Monday, January 31, 2011

José María Aznar. Discurso FAES acerca del Estado de las Autonomías

“En el debate sobre el Estado autonómico se ha alcanzado un nivel de confusión que
debemos despejar lo antes posible. Un nivel de confusión que nace de la moda de
debatir sobre estereotipos, eslóganes y prejuicios, en lugar de hacerlo sobre análisis
detallados, estudios sólidos y juicios solventes.

El estudio que hoy presentamos no ayudará en nada a los amantes del eslogan
estruendoso, porque es fruto de un trabajo concienzudo obra de tres personas expertas y
serias. Quiero dar las gracias a los tres autores: a Julio Gómez-Pomar, a Mario Garcés y
a Gabriel Elorriaga, porque trabajos como éste son la base que necesitamos para que el
debate político en España se apoye en datos y argumentos y pueda así elevarse desde el
ínfimo nivel al que algunos lo han rebajado.

Porque, en buena medida, nuestro futuro como nación va a depender de que sepamos
abordar en serio los debates realmente importantes. Y entre ellos destaca la necesidad de
una profunda reforma de nuestro modelo de gestión territorial para hacer lo que otros
países, comenzando por Alemania, ya han hecho recientemente: transformarlo en un
activo económico y social que ayude a generar progreso y bienestar y que vertebre
mejor al conjunto del país.

Quiero aprovechar la presentación de este magnífico Informe de FAES para exponer
muy brevemente tres razones que hacen inaplazable un debate serio y profundo sobre la
reforma de nuestro Estado autonómico. Tres razones que no agotan los argumentos a
favor de esta iniciativa pero que, a mi juicio, son suficientes para mostrar su
importancia.

En primer lugar, me parece esencial señalar que la reforma del Estado autonómico no es
sólo ni principalmente un asunto local, como algunos pretenden. Muy al contrario, es un
asunto de política nacional y ya se ha convertido en un tema inaplazable de política
europea de primera magnitud.

Lo es porque el proyecto de moneda común, que es el euro, tiene que avanzar hacia
nuevos compromisos de gobernanza, de disciplina presupuestaria y de competitividad
de los que deben responsabilizarse todos los niveles de la Administración.

En este nuevo contexto europeo, con exigencias perentorias, el rendimiento económico
e institucional de España debe mejorar sustancialmente. El rendimiento económico y
el institucional no se pueden conseguir el uno sin el otro. Hoy menos que nunca. La
renuncia a cualquiera de ellos será un lastre para el conjunto.

Alemania, modelo a seguir

Hace ya algunos años, Alemania, una nación con estructura federal, con unos estados
federados, por cierto, con menos competencias que nuestras comunidades autónomas,
inmersa por entonces en una dura crisis económica, llegó a la conclusión de que el
funcionamiento defectuoso de su modelo federal bloqueaba la adopción de las reformas
necesarias para el país y frenaba su modernización.

Alemania llegó a la conclusión de que su modelo de organización territorial necesitaba
reformas. Reformas para hacer posible el gobierno para todos los alemanes, gobernara

quien gobernara. Y reformas también para evitar solapamientos, duplicidades y, por
tanto, una fuerte sobrecarga de gasto público, es decir, de impuestos, con lo que ello
representa de dificultad para competir en la Europa del euro.

Las dos grandes fuerzas políticas alemanas acordaron una reforma constitucional que
mejoró notablemente el gobierno de la nación. Se trata de un ejemplo de cómo se
pueden hacer bien las cosas en una nación europea mediante fórmulas de amplio
consenso político.

El nacionalismo y la izquierda, en busca del “desbordamiento de la Constitución”

Hoy, buena parte de la atención de nuestros socios europeos y de las principales
instituciones económicas de todo el mundo está puesta en cómo pensamos resolver los
españoles los problemas que se manifiestan en nuestro modelo de organización
territorial.

Porque en estas circunstancias, pensar que basta con seguir haciendo política de vuelo
corto con el modelo autonómico sería sencillamente dar la espalda a los problemas. Así
han venido haciéndolo en nuestro país los que tenían que abordarlos, con los resultados
que todos sufrimos.

En este debate, confieso que cuesta recibir lecciones de autonomismo de los que no han
dejado de proclamar que el modelo autonómico de la Constitución es una fórmula
caduca e incluso un obstáculo para la convivencia. Me refiero, como pueden suponer, al
nacionalismo independentista y a la izquierda que ha buscado el desbordamiento
de la Constitución para imponer por la puerta de atrás una fórmula confederal en
España.

