solo el recuerdo de una vivencia, o aspirando el perfume de una prenda suya, o simplemente sabiendo que por más distancia que nos separe, por mucho que ahora nuestros caminos se hayan distanciado, afortunados podemos sentirnos por el tiempo compartido o que volveremos a encontrarnos al final del trayecto?
Si no podéis sentir de este modo es que habéis cultivado el apego y que sentís con posesión. Tenéis anestesiada esa parte de vuestras almas que comprende que lo verdadero, lo incorrompible no necesita de posesión, que si el sentimiento es puro no hace falta ni siquiera la presencia. Hay quienes dicen que las relaciones a distancia jamás pueden funcionar. Craso error. Si el sentimiento es verdadero, todo será superado. No hay obstáculos para lo puro, para lo inmaculado. Lo demás son subterfugios absurdos para no reconocer la verdad, esa triste verdad que nos testimonia que surgió algo bonito, pero no absolutamente puro.
Con toda la humildad del mundo, yo os animo a que cultivéis el desapego con todas vuestras fuerzas porque así dirigiréis vuestros esfuerzos a metas realmente constructivas como son el conocimiento de vosotros mismos para ser mejores cada día, para tener luminosos corazones que ofrecer incluso a vuestros enemigos. Porque vencido el desapego, comprenderéis que incluso los que creéis enemigos están aquí para ayudarnos, para a través de ellos, cultivar la paciencia y el altruismo.
Así pues, ¡intendadlo, perseverad en el esfuerzo!, y de este modo, cuando alguien se vaya, cuando una persona decida seguir otro camino, cuando perdáis aquello sin lo que jamás hubieséis imaginado poder seguir viviendo, comprobaréis la firmeza de esos nuevos pilares que desde la renuncia y el desapego, habéis comenzado a construir y que tan noblemente os conducirán hasta que un cercano día, esos esfuerzos ya no serán necesarios porque estaremos con quienes desde que un día marcharon, nos están esperando.

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ V. De la Navidad. Año Nuevo, Vida Nueva. De la Búsqueda.

DE LA NAVIDAD.
Es Navidad. Las calles ostentosamente decoradas. Música y jolgorio por todas partes. Los supermercados llenos de gente a rebosar. Todo parece perfecto. Los mejores deseos para todo el mundo. En este época nadie es malo y todos nos imponemos el ser cada día un poco mejor.
Navidad. Feliz Navidad. Saludamos incluso a quienes, de ordinario, nunca lo hacemos. Nos conmovemos por situaciones que nos hubiesen producido la mayor de las indiferencias. Nos volvemos más hogareños, el sentido de la amistad y de la camaradería se multiplican por infinito. No hay sino buenos sentimientos, mejores deseos y todo o casi todo es perfecto.
Y es que el espíritu navideño lo impregna todo con su rocío. El espíritu navideño nos cambia y transforma, nos precipita al lado bueno y honesto de nuestros corazones. Es como un halo de magia inyectado a toda la humanidad... una magia que por unos días cambia las existencias de las personas.
Sin embargo, la pregunta clave es: ¿Y después qué? La respuesta es sencilla. Después, todo igual que antes. Los mismos comportamientos, las mismas mentiras y vulgaridades. Los mismos odios y rencores, el mismo hastío y desesperación.
Desde aquí declaro que no existe el espíritu navideño. Que no creo en él, porque para la realización de buenas acciones, de comportamientos honestos, no hay que buscar excusas, y menos excusa tan peregrina como es la de la Navidad. Es como esas personas que van todos los domingos a misa, y con el mero hecho de acudir, se sienten perdonados para, una vez de nuevo en la cotidaneidad, volver a ser el mismo: celoso, ruin, envidioso, hipócrita...
Hay que ser honesto, sencillo, de corazón noble, buena persona... siempre y en cualquier situación. Eso de serlo o intentarlo ser en unas épocas y en otras no, es absolutamente patético.
Luego está toda la parafernalia del comercio. ¿Qué espíritu navideño puede haber si no hay sino un claro y rotundo plan de marketing? Una vez más, se aprovechan de la situación para obtener beneficios. Todo es consumo, todo es gasto a espuertas, todo es lo de siempre: mentira y falsedad. El eterno deseo de lucro que anima al ser humano. El absoluto anhelo de crecimiento mercantilista.
Mientras, a un tiempo, otros se están muriendo de hambre, no tienen dónde dormir y como regalo de Navidad van a recibir la visita de la Muerte. En estos otros ambientes, no hay espléndidas luces, nadie luce sus mejores galas porque simplemente, no las hay. Allí reina la oscuridad y la tristeza, el hambre y la miseria. ¿Qué nos ocurre? ¿Es que nadie se acuerda de ello? Si la respuesta fuese afirmativa, y en nuestros corazones ello estuviese arraigado, dolorosamente arraigado, ¿podríamos celebrar algo? Yo creo que no.
No creo en la Navidad. No creo en el espíritu navideño. Creo que Dios no querría que su nacimiento se convirtiese en lo que los hombres lo hemos convertido. Él nos dio un paraíso que nosotros estamos convirtiendo en un lodazal de guerras, hambre, envidias y falsedades.
Mi vida sólo tiene un objetivo. La eterna búsqueda de espíritus. Pero para saber descifrarlos, para poder quitar las máscaras, las caretas, debo encontrarme a mí mismo, debo indagar en mi alma, y sólo cuando pueda tener una noción de quién soy, de qué quiero, podré iniciar la búsqueda de espíritus.
Soy consciente de que, quizás pase mi existencia y no logre encontrarme, no logre conocerme, pero lo que nunca dejaré de hacer es intentarlo, pertinaz e incansablemente, día tras día y minuto a minuto.
Del bagaje obtenido en mi eterna búsqueda de mí mismo y de la humanidad, he logrado algunas conclusiones, posiblemente equivocadas... y una de ellas, es la relativa a la bendita Navidad y dice así: no me gusta la Navidad porque es mentira, porque el mundo se aprovecha para con un gesto noble al año, lavar las conciencias. Navidad es falsedad, Navidad es la excusa perfecta para los que no abrigan sino sombras en sus corazones. Navidad es, en fin, la mayor de las engañifas.
Sólo me queda, en medio de mi dolorosa búsqueda, desearos ¡Feliz Falsedad!

