Tuesday, April 24, 2012

My roof, my rules

It is normal for your teens to spend all their free time with their friends and sometimes they will seem to be joined at the hip. When there is a fight between them, it is serious. They may act as if their world is crumbling around them. To your brokenhearted teen, it is! Do not be surprised if they are best friends again in two days; it happens.

How do you judge their friends? Is it your place to judge them? First of all, do not judge them purely on their appearance. That gothic freak, dressed all in black, may have just received a full scholarship to a prestigious college and that cute little friend of your daughter’s may be a thief. It is your place to protect your teen and if that means making judgments about their friends, so be it. Look for manners and respect in your teen’s friends.
We ran into a few of our oldest daughter’s school friends at a local festival. We were having a small gathering of our own friends over for a cookout that evening and she wanted to invite her friends as well.
“That is fine,” we told her, but her one friend, I’ll refer to him as Joe, was wearing rather unsuitable clothing for our affair. We politely asked him to change his clothing before arriving for dinner and he said he would. Really it was just his pants that were offensive. They were filthy, literally falling off him; the bottoms were torn and tattered and his underwear was showing. (Trip pants, maybe you have heard of them? I think the phrase stuck because the kids wearing them are always tripping over their own pants.) Well, Joe decided to show up at our home without first having changed his pants as we requested. My husband hit the roof and demanded that he leave. I walked outside with Joe and explained how he had disrespected our home and our rules. “My roof – my rules!”
The next time I saw Joe, he had quit school and was shuffling up the street in the same baggy jeans, with a cigarette hanging from his lips. I can only imagine where Joe is today! The point is Joe showed no respect, and if you don’t give respect, you surely will never receive it!

Monday, April 16, 2012

We Have A Map Of The Piano - Múm

Iberoamérica y los dictadores


Esto es lo que se observa en gobernantes como Rafael Correa, Hugo Chávez, Daniel Ortega y Evo Morales cuando respaldan la satrapía criminal siria de Bachar al Asad, condenada por la ONU –e ignorada por el Brasil de Dilma Rousseff–, como poco antes echaron pie en tierra por la de Gadafi.
Esta actitud, o una variante de ella, es la que asombrosamente prevalece en las propuestas del colombiano Juan Manuel Santos, más preocupado en restaurar las buenas relaciones entre la dictadura de los Castro y Estados Unidos que en condenar los excesos de esa tiranía y ayudar a sus víctimas.
Ese es el espíritu que recorre la Celac, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, creada recientemente no solo para excluir de ella a Canadá y Estados Unidos, sino para no tener que sujetarse al rigor de un compromiso democrático que obligue a sus miembros a defender la libertad y condenar las violaciones de los derechos humanos.
Esa es la triste atmósfera que se ha respirado en Cartagena en estos días de la VI Cumbre de las Américas, pese a que en la de Quebec, celebrada en el 2001, se fijó un marco moral y político que tomaba en cuenta los valores democráticos, hoy lamentablemente ignorados por muchos gobernantes latinoamericanos.
Durante más de cuarenta años los políticos norteamericanos eligieron la seguridad nacional por encima de las consideraciones morales. Era la lógica de la Guerra Fría. Casi cualquier cosa resultaba mejor que un triunfo de los comunistas o de algún gobernante que les abriera la puerta.
Los espadones, si se comportaban como genuinos anticomunistas, eran respaldados por Washington aunque violaran sistemáticamente los derechos humanos y civiles de sus compatriotas. "El enemigo de mi enemigo es mi amigo, aunque sea un sinvergüenza" es un vil proverbio que se encuentra en todas las lenguas.
La izquierda y muchos demócratas consecuentes bramaban contra esa disonancia norteamericana. La más vieja y próspera democracia moderna del planeta, paladín de la libertad, debía ser congruente con sus ideales. Era un acto de cinismo defender esos valores en Estados Unidos y abrazarse con dictadores desalmados en el resto del mundo. Los políticos norteamericanos lo sabían y se excusaban alegando que se trataba de un mal menor. Ni siquiera estaban ante un dilema nuevo: durante la Segunda Guerra habían sido aliados de Stalin para combatir a Hitler.
Pero en 1991 terminó la Guerra Fría. Ya se podía escoger a los amigos escrupulosamente. El rigor moral había dejado de ser peligroso. Mientras tanto, en América Latina ocurrió un fenómeno paralelo a la disolución del bloque comunista. Entre 1983, cuando terminó la dictadura militar argentina, y 1990, cuando le tocó el turno a la chilena, todos los gobiernos latinoamericanos, menos Cuba, fueron resultado de las urnas.
A partir de ese punto, los organismos que surgieron incorporaron una cláusula democrática: sólo podían pertenecer las democracias plurales en las que se respetaban los derechos humanos y civiles de los pueblos. Eso es lo que se lee en los documentos fundacionales del Grupo de Río, y de Mercosur.
Finalmente, el 11 de septiembre del 2001, mientras ardían las Torres Gemelas en Nueva York, todos los miembros de la OEA firmaban en Lima la Carta Democrática. Era la apoteosis de la coherencia ética. Nunca más se recurriría al cínico doble rasero de defender la democracia en casa y abrazarse a las dictaduras fuera de ella.
Mentira. Hoy, sin ningún pudor, casi todos los países latinoamericanos han dejado de defender la libertad y los atributos de la democracia liberal. El chavismo hace y deshace en Venezuela y a nadie le importa. Correa y Evo Morales conculcan los derechos fundamentales en Ecuador y Bolivia y ningún gobernante latinoamericano los censura. La dinastía militar cubana reprime ferozmente y los países hermanos miran a otra parte. Daniel Ortega se roba las elecciones parciales en Nicaragua y corrompe y adultera las generales, y no hay una voz que lo condene.
América Latina es hoy el reino de la amoralidad política. Todo vale.