Comenzaré por recordar que el informe de FAES que hoy presentamos lleva por título
‘Por un Estado autonómico racional y viable’.

Eso quiere decir que, en mi opinión, y me gustaría subrayarlo, las Comunidades
Autónomas no son un problema. Lo que ocurre es que las Comunidades Autónomas
“tienen” problemas. Problemas que es necesario resolver.

Negar que las Comunidades Autónomas tienen problemas graves que hay que abordar
de inmediato es hacer un ejercicio de irresponsabilidad impropio de un país serio y que
aspire a proyectar confianza. Si queremos seguir formando parte del proyecto europeo
debemos resolver, entre otros, los problemas de nuestro Estado autonómico, porque
de lo contrario tendremos dificultades crecientes para seguir anclados en el euro. Y
eso supondría para España ver amenazada gravemente su condición de socio europeo de
primera y pasar a ser socio de segunda.

Es decir, supondría dejar de contar en Europa, quedar fuera de las grandes decisiones
europeas, y abandonar una de las claves de prosperidad y de modernización de nuestro
país desde 1978, una clave de prosperidad insustituible.

Por tanto, la primera razón para reformar el funcionamiento de nuestro Estado
autonómico es que queremos seguir siendo protagonistas del proyecto europeo. Y el
proyecto europeo necesita que España lo haga tan bien como sabe hacerlo.

La segunda reflexión que a mi juicio debe enmarcar el debate sobre el modelo territorial
es que nuestro sistema de bienestar está encomendado a las Comunidades Autónomas.
Y por cierto, me precio de que bajo mi Gobierno, y con pleno consenso, se completaron
las transferencias de Sanidad y Educación a todas las Comunidades Autónomas, con la
voluntad política de culminar nuestro modelo autonómico.

Hoy, por razones de eficiencia, de equidad y de coherencia política, necesitamos poner
al día este modelo para garantizar plenamente su futuro.

Han sido las comunidades autónomas las responsables de desarrollar y gestionar las
principales políticas de bienestar en las últimas décadas. Por eso debatir sobre los
problemas del modelo autonómico es mucho más que recrear los debates identitarios,
aunque a algunos les parezca entretenido dedicarse sólo a esos asuntos.

Son problemas que afectan de lleno a nuestro modelo de bienestar y que, por ello,
afectan a la cohesión social y a la igualdad de oportunidades que una democracia
avanzada debe asegurar. Se trata de garantizar que todas las administraciones trabajen al
servicio de todos los españoles.

En consecuencia, la segunda razón para reformar el funcionamiento del Estado
autonómico es ésta: para asegurar el futuro de nuestra sociedad de bienestar. Si no
estamos a la altura de las reformas que exige el modelo autonómico, será nuestra
sociedad de bienestar la que pague las consecuencias.

Finalmente, como tercera reflexión, quiero reiterar la opinión que tuve ocasión de
expresar hace algunos meses después de que el Tribunal Constitucional se
pronunciara sobre el Estatuto de Cataluña.

Tras la sentencia, creo que no es posible debatir con el rigor necesario acerca de nuestro
modelo autonómico sin tener presente que el Tribunal ha fijado ya de manera
inequívoca los límites jurídico-políticos del proceso descentralizador español. A
partir de ahí, se reconozca o no, el debate se sitúa en lo que el Consejo de Estado -en su
informe de febrero de 2006- llamó “la superación de la apertura del modelo
autonómico”.

En otras palabras, el modelo de Estado tiene una configuración constitucional definida
y, por tanto, no puede quedar a merced del aventurerismo político de mayorías
pasajeras. Un Estado puede ser muchas cosas pero, desde luego, no puede ser
imprevisible.

Hay quienes, frente al Estado autonómico, exhiben su nostalgia premoderna por
fórmulas confederales, ninguna de las cuales ha vivido para contarnos sus supuestas
ventajas.

Hay quien sigue patrocinando un destructivo juego de suma negativa entre el Estado y
las Comunidades Autónomas que debilita a todos. Y, por supuesto, en este repertorio de
despropósitos, hay quienes trabajan a favor de un Estado residual. Unos porque
consideran que ese Estado residual es el único deseable y otros porque creen que es el
único posible.

Pero nada de esto es la opción de la Constitución, y nada de esto es la opción de la
ciudadanía. Bien al contrario, todas ellas son apuestas políticas temerarias y
empobrecedoras. Y siempre propuestas de minorías, de minorías locales o políticas, no
de mayorías sociales.