AÑO NUEVO, VIDA NUEVA.
Año nuevo, vida nueva. Con cada primero de Enero, una constelación de ilusiones y esperanzas nos abriga. No queda sino desear y desearnos lo mejor. Nuestra mente es expectativa. Expectativa por ir descubriendo día tras día lo que nuestro bendito y genuino Destino nos tiene preparado. No podemos evitar el imaginar un porvenir al menos, mejor que el anterior. No podemos sino imaginar un paisaje todo él, decorado de un verde extraordinario.
Imaginaciones, expectativas, sueños e ilusiones... bonitas palabras con las que se nos llena la boca. Nos aferramos a ellas de un modo tan desesperado que es como si con tan solo su pronunciación, un encantamiento convirtiese nuestras vidas en maravillosas. Nada más alejado de la realidad. Todo seguirá igual o peor. Nada cambiará a mejor. Las grandes e importantes cuestiones no van a variar: ni el hambre desaparecerá, ni las guerras, ni el rencor, la envidia o la ignorancia.
Esos otros cambios, los de los anónimos y simples individuos, no tienen la menor importancia porque, ¿qué absurdidad es valorar desde la individualidad cuando la humanidad entera camina hacia la mayor de las barbaries? Dios nos regaló un paraíso y los hombres lo hemos convertido en una miasma. ¡Qué egoísmo es desearnos lo mejor cuando la Humanidad es cada vez más injusta, más egoísta, más ignorante!
¿Qué hacer entonces? ¿Qué soluciones proponer? ¿Acaso debemos bajar los brazos y resignarnos? ¡Jamás! Si bien no podemos ni podremos nunca cambiar el mundo, sí podemos cambiarnos a nosotros, cada uno a sí mismo. Es desde esa bendita individualidad, (¡bendita contradicción!), cargada de una exigibilidad moral adecuada, desde la que podremos caminar con la cabeza alta y descansar cada jornada con la conciencia acariciando nuestros sueños, porque entonces, sí serán merecidos.
Pero, para ello, para ser merecedores de la dicha, debemos cultivarnos, continua y pertinazmente. Alejarnos de la inmediatez, de lo perentorio, de lo superficial. Debemos orientar nuestras almas hacia la búsqueda y conocimiento de nosotros mismos. Debemos aprender a querer conocernos, debemos aprender a querer ser buenas personas, porque sólo de este modo, no sólo un año será bueno, sino toda la Eternidad.
Es por todo ello, por lo que nunca celebro el Año Nuevo, ni realizo ceremonias previas que no son sino parafernalias accesorias. El verdadero sentir, la más honesta de las actitudes, no necesita de ostentación. Y es que el camino de la honestidad, el camino hacia nosotros mismos y hacia la Paz, es silencioso y lo que es más importante, constante.
Como un buen amigo me dijo en una ocasión: "Paciencia, constancia y amor propio". ¡Que vuestros buenos deseos, no se hayan quedado sólo en eso! ¡Adelante!


BÚSQUEDAS.
"Fácil es buscar, fácil es no encontrar", reza la canción. La búsqueda nos encadena. No hace sino obcecarnos, ensimismarnos en un horizonte ficticio... en una lejanía jamás alcanzable, en un decorado de tonos majestuosos pero de paisaje desolador.
No sabemos... no conocemos... Estamos sin ser... pululamos entre montañas inaccesibles y espejismos de terciopelo.
Entre las cadenas de la ignorancia buscamos... Y buscar significa una derrota sempiterna... como el esperar con la mirada ávida en lo exterior. Quien de este modo espera, desesperará... quien busca, jamás hallará.
La búsqueda nos limita... transforma en sombra nuestras vidas. La búsqueda extiende un lazo negro que entenebrece nuestro espíritu.
En la búsqueda, anhelamos luz y encontramos oscuridad. En la búsqueda, la angustia devora la savia de la Esperanza... minándola poco a poco. Mientras, el Tiempo va tomando forma, asumiendo protagonismo y cuando la constelación rompe el hechizo, ya es demasiado tarde. En realidad, siempre lo fue.
Es por ello que lo que verdaderamente merece la pena, no se busca sino que se encuentra. O mejor, nos es encontrado. Erramos obsesionados por hallazgos que no dependen de nosotros. Cabalgamos eternidades... viejos y hambrientos entre tormentas de polvo. Polvo de ignorancias que se introducen en nuestro espíritu... apelmazándolo... insensibilizándolo. Al final de la búsqueda, se culmina el desastre. Nuestras sedientas alforjas siguen vacías y ahora sabemos, por fin, que seguirán por siempre así, hueras. Habremos llegado al ocaso de los ocasos y el círculo estará a punto de cerrarse definitivamente.
Una sonrisa, fugaz pero esplendorosa, arrugará nuestras facciones iluminando nuestros marchitos corazones. Será el momento en que ese alguien que siempre existe pero que casi nunca se encuentra, salga a nuestro paso. Será el momento en que desde su isla oirá nuestros gritos, entenderá los gestos... y la magia extenderá un embrujo tal que un amanecer flamígero nos revelará que el Encuentro se ha producido.
Será el momento en que llegaremos al Santuario, el momento en que tras tanta máscara, tanta iniquidad, tanto mirar sin ver, el espejo nos devolverá nuestra verdadera imagen... atrozmente deteriorada por fuera, pero incólume por dentro... eternamente incólume.

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ IV. De la Fortuna. De la Esperanza. De la Existencia (2ª parte)

BENDITA FORTUNA.
Bendita Fortuna. Todos la desean, todos la anhelan. ¡Es tan querida! ¡Qué fácil es dejarlo todo en sus manos!
Si la tenemos de nuestra parte, nada puede salir mal. Buena compañera, buena aliada. Es atractiva, coqueta y glamourosa. En cualquier ámbito de la vida es bien recibida. Sin embargo, ¡qué tragedia esconde! Tras su máscara de indeleble belleza , se esconde un mundo de derrota, de mentira, de engañifa.
Y es que el marco de actuación de la Fortuna es muy limitado. Puede afirmarse que tiene muchas más fama que fiabilidad. Sólo cuando su mayor enemiga la virtud no tiene una presencia determinante, es cuando puede desplegar sus efectos.
Cuanta mayor es la virtud, menos poder tiene la Fortuna y viceversa. Por eso, me parece realmente desolador ver cómo cuanta menos virtud se tiene, más se confía en la Fortuna. Se trata de un salto al vacío. Los ejemplos son innumerables: está el caso de los juegos de azar. Todo el mundo ansía salir de sus vidas tristes y apocadas con la compra regular de un billete para la riqueza. Yo pregunto, ¿acaso creéis que el dinero puede pintar de felicidad vuestras existencias? Seguro que alguien argumenta: "Sí, pero siempre le toca a alguien". Razonamiento de Pero Grullo, de perdedores, de quien se obceca en agarrarse a la más burda de las esperanzas, a una sinrazón porque prefiere vivir en la ignorancia que cultivar la virtud.
Viene aquí muy apropiada una frase de Bertrand Russell y dice así: "La mayoría de la gente prefiere morir a pensar. En realidad, así lo hacen". Y es absolutamente cierta: muchísima gente prefiere vivir en la esperanza de una mentira que luchando por mitigar esa eterna ignorancia a la que estamos sometidos.
Permitidme citar otra frase en relación a este tema. Es de Unamuno: "Mientras los ignorantes no reconozcan su ignorancia no habrá solución a los problemas de la vida". Frase desoladora pues implica la imposibilidad de erradicarlos. Si bien es cierto, intentemos reducir sus efectos, de modo que cada día seamos menos ignorantes y vayamos aislando a la Fortuna poco a poco.
Yo, por mi parte, declaro la guerra a la Fortuna. La aborrezco, la detesto. Si estuviese aquí, le retaría a un sangriento duelo. Por cada segundo que dedico a su destrucción, soy menos ignorante. ¡Bendita Fortuna! ¡Qué engañados tienes a los hombres!
Hoy tuve un sueño, un maravilloso sueño. He soñado un mundo en el que los hombres somos menos ignorantes, en el que, aun a sabiendas de la inevitable y sempiterna subyugación de la ignorancia, se ha iniciado una revuelta, una sublevación cuyo fin es instaurar la virtud y aniquilar la Fortuna... De nosotros, de todos nosotros, depende que por una vez, un sueño llegue a hacerse realidad.