Saturday, April 7, 2012

Las empresas se ahorran 72.000 empleos con las horas extas que no pagan. España, país bananero.


Los trabajadores asalariados españoles realizan un total de 5,19 millones de horas extra a la semana, de las que las empresas pagan sólo pagan cerca de la mitad, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
En concreto, cada semana los trabajadores realizan 2.521.800 horas extraordinarias por las que no son remunerados por sus empresas, lo que supone un total de 72.028 jornadas laborales completas de 35 horas semanales.
Es decir, las horas extra no pagadas por los empresarios equivalen al trabajo de más de 70.000 ocupados a tiempo completo, según datos del último trimestre de 2011.
Además, durante los últimos tres meses del año pasado las empresas han dejado de pagar cerca de 150.000 horas extraordinarias que antes sí que remuneraban.
En comparación con el trimestre anterior, el número total de horas extra permaneció prácticamente igual (en 5,19 millones) pero el número de horas no remuneradas aumentó en 158.400 mientras que las que las empresas sí que pagan se redujeron en 155.500.
El sector en el que se realizan un mayor número de horas extra sin remuneración es el del comercio y la reparación de vehículos, con 432.700 horas adicionales a la semana.
A continuación se sitúa la educación (247.400 horas ) y lasactividades de información y comunicación (233.700 horas). Es precisamente en la educación donde una mayor parte de las horas extra no se paga (94,5% del total), seguida del sector financiero y de seguros (81,7%).

Friday, April 6, 2012

La cooperación española benefició a políticos y gobiernos corruptos. Libertad Digital