Necesitamos un Estado capaz de responder a las exigencias y a las expectativas de los
ciudadanos. Un Estado capaz de asegurar:

las reglas del juego,
la igualdad ante la ley y los tribunales;
las políticas de cohesión,
el acceso de todos los ciudadanos en condiciones de igualdad a los servicios públicos,
y los derechos y libertades de todos y cada uno de los españoles en toda España.

Necesitamos un Estado capaz de impulsar las reformas necesarias, que pueda defender
de manera creíble nuestros intereses en el exterior. Lo necesitamos todos y lo
necesitamos ya. Un Estado que encuentra su fundamento en la Nación como único
sujeto soberano y en la Constitución como única fuente de legitimidad de sus poderes.
Un Estado de lo común, de lo que afecta a todos, de lo que todos tenemos derecho a
decidir, de lo que todos podemos legítimamente esperar de los demás.

Así pues, la tercera razón para reformar el funcionamiento de nuestro Estado
autonómico es ésta: para hacer plenamente vigente la Constitución de 1978 y para
preservar el derecho de la Nación española a decidir su propio destino libremente,
a trabajar por su prosperidad y a permanecer unida.

Tenemos que evitar que la deriva de nuestro modelo autonómico anule las ventajas y
oportunidades de ser un país grande en Europa. Tampoco debemos desaprovechar el
acierto para nuestra convivencia de la fórmula de organización territorial consagrada en
nuestra Constitución, que es la de de un Estado descentralizado.

El objetivo debe ser el pleno aprovechamiento de las economías de escala para que los
españoles compitan con éxito en el mundo globalizado. Porque España no puede
competir ni en Europa ni en el mundo con unas Comunidades Autónomas
aspirando a convertirse en mini-Estados. Simplemente, no es posible.

Al mismo tiempo, debemos estimular la competencia institucional entre las
Comunidades Autónomas para mejorar el rendimiento de nuestro modelo territorial en
beneficio de todos los españoles.

No podemos mostrarnos hacia el exterior como un territorio fragmentado,
enfrentado, inseguro y escasamente previsible. Tampoco debemos convertir nuestra

diversidad territorial en un viaje a ninguna parte impulsado por la obsesión de ser
“igual de diferentes”, una ambición tan extravagante como paradójica.

Confío en que dentro de muy poco tiempo los españoles respaldarán en las urnas la
búsqueda de un acuerdo ampliamente mayoritario en torno a la necesaria reforma de
nuestro modelo autonómico. Estoy convencido de que el Informe que hoy presentamos
constituye una contribución muy valiosa, fruto de la solvencia y el rigor intelectual de
sus autores, que será apreciada por todos los que desean lo mejor para nuestro país”

Sunday, January 30, 2011

Chogyam Trungpa. Biography

The founder of Shambhala was Chögyam Trungpa Rinpoche (1939-1987). Trungpa Rinpoche was the 11th descendent in the line of Trungpa tulkus, important teachers of the Kagyü lineage of Tibetan Buddhism. Renowned for its strong emphasis on meditation practice, the Kagyü lineage is one of the four main schools of Tibetan Buddhism. In addition to being a key teacher within the Kagyü lineage, Chögyam Trungpa Rinpoche was also trained in the Nyingma tradition, the oldest of the four schools, and was an adherent of the rimay or "non-sectarian" movement within Tibetan Buddhism. The rimay movement aspired to bring together and make available all the valuable teachings of the different schools, free of sectarian rivalry. Throughout his life, Trungpa Rinpoche sought to bring the teachings he had received to the largest possible audience.
After completing a rigorous monastic education Trungpa Rinpoche was installed as the head of the Surmang monasteries in eastern Tibet. When the Chinese Communist party took control in 1959, Chögyam Trungpa Rinpoche was forced to flee the country. At the age of 20, he escaped his spiritual home, leading a small party of monks on horseback and on foot on the difficult journey over the Himalayas to India.
In 1963, Chögyam Trungpa Rinpoche moved to England to study comparative religion, philosophy, and fine arts at Oxford University on a Spaulding Fellowship. During this time, he also studied Japanese flower arranging and received an instructors degree from the Sogetsu school of ikebana. In 1967, he moved to Scotland, where he founded the Samye Ling meditation centre, the first Tibetan Buddhist practice centre in the West. Shortly thereafter, a variety of experiences--including a car accident that left him partially paralyzed on the left side of his body--led Chögyam Trungpa Rinpoche to the decision to give up his monastic vows and work as a lay teacher. In 1969, he published Meditation in Action, the first of fourteen books on the spiritual path published during his lifetime. The following year represented another turning point in Trungpa's life, when he married Diana Pybus and moved to the United States, where he established his first North American meditation centre, Tail of the Tiger (now known as Karmê-Chöling) in Barnet, Vermont.