DESPERTARES DE ESPERANZA.
Me acuesto, descanso, despierto... me incorporo... un nuevo día... uno más o uno menos. La noche, decadencia... subterfugios, salidas imposibles.
Querría amar la vida, encontrar un sentido, una motivación, un fundamento. Por momentos, estoy convencido de conseguirlo. Mi obnubilación es tal que en esas situaciones, la existencia se me aparece al menos soportable. Sin embargo, son estrellas fugaces... anécdotas en un eterno penar... gotitas de rocío teñidas de Esperanza para inmediatamente, ser extinguidas por la abrasadora canícula del porvenir... del presente... del pasado... de lo posible.
Así, una y otra vez, una y otra vez..
Esperanza, ¡la mayor engañifa de este burdo teatrillo!
Estamos condenados a la mayor de las penas: la de la ignorancia. Dicho esto, sobran las palabras. La condena es ineluctable y sus cadenas perpetuas. En este estado de cosas, nada podemos hacer.
Pero alguien se encarga de producir la obra de teatro, la obra de esperpento, de lo absurdo. Ante nosotros, una representación de posibilidades infinitas, de islas paradisíacas, de exquisitos placeres, de alegrías al alcance de la mano. Se trata de pequeños despertares en los que fundamentamos una motivación para continuar. Despertares de falsa esperanza, de una esperanza cimentada en el aquí y el ahora.
Ocurre que hay un problema: el aquí y el ahora es un cartel que conduce al abismo.
Así, no cabe albergar ninguna esperanza porque no tiene sentido como tal.
Nacemos sin esperanza, porque no hay nada que esperar... no hay nada que conseguir. Si recorremos la senda adecuada, llegaremos al Santuario. Y entonces, no necesitaremos la Esperanza porque nuestra Esperanza es haber elegido la Eternidad, esos valores inmutables, imperecederos.
Quien cree en la Esperanza es que no la merece.
Quien ansía la salvación, ya está perdido.
Quien en medio de la noche, despierta buscando abrazar esperanzas, hace tiempo que no es sino una sombra.
Despertares de Esperanza, conciencias desgarradas.

MÁS SOBRE LA EXISTENCIA.
Desespero... lucho... me exaspero... Miro el amanecer... saboreo el ocaso... Principio y fin... Antes y después... Siempre... El canto de un pajarillo... el aleteo del pez... el remanso de las aguas... Las guerras y la paz... Crueldad e iniquidad... Sabios e infinita ignorancia... Inmediatez y eternidad... Negro sobre blanco... La tormenta y la calma...
Miro el cielo algodonoso. Los rayos del sol luchan por atravesar la cúpula de las nubes. Yo pregunto: ¿qué sentido tiene la vida? ¿Hay algún motivo o todo es casual, sin sentido? Dudo, me contradigo, desespero en océanos de inquietudes... en desiertos que con dulces ecos me devuelven las mismas preguntas.
Desde que un día el mundo se hizo, las mismas preguntas para no obtener ninguna respuesta. Más bien ninguna respuesta demostrable. ¿Acaso es verdad sólo lo que se puede demostrar? Creo que no, rotundamente no. En realidad, la magnificencia de la verdad consiste precisamente en eso, en no ser necesaria su demostración, de lo palpable que es.
Quizás por ahí es por donde haya que enfocar el tema del sentido de la existencia. Con Unamuno, una cosa sí está clara: es un sentido, en cualquier caso, trágico, pues,¿ hay más tragedia que la de "aparecer" en un sitio sin saber qué hacemos en él, adónde nos dirigimos o quiénes somos? ¿hay una tragedia mayor que la de no dejar de ser jamás unos ignorantes? ¿hay tragedia de mayor magnitud que la de ver cómo nuestros seres más queridos nos abandonan? Sí, definitivamente, se mire como se mire, la existencia es una auténtica tragedia.
Ahora bien, llegados a este punto, hay dos posibilidades: buscar un sentido a esta tragedia o, por el contrario, no hacer nada, pues ninguna solución es posible en un ámbito en el que nada puede ser demostrado a ciencia cierta. Respecto de los que piensan de este último modo, no me voy a ocupar. Respeto su ideario, pero me parece que sus existencias rayan lo esperpéntico apoyados en la quimera de la inmediatez, en el cultivo de la superficialidad, en la razón de la ignorancia.
Quienes, por el contrario, no se conforman con la inmediatez, buscan y buscan, aun a sabiendas de que su lucha por ver, posiblemente, nunca la ganen. En este ámbito, no hay que confundir los términos, pues una derrota para los del grupo de la futilidad, se puede convertir en la mayor de las victorias para el de éste. A quienes necesitan respuestas, sus ideas les duelen sobremanera... Se trata de recorrer un camino nunca visto, jamás por nadie explorado. Se intuyen en él, infinitos peligros, extremas dificultades, callejones sin aparente salida, terrenos yermos, lodazales conducentes a precipicios abisales.
A lo mejor, uno de los secretos de la existencia es que nada es lo que parece. El de que todo y todos estamos cubiertos por una máscara que oculta la verdadera esencia, la auténtica imagen de nuestro ser. Y tal vez, este camino de dolor, de eterna búsqueda de respuestas, de sufrimientos y tragedias, sea sólo aparente, escondiendo en él la verdadera senda, la que conduce a la Eternidad, la que conduce a la Paz.
Ocurre que la desesperación y la angustia suelen a quienes elegimos este camino subyugarnos, encadenarnos. En esos precisos instantes, caemos en delirios de añoranzas, en pensamientos de melancolías como algo perecedero, cuando el desasosiego que sentimos por lo pasado, debe convertirse en incalculable alegría, por ser su recuerdo lo más imperecedero de la vida.
Pero para todo ello, hay que creer, pero no creer sin más, sino creer con fe. Para mí, la fe es mi tabla de salvación, lo que da sentido a mi existencia, a la existencia de los seres queridos y no tan queridos. La existencia pasada por el tamiz de la fe, hace que el rompecabezas comience a tener más sentido. Y lo que sin fe, era un laberinto inexcrutable, comienza a tener cierto sentido. Sentido dentro de dudas y contradicciones. El único sentido válido. Porque cuidaos de la pedantería de quien no duda porque en su aparente seguridad, sólo hallaréis ignorancia.
Es un atardecer del mes de Diciembre, un precioso atardecer. El sol baña el aire y un cielo de un azul eterno presagia un paraíso de quietud y calma. Yo sigo buscando, sigo pensando, sigo agarrándome a asideros de fe y cada día estoy más convencido de que, aunque no logre esas respuestas demostrables, obtendré otras tan asumidas y aceptadas, que podré abrazar la Eternidad sin sombra de miedo o temor.