Los organismos y agencias internacionales cada vez ponen más énfasis en la importancia de mejorar la calidad y eficacia de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD). Al mismo tiempo, sin embargo, continúan defendiendo la conveniencia de aumentar las cuantías destinadas año a año, pese a las crecientes dudas sobre su positivo papel.
Desde 2005, y cada tres años, la OCDE -organismo que, a través del Comité de Ayuda al Desarrollo (DCD-CAD) es el órgano responsable de la gestión de los flujos de AOD internacionales- ha organizado tres Foros de Alto Nivel sobre la Eficacia de la Ayuda, comenzando en París, Accra, y el último en Busán (Corea) el pasado diciembre.
Fue la Declaración de París la que inició con más fuerza este debate, al enfatizar las cuestiones cualitativas. En este sentido, y en consonancia con el consenso de los expertos en sus diagnósticos sobre la política española de cooperación, los Planes Directores de la Cooperación Española se adhieren a estas directrices. Pero una cosa son las palabras y las intenciones -reflejadas en los Planes Directores o Declaraciones internacionales- y otra los hechos.
Al calor del reciente y creciente interés por parte de los organismos internacionales, han surgido diversos indicadores que tratan de aproximar los aspectos cualitativos de la ayuda al desarrollo de los principales donantes internacionales. Según el reciente y completo trabajo del Real Instituto Elcano, titulado Nunca desaproveches una buena crisis: hacia una política pública española de desarrollo internacional, estos indicadores "arrojan un panorama de luces y sombras en el que hay un importante recorrido para mejorar".
Así, por ejemplo, en la clasificación de mejores y peores prácticas de las agencias de ayuda de Easterly y Williamson (2011)España se sitúa en la posición 34 de un total de 42 agencias (23 bilaterales y 19 multilaterales). Este indicador penaliza la escasa calidad de la ayuda española en materias de especialización y selectividad de proyectos, además de efectividad en la distribución, costes administrativos y transparencia.
Pero el caso español tampoco es una excepción del mediocre desempeño de las agencias. En este trabajo, titulado ilustrativamente Rhetoric versus Reality: The Best and Worst of Aid Agency Practices, los autores concluyen que los donantes ni siguen las "mejores prácticas", tal y como se exponen en los -normalmente pomposos- documentos oficiales de las agencias de ayuda, ni su desempeño ha mejorado con el tiempo. Parece claro que si estas instituciones estuvieran sometidas a la competencia del mercado habrían desaparecido hace mucho tiempo.
El economista del desarrollo José María Larrú (2009) ha mostrado cómo España, al igual que otros donantes internacionales, no castiga a los países más corruptos cuando asigna sus flujos de ayuda privándoles de este instrumento. Larrú muestra en un trabajo reciente cómo "tres países de entre los 20 más corruptos han sido considerados como prioritarios de la Cooperación Española según su Plan Director 2005-2008: Angola, Haití y Paraguay. Estos dos últimos vuelven a serlo para el Plan Director 2009-2012".
Otros países también altamente corruptos reciben un trato especial de la cooperación española, como es el caso de Guinea Ecuatorial -antigua colonia española-. Pese a que el país está dirigido de forma dictatorial por el tirano Teodoro Obiang desde hace tres décadas, España es su principal donante de ayuda externa. Según datos de la OCDE, entre 2003 y 2009 el Gobierno español ha concedido más de 140 millones de dólares al régimen de Obiang, que representa cerca del 80% de toda la AOD recibida por este país.
Como señalaba El País, citando el testimonio de un empresario europeo que hace negocios en el país, el dictador "ha repartido los negocios clave entre sus hijos legítimos y sus sobrinitos. Él decide quién exporta madera y quién no. Y lo decide exigiendo comisiones millonarias a las madereras extranjeras, de las que es un socio más". No obstante, aparte de algunas excepciones como Iraq o Marruecos, el foco principal de la cooperación española se encuentra en Latinoamérica.
Diez receptores que han recibido más AOD neta de España (en millones de dólares corrientes norteamericanos. Promedio 2000-2009)
Fuente: Elaboración propia con datos de World Development Indicators
Desembolsos de ayuda neta concedida por región
Fuente: Aidflows.org
En lo que respecta a la distribución geográfica de la ayuda, los desembolsos reales contrastan con las prioridades de países establecidas en el Plan Director. Así, como señalan los investigadores del Real Instituto Elcano, de los 43 países que aparecen en el top ten de receptores de AOD española en el periodo 2000-09, sólo 17 son considerados prioritarios en los documentos oficiales, mientras que los 25 restantes no lo son.
Por otro lado, existen evidencias de que los fondos de ayuda en ocasiones se utilizan para avanzarproyectos de carácter ideológico más que de desarrollo. Así, por ejemplo, un estudio de UPyD, que analizaba la concesión de subvenciones de la Agencia de Cooperación Internacional de las Islas Baleares (ACIIB), encontró que un gran número de proyectos tenía que ver con el avance del comercio justo o modelos de organización social colectivistas (bajo el epígrafe de "economía de las comunidades"), la igualdad de género y otros conceptos vaporosos con gran arraigo en la izquierda.
Asimismo, como dimos cuenta desde Libre Mercado, fondos públicos de la Agencia Española de Cooperación fueron destinados a financiar una campaña publicitaria del Gobierno de Costa Rica para convencer a sus ciudadanos sobre la bondad de una importante subida de impuestos.
Si a todo esto le añadimos los casos de corrupción de ONGs o las sospechas que acabaron en ladetención del director general de Integración y Cooperación de la Generalidad Valenciana, el panorama sugiere que existe una amplia divergencia entre los objetivos y principios directores de la cooperación española y la realidad.
De esta forma, se ponen de manifiesto las graves deficiencias que existen en lo que respecta a la rendición de cuentas y evaluación de la ayuda. Junto a esta carencia, los expertos señalan la inadecuada arquitectura institucional y administrativa, la insuficiencia en las capacidades de los recursos humanos y la excesiva dispersión geográfica y sectorial de la ayuda como los otros grandes problemas del sistema de cooperación español.
Como indica José María Larrú en su libro La ayuda al desarrollo: ¿reduce la pobreza?:
El altruismo o la "buena voluntad", el destino a "una buena causa" ha hecho que el sistema [de cooperación] no se dote de evaluación de resultados y la inercia o el interés político sean variables altamente explicativas del origen y destino de flujos de ayuda.
Según este economista, uno de los retos principales de la cooperación española consiste en generar un marco de incentivos adecuado para pasar de un sistema centrado en el control burocrático-financiero a otro orientado hacia resultados. Incluso admitiendo que la ayuda debe jugar un papel, lo sensato -desde el punto de vista económico- no sería aumentarla, sino, en primer lugar, asegurarse bien de que los recursos ya existentes se dedican a fines beneficiosos y con impactos altamente positivos.
Sin embargo, como veremos en el próximo artículo de esta serie, esto puede ser más complicado de lo que parece, dados los problemas inherentes a los que se enfrenta la ayuda al desarrollo.