North America

Chogyam Trungpa Early years in North AmericaThe ancient teachings and practical instructions that Chögyam Trungpa Rinpoche brought with him found an eager audience in the America of the 1970s, a decade during which he traveled nearly constantly throughout North America, published six books, and established three meditation centres and a contemplative university (Naropa University). He became renowned for his unique ability to present the essence of the highest Buddhist teachings in a form readily understandable to Western students.
During this period, Trungpa Rinpoche conducted six Vajradhatu Seminaries, three-month residential programs at which he presented a vast body of Buddhist teachings in an atmosphere of intensive meditation practice. The seminaries helped train many of his students to become teachers themselves. Chögyam Trungpa Rinpoche also invited other teachers to come to the West and offer teachings, including His Holiness the Gyalwang Karmapa--head of the Kagyü lineage.
Also during this period Trungpa Rinpoche founded Vajradhatu (headquartered in Boulder, Colorado), the umbrella organization for the many centres that were springing up throughout the world under his direction. In 1976, he appointed Thomas Rich to be his Vajra Regent, a traditional position giving someone the responsibility of carrying on the teaching legacy left by a teacher. Vajra Regent Ösel Tendzin was the first westerner to be acknowledged as a lineage holder in the Kagyü tradition.

Beyond Buddhism

Late in the 1970s, Chögyam Trungpa Rinpoche expressed his long-held desire to present the path of meditation in secular terms. He developed a program called Shambhala Training, based on a legendary enlightened kingdom known as Shambhala. During the 1980s, while continuing teaching tours, Vajradhatu Seminaries, and book publication—and establishing a Buddhist monastery in Cape Breton, Nova Scotia, Canada—Trungpa increasingly turned his attention to the propagation of teachings that extended beyond the Buddhist canon. These activities included not only Shambhala Training, which was attracting thousands of students, but also Japanese archery, calligraphy, flower arranging, tea ceremony, health care, dance, theatre, and psychotherapy, among others. In planting the seeds for these many activities, Chögyam Trungpa Rinpoche sought to bring, in his words, "art to everyday life." He founded the Nalanda Foundation in 1974 as an umbrella organization for these activities.
Chogyam Trungpa Flower ArrangingDuring the 1980s, Vajradhatu grew to more than 100 city-based centres (Dharmadhatus) spread throughout the world, which offered meditation and teaching programs and several rural contemplative centres where intensive meditation and study programs were held. At these various centres, which formed a large and somewhat informal network, students were introduced to the possibility of integrating meditation practice and study into their everyday lives. Depending on their interests and inclinations, students engaged in any of the many contemplative activities that are now part of the Shambhala organization--from traditional meditation practice to flower arranging and dance.
In 1986, Chögyam Trungpa Rinpoche moved to Nova Scotia, where hundreds of his students had settled. It would prove to be the last of his many moves. Not long after, in April 1987, Chögyam Trungpa Rinpoche's life came to an end. His passing was marked in an elaborate day-long ceremony, attracting more than 3,000 people, held on the Vermont land where he had first established a foothold in the West. Several years later, the Vajra Regent passed away as well. During the period following these deaths, the community and its leadership turned for guidance to one of Chögyam Trungpa Rinpoche's most revered and only living teachers, Dilgo Khyentse Rinpoche, then supreme head of the Nyingma lineage.