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ. Dudas y contradicción. De la ambición.

DUDAS Y CONTRADICCIONES.
Dudo, luego existo. Me contradigo, luego soy. Dudas... contradicciones, fuente de sabiduría.
Desde la duda, nada está claro. Todo queda rodeado por un halo que distorsiona, difumina... Nos sentimos desorientados, perdidos... No sabemos adónde ir, qué hacer... Parecemos tristes sombras ante hechos consumados que nos parecen ciertos y consecuentes. Porque en el reino de la contradicción, nos infravaloramos, nos vejamos porque somos menos y el resto, más. En la comparación, siempre salimos perdiendo. Los demás siempre tienen los boletos ganadores.
La duda es exigencia, es superación. La contradicción es hermana de la duda. Porque en la duda nos contradecimos, y al contradecirnos, dudamos. La una para la otra. La otra para la una. Hermanas pero enemigas. Cómplices y maestras.
En ocasiones, quisiera no dudar porque ya lo sabría todo. Pero saberlo todo no es posible, por lo que la seguridad es una engañifa y la duda la senda adecuada. Querría pero no es posible. Tengo lo que dudo y añoro lo que jamás tendré. Pero la imposibilidad es indicio de victoria. Imposibilidad y sabiduría. Posibilidad e ignorancia. ¡Todo tiene sentido en el sinsentido de la duda!
Si me contradigo crezco porque me hace dudar y, al dudar, pienso y, si dudo mi espíritu se fortalece. Cuando mi alma sea fuerte en la duda, el reino de la contradicción será mi cómplice y por fin aprenderé que nada es lo que parece y que la apariencia siempre es un baile de máscaras en el que nunca están los que son.
Quiero seguir dudando por los tiempos de los tiempos, porque si es así, seré menos ignorante, y la lacra de la soberbia no me mutilará. Si me contradigo, los ángeles estarán siempre conmigo y nunca estaré solo.
Cuidáos de aquéllos que se creen en posesión de la verdad porque de ellos es el reino de la ignorancia. Y la ignorancia es la auténtica lacra de la humanidad, fuente de todos los males e ignominias. Cuidáos de aquéllos que espetan: -"Dicen que soy malo porque digo las verdades"- porque son hienas sin escrúpulos que portan disfraces de integridad cuando son miserables y ruines.
Cuidáos en definitiva de quienes jamás dudan ni admiten contradicción alguna porque sus almas están vacías y no hay peor hombre que comete iniquidades sin saber que las comete. Porque en la duda es posible que antes de actuar se pregunte tan solo una vez si realmente está actuando correctamente.
Dudo pues soy. Me contradigo, pues pienso. Estoy perdido, pues respiro.
Me imagino errando infinitamente dudando de si lo que veo es, de si lo que soy será o nunca fue. Miro a mi alrededor y no sé si sueño o estoy despierto. Si es de día o de noche. Sin embargo, una sonrisa inunda mi rostro. Porque... ¿ sonrío por saber que no sé nada o porque jamás llegaré a saber que no sé nada?
Pero, ¿he de dudar? ¡Quizás!
DE LA VOCACIÓN.
Vocación: bonita palabra. Sin embargo, se podría decir que se trata de un concepto maldito. Maldito porque la humanidad no encuentra el modo de hacer que su significado se convierta en realidad. No logra una consecuencia entre la palabra y los hechos. Porque... ¿quién trabaja por vocación?
No nos circunscribamos al aspecto laboral: ¿quién ama con vocación? ¿quién siente con vocación?
Las respuestas a estas preguntas son desoladoras. Lo cierto es que casi nadie tiene un trabajo vocacional, casi nadie posee esa relación que le llena de un modo absoluto, sin medias tintas. Porque os habéis de dar cuenta de que los términos felicidad, amor... son absolutos. No se puede ser feliz un poco, o amar un poco. Implícitamente, el Amor es absoluto y la Felicidad también, y quien no ama de ese modo, ese sentimiento no es amor o felicidad.
Suele decirse que los hombres nos engañamos para creernos felices y estoy absolutamente de acuerdo. Nos engatusamos diciendo con la boca grande lo bien que lo hemos pasado, lo maravillosa que ha sido la jornada, o lo a gusto que hemos estado haciendo nuestro trabajo o cualquier otra actividad... la increíble suerte que tenemos por estar con nuestra pareja... Al fin y al cabo, y por todos los medios, queremos pintar nuestra existencia de colores agradables para disimular la gama de grises y negros que lo cubre todo. Pero somos pertinaces, nos obcecamos en el engaño, en la mentira y cada día seguimos interpretando una representación que tiene visos más de tragedia que de comedia.
En definitiva, se trata de nuestras vidas y somos tan pusilánimes y cobardes que preferimos no hacer nada a actuar, a rebelarnos, a huir de la mediocridad de la vulgaridad.
¿Acaso hay algo más triste que acudir todos los días a un trabajo que detestamos? ¿Hay algo más cáustico que estar con una persona sin sentir en términos absolutos? ¿Qué especie de marionetas estamos hechos? ¡Es verdaderamente desalentador, patético!
No creo que haya que irse muy lejos para corroborar estas palabras. Con tan solo mirar a nuestro alrededor, se obtiene una comprobación: parejas que no saben qué decirse, paseantes con miradas tristes y taciturnas, trabajadores esperando el autobús con una expresión de infinita amargura... ¡Infelicidad!
Como en todo problema, hay que intentar encontrar las causas del mismo y así poder solucionarlo e intentar que no vuelva a repetirse. A mi humilde entender, varias dos son las causas de este sin vivir: una falta absoluta de instrospección interior y el encadenamiento a obligaciones vulgares. Vayamos por partes:
-AUSENCIA DE INTROSPECCIÓN INTERIOR. Sólo a través del conocimiento podemos llegar a saber qué es lo que queremos. Si no nos dedicamos un tiempo a nosotros mismos, jamás podremos llegar a conocernos. Conociéndonos, sabemos cuáles son nuestros deseos, nuestros anhelos, nuestros gustos... nuestra vocación, aquello para lo que hemos nacido cuyo ejercicio nunca es obligación, sino placer.
De la carencia de este afán investigativo, deriva nuestra ignorancia para saber qué es lo que nos puede llenar, hacia dónde deberíamos dirigir nuestros pasos... Y nuestra vida, que debería ser una lucha por la consecución de nuestra felicidad desde el conocimiento de nosotros mismos, se convierte en una mentira, en la que los hombres más que vivir, nos arrastramos en el lodazal de la vulgaridad.
Consecuencias de esta carencia de meditación son entre otras: apología de la inmediatez, ignorancia supina e infelicidad.
-ENCADENAMIENTO A OBLIGACIONES VULGARES. Esta causa es una consecuencia de la anterior. Deriva de ella. Al no saber qué es lo que queremos, no conocer nuestra vocación, no podemos luchar por conseguir nuestros sueños, aquellas ilusiones que nos harían llegar al reino de la Felicidad.
Pues bien, como no tenemos por lo que luchar, desconociendo lo que queremos, llegamos a saber lo que no queremos, lo cual es durísimo, pues nos hace muy desgraciados.
Ante esta situación, con un amor desconocido, un trabajo no vocacional (pues no sabemos nuestra vocación), nos encontramos en un mundo, en la mejor de las suposiciones, con una ocupación que detestamos, una pareja que no nos hace feliz, y una vida llena ignorancia... ignorancia de no conocer el camino para llegar a ser un día feliz.
Y ocurre que como somos tan desgraciados, buscamos "placeres" que mengüen nuestra desdicha. Esos "placeres" pertenecen siempre al mundo de lo inmediato: un coche, una casa, un apartamento... Y con ellos, las cadenas. Nos encadenamos a lo inmediato porque hemos sido lo suficientemente mediocres para no dedicarnos un tiempo, para no intentar llegar a nuestros propios espíritus. Y esas cadenas, hacen que ya no seamos libres. Porque hay que trabajar para pagar el coche o la hipoteca, porque hay que seguir con tu pareja porque tenemos dos hijos y qué diría la gente. Es decir: hay que trabajar amargado, hay que vivir con alguien sin amor, hay que continuar un suplicio que no es vida sino tortura. Pero una tortura que nos la hemos labrado a conciencia y tenemos lo que nos merecemos. Después, ya no hay salida y nuestro paso por la vida, no puede calificarse sino de patético.
Por todo ello, en este ensayo, quería mirar al cielo en este atardecer de octubre, embargado por el rosícler de las nubes y hacer una promesa: que jamás caeré en la mediocridad y patetismo de los hombres derivada de una ignorancia alimentada de cobardía y pusilanimidad, que seguiré soportando el lacerante dolor del pensamiento porque estoy convencido de que por cada momento que pasa, he recorrido un pequeño trecho hacia el conocimiento de mí mismo y de la humanidad...
Saboreando la exquisita belleza de este atardecer, acompañado por una suave melodía, siento que voy por buen camino y de lo que estoy absolutamente orgulloso es de que soy libre, enteramente libre... Y lo más importante es que jamás me dejaré encadenar por nada que no sea el Amor o la Vocación con mayúsculas.

DE LA AMBICIÓN.
Nunca dejamos de ambicionar más y más. Cuanto más tenemos, más y más deseamos. Tan pronto poseemos eso tan anhelado, tan deseado... nos cansamos de ello, ya no nos produce las mismas sensaciones, las mismas satisfacciones. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué clase de criaturas estamos hechos?
Son muchas las evidencias que, con tan solo mirar a nuestro alrededor, ratificarían estas palabras. Lo cierto es que todo tiene un sentido y me gustaría saber cuál es el que explica esta cualidad humana. Porque por la ambición, somos esclavos y siempre lo seremos... porque por la ambición, nunca podremos dormir tranquilos... Es como un veneno que recorre nuestras venas y nunca nos deja en paz... es como una droga de la que, conforme más consumimos, más la necesitamos.
En la ambición, nada es lo que parece. Todo queda distorsionado por ansias febriles... En la ambición, nuestra alma mantiene una lucha eterna para acabar perdiendo casi siempre.
La ambición nos encamina hacia lo exterior, hacia lo inmediato. Queremos más ahora y no luego. Ansiamos más ya, y no después. La ambición sólo trae grilletes enmascarados en dulcísimos manjares. Pero, todo ello pertenece al reino de lo inmediato... y en la inmediatez, sólo cabe una palabra: futilidad.
Y mientras dedicamos nuestros esfuerzos a la consecución de absurdidades, dejamos de cimentar los pilares que, una vez construidos, jamás se derrumban. Son los pilares de la eternidad, los pilares de los valores eternos, inmutables, imperecederos, absolutos... Y por cada momento que dedicamos a lo inmediato, es un tiempo que dejamos de crecer... y nos hacemos más grandes por fuera pero inmensamente pequeños por dentro... Y llegamos a ser jarrones muy ostentosos, con decoraciones magníficas pero nuestro interior está vacío, dolorosamente vacío.
Más y más. Y otros menos y menos. Desigualdad e injusticia... Desencanto y arbitrariedad. Porque el cultivo y práctica de la ambición, derivan en la consecución de cadenas de impureza que van ahogando nuestras almas... Y poco a poco, nos vamos alejando de lo Eterno y acercando más a la iniquidad. No nos interesan ni el dulce canto de un pajarillo, ni el abrasador goce de un amanecer, ni la caricia más sensual... porque hemos elegido un camino... el de la ambición. Y es tan estrecho, que sólo cabe en su senda una persona, y debemos hacer todo lo posible para que ésa seamos nosotros... Y al final, después de tanto esfuerzo, de tanta desesperación, nos encontramos rodeados de una inmensidad de oropeles... pero absolutamente solos, y en la más absoluta de las soledades, cuando ya es demasiado tarde, nos preguntamos si realmente ha merecido la pena...

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ. Del Destino, Del Éxito, Del Sentido de la Existencia.