A New Era

PortraitIn 1990, at the urging of Dilgo Khyentse Rinpoche, Chögyam Trungpa Rinpoche's eldest son returned from a period of practice and study in Nepal to lead the community and direct the work Trungpa Rinpoche had begun. As the Shambhala lineage is passed from parent to child, Chögyam Trungpa Rinpoche had trained his eldest son, Sakyong Mipham Rinpoche (then known as the Sawang Ösel Rangdröl Mukpo), from childhood to take on this role. His first major directive as the Sawang was to bring the many activities of his father's students throughout the world under the umbrella of Shambhala International and to call each meditation centre under his direction a "Shambhala Meditation Centre" offering spiritual training, meditation instruction, and cultural activities under one roof.
In May 1995, with the organization in its twenty-fifth year, Shambhala Meditation Centres expanding throughout the world, and a well-established Nova Scotian community, the Sawang Ösel Rangdröl Mukpo was formally installed as Sakyong, leader of both the spiritual and secular aspects of Shambhala. At his enthronement as the Sakyong, he was also recognized by Penor Rinpoche--then supreme head of the Nyingma lineage--as the reincarnation of Ju Mipham, a revered nineteenth-century Tibetan meditation master and scholar. This ceremony marked an important milestone in the history of Shambhala International, confirming the role of Sakyong Mipham Rinpoche in carrying on what his father envisioned when he set foot on North American soil twenty five years earlier.

Legacy

The legacy of the Vidyadhara, Chögyam Trungpa Rinpoche remains vital today in the institutions he founded, the teachings he presented, and the dedicated practice of his students. It is also being preserved for the benefit of future generations in the following ways:

The Shambhala Mandala

ShambhalaOne of the greatest accomplishments of the Vidyadhara, Chögyam Trungpa Rinpoche was the establishment of the Shambhala mandala, a global basis for the transmission of the vision, teachings and practices he brought to the world. The teachings and transmissions passed on by the Vidyadhara are studied and explored in the expanding association of centres, groups and other entities he founded and which are now directed by his son and spiritual heir, Sakyong Mipham Rinpoche. In addition to centres and groups on five continents, the Shambhala mandala includes a range of other programs and institutions, reaching out into education, health care, social work, organizational change and innovation, publishing, and a broad spectrum of the arts.

Naropa University

Naropa logoFounded by Chögyam Trungpa Rinpoche in 1974, Naropa is the first of its kind as a Buddhist-inspired university in North America that integrates ancient traditions of wisdom into the curriculum of modern education. Since its inception, Naropa has been dedicated to contemplative education in which awareness of thought processes, sense perceptions and emotions are integrated into the study of specific disciplines.
www.naropa.edu

Shambhala Archives

Shambhala Archives Terma LogoThe Shambhala Archives is dedicated to preserving original records pertaining to the life and teachings of Chögyam Trungpa Rinpoche, Sakyong Mipham Rinpoche and other prominent Tibetan Buddhist teachers. It is a repository and resource for transcripts and audio-visual collections of Buddhist teachings. Currently, an Audio Recover Project is underway that will remaster and preserve in perpetuity more than 1,500 recordings of talks given by Chögyam Trungpa Rinpoche.
www.shambhalashop.com/archives/

Shambhala Publications

The Collected Works of Chogyam Trungpa RinpocheIn The Collected Works of Chögyam Trungpa, Shambhala Publications brings together in eight volumes the writings of one of the first and most influential and inspirational Tibetan teachers to present Buddhism in the West. Organized by theme, the collection includes full-length books as well as articles, seminar transcripts, poems, plays, and interviews, many of which have never before been available in book form. From memoirs of his escape from Chinese-occupied Tibet to insightful discussions of psychology, mind, and meditation; from original verse and calligraphy to the esoteric lore of tantric Buddhism. The impressive range of Trungpa's vision, talents, and teachings is showcased in this landmark series.
Chögyam Trungpa at Shambhala Publications

Nalanda Translation Committee

Since 2001, the Nalanda Translation Committee has been dedicated to the preservation and translation of early writings by Chögyam Trungpa Rinpoche. Chögyam Trungpa Rinpoche's nephew, Karma Senge, spent fifteen years searching out and compiling the writings composed by Chögyam Trungpa Rinpoche before his escape from Tibet. The collection totals about 400 pages and spans diverse topics, including liturgies, songs, and practical advice. 
www.shambhala.org/ntc/projects/collected_writings.htm

Rebuilding Surmang

Surmang DrawingThe Konchok Foundation is dedicated to preserving the unique spiritual tradition of Surmang Dutsitil, the home monastery of Chögyam Trungpa Rinpoche in eastern Tibet. Initial efforts are focused on supporting the education of the 12th Trungpa Tulku (the successor to Chögyam Trungpa Rinpoche at Surmang) and to rebuilding a shedra, or monastic college, there. The medical needs of the local community are being addressed by a sister organization, the Surmang Foundation.
www.konchok.org