DEL DESTINO.
¿Qué es eso a lo que llamamos Destino? ¿Existe realmente? ¿Es posible que ya desde el nacimiento estemos siguiendo un camino previamente trazado o en realidad, el Destino no existe y todo depende por completo de nuestra voluntad, de nosotros mismos?
Preciosas preguntas para no obtener respuestas o, al menos, ninguna respuesta definitiva. Como reza la canción: "...fácil es buscar, fácil es no encontrar..."
La eterna cuestión del Destino tiene que ver con qué papel jugamos en nuestra existencia. Porque si está escrito, somos meras marionetas en manos de nuestros dueños, pues no tendríamos vida, al estar nuestra voluntad esclavizada. Si por el contrario, el Destino no existe y somos nosotros los absolutos responsables de nuestros actos, el tema adquiere otro cariz bien distinto. Pues dependiendo de tan solo nuestra voluntad, cada día, cada instante, estamos cambiando el mundo...
En cualquier caso, una cosa es segura e irrefutable: hay cierto grado de determinación en nuestra existencia. ¿Os habéis parado a pensar por qué habéis nacido en vuestra familia, en vuestra ciudad, y no en otra? ¿Sería posible adquirir la genialidad de Mozart, de Picasso, o de Einstein por ejemplo a través del esfuerzo? No, rotundamente no. Las cualidades que han hecho de estos personajes auténticos genios jamás se podrán aprender. Como suele decirse, un genio nace, nunca se hace. O se tienen esas cualidades o no se tienen. No hay más. En consecuencia, está claro que existe cierto grado de Destino en todos nosotros.
Mi opinión es que ciertamente, todos estamos orientados hacia una determinada senda en cada uno de nuestros sinos. Esta sería la parte determinista de mi teoría. Sin embargo, somos nosotros quienes en última instancia, damos el paso definitivo... somos nosotros y sólo nosotros quienes tomamos esa vereda. La cuestión es saber si hemos escogido acertadamente... Por ejemplo: en el tema de las parejas, creo que Dios nos muestra la que tenemos "asignada", aquélla o aquél destinados a hacernos felices... pero somos nosotros quienes debemos identificar esa situación y darnos por aludidos. La cuestión es verdaderamente trascendental, pues considero que sólo una minoría comprende que ése/ésa es su amor. Una elección equivocada o acertada, nos conducirá a sendas bien diferentes: a la de la Felicidad o a la de la Apatía más infinita. Para los que ni siquiera arriesgan, les corresponde la de la Soledad.
La pregunta clave sería pues: ¿qué debo hacer para acertar? ¿cuál es el secreto para no errar la senda adecuada?
¡ Preguntas, siempre preguntas! Pues bien, os daré mis respuestas. El quid de la cuestión es la introspección más absoluta, la búsqueda del conocimiento interior... la consecución de nuestro propio santuario. Creo y cien veces creo, que nada es casual... que nacemos con un fin supremo... y éste es el de lograr ser los dueños de nuestro reino... y no hay otro reinado más importante que el de nuestros espíritus, de nuestras almas...
Por supuesto, es un camino durísimo, posiblemente de muy complicada victoria... pero es el único. Suele postularse, que nada de lo que merece la pena, es sencillo de obtener y aquí estamos hablando nada menos que de la obtención de nuestra felicidad. Así es que no escatiméis ningún esfuerzo... sufriréis, lloraréis, gritaréis... casi perderéis toda Esperanza... pero todo ello y cualquier otro sufrimiento que seguro deberéis afrontar, es poco... porque al final del camino, al final de tanta penuria... vuestro Sino, vuestro verdadero Destino, estará ahí, abrazandoos y entre lágrimas de infinita dicha, miraréis a vuestro alrededor y una sonrisa eterna jamás se borrará de vuestras almas.

DEL ÉXITO.
¿Qué es el éxito? ¿De qué depende? ¿Cómo se obtiene? ¿Para qué sirve? Son muchas preguntas para no obtener demasiadas respuestas, acaso ninguna definitiva.
El éxito puede convertirse en un aliado o en tu peor enemigo. El éxito obnubila las mentes. Nos acerca a lo inmediato y nos aleja para siempre de nosotros mismos. El éxito es la fórmula más utilizada para huir hacia adelante. El éxito es caprichoso y egoísta porque no obedece a postulados nobles. Quien busca el éxito, suele encontrar la desolación.
¿Por qué los hombres somos tan necios? ¿Por qué no comprendemos que la verdadera victoria no reside en lo superficial, en lo material, en lo mundano? ¿Por qué no nos damos cuenta de que no se trata sino de una engañifa para corrompernos, para aniquilarnos?
Dice Vargas Llosa que el éxito no depende tanto del talento como de la suerte. Entonces, ¿para qué buscarlo? ¿para qué perder esfuerzos y energías en algo tan caprichoso y tan injusto?
Imagino entre las sombras de la existencia, entre los muladares de la injusticia, a personas sencillas, con una mirada suave, limpia... caminando entre tinieblas, sin un sólo gesto de reproche, sin una sola tentación de represalia... Las imagino a su vez, imaginando qué sería de su vida si hubiesen sido tocados por la varita de la Fortuna, por la magia del Reconocimiento... Si hubiesen vivido en un mundo en el que están todos los que son...
E imaginándomelos, veo sus almas. Unas almas atormentadas por la negación de un destino que nunca se cumplió, un destino que desde siempre estaba condenado a cumplirse pero que alguien decidió que a ellos, ¡sí, precisamente a ellos y no a otros! les quedaba vedado... y con ello, quedaban marcados sus anhelos, sus sueños, sus ilusiones, con la señal del eterno infortunio, del eterno penar.
De una cosa estaban absolutamente seguros: habían sido condenados. Comparaban y comparaban y no comprendían sino mediante la condena, su alejamiento definitivo, irremediable... atroz.
Porque el éxito es otorgado al azar como si al principio de los tiempos se realizase un sorteo y ya nada ni nadie pudiese cambiar el resultado.
Y luego están las personas que lo buscan, que se deshacen en esfuerzos vanos, pues si tienen la señal, nada pueden hacer. Nacen condenados, exiliados de la felicidad, porque... ¿puede ser feliz alguien a quien le han amputado aquello para lo que nació? ¿Qué tamaña crueldad es ésta?
Por ello, si esto es así, mejor sería dejarse gobernar por la suerte.
Sin embargo, he de apuntar una opinión a la que me adhiero en su totalidad: es la expresada en El príncipe de Maquievelo. En su capítulo XXV, trata de Cuánto dominio tiene la Fortuna en las cosas humanas, de cómo podemos restirla. Resumiré su teoría con una breve sentencia. Espero que os sirva: la fortuna demuestra su dominio cuando no encuentra una virtud que se le resista. O lo que es lo mismo: cultivan la virtud, y después veremos si la Fortuna es de tal envergadura que puede derribarla.
En definitiva: creo que el éxito no depende tanto de la Fortuna como del grado de virtud que poseamos, porque cuanto mayor es éste, menos influencia tiene aquélla.

DEL SENTIDO DE LA EXISTENCIA
Mucho se ha escrito al respecto. Muchas han sido y serán las ideas sobre este equívoco tema. ¿Qué hacemos aquí? ¿Hacia dónde nos dirigimos? Lo que sucede a nuestro alrededor, ¿tiene un significado o se debe todo a la casualidad? En definitiva, ¿hay un sentido que guía nuestros pasos o no lo hay? Y de haberlo, ¿cuál es éste?
Permitidme que puntualice que lo que aquí y ahora voy a exponer es tan solo mi modesta opinión. Eso sí: modesta pero infinitamente sincera opinión.
Comenzaré por atenerme únicamente a los hechos. Y miro a mi alrededor. ¿Qué es lo que ven mis ojos? Ven tristeza y desolación, patetismo, vulgaridad, hipocresía, falsedad, desasosiego, envidia, ignorancia, miedos, pusilanimidad, cobardía... Ven guerras estúpidas, hambre, desigualdad, rencores, egoísmo, maldad...
Para los optimistas veo: amaneceres ficticios, sonrisas inmediatamente apagadas, momentos felices, que no felicidad... momentos que tan pronto nacen, desaparecen... Veo oscuridad pintada por aquéllos de color de rosa, a sombras bailando al son de ilusiones absurdas... absurdas por sabidas desaparecidas.
Detengo mi caminar, levanto la mirada al cielo o quizás debiera mirar al infierno, y me pregunto: ¿quién es el responsable de esta atrocidad, de esta tortura, de esta desolación a las que algún insensato se obceca en llamar vida? ¿Acaso hay algo más cruel que la muerte en vida? ¿Qué es más doloroso que ver a tu gente morir, saber que a cada paso parte de nosotros ya ha muerto? ¡Qué maravillosa es la vida... con dolor, con rencor, con injusticia, con desazón!
Porque algunos me objetarán: "No debes quejarte, pues hay gente peor que tu". Precisamente por eso me quejo: ¿Cómo podéis dormir tranquilos cuando vuestros semejantes pasan hambre, enferman por no tener medicamentos, no saben siquiera leer y escribir y no tienen ni un techo en el que cobijarse? ¡Ellos son nosotros! ¡Nosotros debiéramos ser ellos! ¿Por qué no os preguntáis qué hubiese ocurrido si en vez de nacer en vuestros hogares lo hubieséis hecho en el corazón de África o en un lazareto asiático? Pero... ¿para qué torturarse? Mejor complacerse con nuestra suerte... ¡Pero si también es la nuestra! Si la Humanidad somos una: ¡Somos! Y en este "somos" no hay exclusiones, no hay diferencias... y un caso de bienestar no puede justificar un millón de penuria, hambre, injusticia.
Siento tanta tristeza, me duelen tanto las ideas, es tan desolador respirar este aire contaminado por la iniquidad, por la soberbia, por la indiferencia, por la ignorancia, que si no fuese un cobarde o no creyese en Dios, me hubiese suicidado.
En este punto es en el que entra el sentido que le doy a esta sinrazón, a esta desolación, a esta patética existencia, a esta muerte en vida... Observo y medito: la melancolía me devora, la tristeza me subyuga, el dolor infinito me corroe... Y en medio de estos sentimientos, descubro que hay un sentido para todo, que no es posible que lo único que haya sea esta barbarie, esta alucinación... Y aquí, entra Dios, y desde lo más profundo de mi alma, comprendo que el sentido de la existencia, no puede ser otro que el de sufrir, el de pagar en vida lo desalmados, lo burdos y ruines que somos. Y sabiendo lo que he de saber, me preparo para aceptar las reglas de un juego en el que nunca puedes ganar... Un juego en el que la cotidaneidad es la tortura, y en el que nos son ofrecidas pequeñas alegrías para que no dejemos de apagar nunca el fuego de la ilusión, de la esperanza, de los sueños. Pero tan solo son pequeñas alegrías, pequeñas por breves... por excepcionales.
Para finalizar, permitidme un apunte personal: esta mañana iba caminando escuchando música. Y vi a un hombre y una mujer. El hombre mediría 1,75 cms y la mujer 1,60cms. Ambos de pelo absolutamente blanco. Calculo que tendrían alrededor de 80 años aproximadamente. Uno a cada lado, llevaban abrazado supongo que a su hijo, de 1,85cms. Era oligofrénico, muy pesado y apenas podía andar, pues parece que tenía deformaciones que le impedían caminar sin retorcerse. La escena consistía en ver cómo dos ancianos que apenas podían conducirse a sí mismos arrastraban a su hijo. Fue tanta la impresión que me causó, que me quedé parado observando, paralizado. Yo estaba en la otra acera. Recuerdo que estaba escuchando The final coutndawn, canción que como sabéis inyecta optimismo. Pues bien, esa imagen apagó el sonido del walkman y hubiese apagado el de cualquier sinfonía aun interpretada por los mismísimos ángeles. Sobran las palabras.
Ahora, solo queda que cada uno de vosotros, en la soledad de vuestros espíritus, trate de reconciliarse consigo mismo y con la humanidad. ¡Ójala!

ENSAYOS GABRIEL PUYO. De la Decadencia, del Desarraigo, Despedidas y Adioses.

LA DECADENCIA.
"... la decadencia está prohibida en tu mente..." , reza la canción. ¡Qué dura es esta vida! Nos consolamos con lo inmediato sin querer darnos cuenta de que a cada paso que damos, dejamos una parte de nosotros atrás, y con ello, nos acercamos más al último viaje.
El problema, el patetismo de la existencia, es que no queremos afrontar la vida tal como es. Aquello del principio y del fin es una de las claves de la existencia. Deberíamos aprender que la vida es una oportunidad que Dios nos da. Una oportunidad limitada en el tiempo, finita... ¿Es tan complicado entenderlo? ¿Por qué hemos de compadecernos de los que llegan al fin de sus días? Su tiempo acabó. Pueden parecer duras mis palabras, pero es así como pienso. Pero... duras, ¿por qué? Es ley de vida y así son las reglas del juego.
Conozco a personas ancianas que presas de la no aceptación del paso del tiempo, caen en el mayor de los egoísmos. Aterrados ante la posibilidad de un posible final, no cejan en su empeño de hacer malvivir a quienes les rodean. Sus miedos e hipocondrías se intensifican de tal modo, que quienes les acompañan, viven en un continuo temor. En realidad, la explicación es que necesitan estar infinitamente arropados. Pero... vuelvo a lo anterior: infinitamente arropados, ¿por qué? ¿Tan complicado es aceptar que el tiempo no perdona, que a cada momento morimos, que nos queda menos para el fin?
Todo ello no quita lo duro de esos últimos momentos. La observación impotente de la pérdida de operatividad de nuestros órganos, ver cómo cada día pesa un siglo, como cada paso se hace una eternidad... Pero es que la vida es así de triste, de dura...
Ocurre que en tiempo de bonanza no nos acordamos de las tempestades, pero la bonanza de la juventud y madurez pasa, y queda la tempestad de la senectud. ¡Comenzad a aceptarlo! Y cuanto antes mejor. Dicen que el valor de un hombre se mide por las veces que se levanta cuando cae, yo añadiría que el valor de un hombre queda constatado por el honor con que acepta a nuestra compañera La Muerte.

DEL DESARRAIGO.
El desarraigo... ¿qué es eso? ¿De qué estamos hablando? ¿Cuál es su significado? Arraigarse es echar raíces, luego desarraigado, es aquél que no tiene raíces o que no se identifica con una situación, un lugar, una vida...
Desde la observación de mis propios demonios, postulo que es necesario ser un desarraigado, que somos débiles y acomodaticios, que siempre caminamos por la misma senda, y por ello, al final, acabamos yendo a los mismos lugares y llegando a las mismas conclusiones.
Ser desarraigado es no conformarse con lo que tenemos a nuestro fácil alcance, es conocer y conocer... tener ambiciones... salir de lo inmediato... ¡Arriesgar!
El arraigo que inevitablemente la vida nos produce, no es sino un maldito hechizo que nos coarta la libertad, nos destruye las ilusiones, mina poco a poco nuestras esperanzas...
Muchos se ponen a hablar de lo suyo como si fuese lo mejor que en la existencia pudiese haber. La expresión: "Pues yo soy feliz así", seguro que la habéis escuchado más de una vez en una de vuestras conversaciones. Esta sentencia, no es sino la consecuencia del arraigo que nos produce la pusilanimidad y la ignorancia. De acuerdo que así seáis felices en vuestro maravilloso arraigo, pero...quizás de otro modo, a lo mejor en otro lugar, te das cuenta del error en el que estabas. Error propiciado por tu obstinada conducta de no arriesgar, de no conocer, de ser más y más ignorante. Las cosas están ahí esperando para que las experimentemos, para que buceemos en su esencia, para que comparemos... Y una vez conocidas, podamos ampliar nuestra perspectiva... Y entonces, sólo entonces, afirma si después de habar conocido, sigues siendo tan feliz.
Y el arraigo, entonces, si eres uno de los pocos afortunados que has salido de la inmediatez, se convertirá en uno de tus mayores enemigos. ¿Cómo en este vida finita y breve, nos podemos limitar a un pequeño círculo? Ocurre que para abrir uno nuevo, hay que cerrar otro... y ello nos da miedo. "Más vale malo conocido que bueno por conocer" dirán algunos. Y yo les contesto: lo bueno por conocer es la fórmula mágica para alcanzar la dicha. Seguro que en mi necesario desarraigo sufro y me derrumbo alguna que otra vez, pero es que la derrota por buscar lo bueno conocido, al final... es siempre la mayor de las victorias.
A los arraigados, a esos que viven alegres en su lamentable ignorancia, sólo les digo que nunca es tarde para la consecución del reino de uno mismo, que nunca es tarde para mirarse por la mañana en el espejo y ver reflejado el semblante de una conciencia tranquila...
¡Id! ¡Luchad! ¡Haced vuestras maletas y venced la maldición de lo próximo! El ser un desarraigado es una de las cualidades más nobles del ser humano... Lloraréis, sufriréis, seréis sombras, pero al final del camino, al final de esa senda que unos pocos habréis elegido, os espera la mayor de las alegrías... el llegar a ser uno mismo y a poder admirar el amanecer con una mueca de satisfacción.

DESPEDIDAS Y ADIOSES.
Todos hemos sido despedidos y, a su vez, otros se fueron y nosotros nos quedamos. ¿Qué significado tienen las despedidas? ¿Por qué los adioses? ¿Se trata de una costumbre o hay algo más?
Lo cierto es que las despedidas se suelen teñir de tristeza... Parecen significar un final, un adiós, un presagio de ausencia, presagio inmediato... Lo que ha sido, deja de ser... Quien estuvo, va a dejar de estar... Te vas, yo me quedo... Te dejo y tú permaneces aquí...
De lo que no cabe ninguna duda, es de que las despedidas son un cúmulo de sentimientos muy diversos: tristeza, añoranza, indiferencia, temor, alegría, desolación... ¿Qué nos ocurre en estos momentos? ¿Somos nosotros o lo que creemos que debemos hacer? ¿Hasta qué punto expresamos verdaderamente lo que sentimos? Cuestiones todas ellas cuya respuesta sólo vosotros mismos, en la intimidad de vuestras almas, podéis responder.
Yo, por mi parte, declaro que detesto las despedidas... Que son la mayor de las derrotas... Que es tal la cantidad de sensaciones que recorren mi espíritu, que nunca podría expresarlas aunque tuviese todo el tiempo del mundo... Porque los sentimientos son sin palabras... Porque las despedidas son fundamentalmente palabras...
Sí, huyo de los adioses porque me obnubilan, porque me paralizan, porque me apresan... Lo que yo siento, queda agarrado en mis entrañas, queda apresado en un torbellino de sensaciones que luchan por salir pero que permanecerán siempre en mí...
Y lo que quise decir, no lo dije... Lo que quise confesar, no lo confesé... Lo que yo sentí, quedará para mí... ¡quedará!... Y los amigos se van... otros se quedan... La escena se repite, una y otra vez... Un año y otro... Y el mismo resultado: derrota, derrota por intentar jugar a un juego en el que nunca se puede ganar, porque el adiós es inevitable como también lo es la imposibilidad de decir... de confesar... de poner el alma en los brazos y ofrecerla...
Despedidas y adioses... sueños e ilusiones... el fin de un principio... el principio del inicio... ¿Quién sabe? Nos entristecemos porque alguien se nos va, porque ya no le vamos a ver, porque juraríamos que no vamos a poder seguir adelante...
Pero después del adiós y la despedida, llega nuestra amiga la costumbre... Y la derrota sigue siendo derrota, pero menos... y lo que pensábamos iba a ser algo irreparable, vemos cómo no lo es tanto... y seguimos tristes, pero menos... y los días pasan y aquellos recuerdos tan vívidos se difuminan, y lo que estaba claro en la despedida, se ha sumido en una densa niebla... y el tiempo sigue pasando... y la despedida tan dolorosa ya casi no duele... de hecho, llega a no doler...
Pero los sentimientos, el verdadero sentir, no necesita de adioses... porque jamás se difumina, porque jamás cae en las redes del olvido... Porque la desesperación que yo siento porque tú no estás, porque vosotros no estáis, ninguna maldita costumbre podrá arrebatármela, porque lo que yo siento dentro de mí está grabado con letras de fuego en mi corazón...
Y confieso, que seguiré rehuyendo las despedidas, los adioses porque son una causa perdida, porque son incompatibles con lo que yo siento, con lo que tengo tan dentro de mí...
Y alzo la vista al cielo... está anocheciendo... las ramas de los árboles son acariciadas por el viento que anuncia el fin del verano... el día va a concluir, pero yo no me despido de él, porque sé muy bien que pronto amanecerá, y que después, otra vez el día acabará... y mi sentir, permanecerá por siempre jamás navegando entre la sangre que recorre mis venas... porque cuando se siente de un modo sincero, porque cuando la piel se estremece sólo con el recuerdo... ningún adiós ni ninguna despedida podrá expresar el torbellino de angustia y pesar que sacuden todo mi ser...

Y en la soledad del día, en el exilio de la tristeza, siento que pronto os volveré a ver y que si no os vuelvo a encontrar... sé que jamás dejaréis de estar a mi lado... aquí, en mi corazón...