Rigden Abhisheka

The Shambhala teachings, first revealed by Chögyam Trungpa Rinpoche in 1976, are being actively propagated through Shambhala Training and the teachings of his spiritual heir Sakyong Mipham Rinpoche. Terma or "treasure" texts are dense kernels of wisdom that often require oral explanation and elaboration into a complete path of meditation. In the case of the Shambhala terma, the Sakyong arranged and bestowed the first Rigden Abhisheka in the summer of 2005 as a prerequisite to advanced practices related to the Shambhala teachings as originally revealed by Chögyam Trungpa Rinpoche. 
www.shambhala.org/ntc/projects/early-terton.htm

StupaGreat Stupa of Dharmakaya

Dramatically transforming the landscape of Shambhala Mountain Center, The Great Stupa of Dharmakaya is an expression of the aspiration for peace, harmony and equanimity for all beings and the largest and most elaborate example of Buddhist sacred architecture in North America. Since its consecration in 2001, the Great Stupa has attracted thousands of visitors a year from all over the world.
www.shambhala.org/stupa.php

Chronicles Project

The Chronicle Project is a repository for a rich array of stories, interviews, travelogs, and features about the founder of Shambhala, Chögyam Trungpa, Rinpoche and his legacy. Its goal is to tell the story of his life in a detailed year-by-year account, to gather the oral history from those who knew him, and to preserve a record of his extraordinary legacy for future generations.
www.chronicleproject.com

Chögyam Trungpa Legacy Project

The Chögyam Trungpa Legacy Project is a newly founded project, dedicated to preserving and promoting the dharma legacy of Chögyam Trungpa Rinpoche through the preservation, propagation and publication of his dharma teachings. The Legacy Project also plans to initiate new projects and programming, to create a comprehensive virtual archive and learning community, and to create the financial base for current and future generations to support this mission. Through this process, the Legacy Project will enhance, enrich, and further inspire existing institutions and other manifestations of the Shambhala world that Chögyam Trungpa Rinpoche created.

The Roger Room. LA

A very nice place in LA.

 

Más sobre la ultraderecha. Carlos Dávila. Intereconomia.

Les sigo hablando, domingo sobre domingo, de cómo se las gastan los izquierdistas radicales con todos los que no comulgan, porque no les da la gana, con ellos. Lean: un separatista catalán, muy ciertamente ligado a la Masonería más intransigente, diputado que ha sido durante años en el Parlamento español del que ha cobrado sustanciosa nómina, dietas cada vez que ha viajado representando a nuestras Cortes y una pensión que va a percibir mientras viva, muy por encima de lo recibido por cualquier jubilado del país, se ha distinguido siempre por sus acerbas diatribas, rayanas en la acción judicial, al Partido Popular. Retrato sólo una de ellas: “La supremacía lingüística que promueve el PP es un genocidio cultural”.
Dice esto quien ha patrocinado desde su agónico y residual partido, la Esquerra Republicana de Cataluña, la persecución, multa incluida, de todos aquellos, sobre todo los tenderos del Principado, que se han atrevido a rotular sus negocios en nuestro idioma oficial: el español. Por su lado, el eficaz (denominación clásica) cómico Buenafuente en su programa en La Sexta, cadena de televisión patrocinada y autorizada por Zapatero, se suele mofar con desigual fortuna (él se piensa gracioso pero tiene el sentido del humor residenciado en el tafanario) de la Iglesia católica en general y del papa Benedicto XVI en particular. Tampoco deja siquiera en paz al mismo Dios. Lean esta perla cultivada salida de su enorme ingenio: “Jesucristo dijo: esto me lo ponéis en un edificio muy grande y a tope de oro”. Claro está que, al lado de otra representante de la izquierda cultural del país, la ignominia de Buenafuente se queda corta. Almudena Grandes, penosa escritora y deleznable mujer, escribió así en El País: “¿Imaginan el goce que sentiría al caer en manos de una patrulla de milicianos jóvenes, armados y –¡mmm!– sudorosos?”. ¿De quién estaba hablando la tal sufragista? Pues nada menos que de una reciente santa, de la madre Maravillas.
Cada vez que para el PSOE se acercan unas elecciones comprometidas, la que siempre se llamó “factoría Rubalcaba” pone en marcha su deleznable maquinaria. Como en 1996 y el celebre asesino dóberman que se inventó el ahora vicepresidente. Aquella vez no le salió del todo mal la treta a Ru-balcaba, por eso nuevamente a la vuelta del verano de 2010 volvió a repetirla, contando, claro está, con dos poderosos grupos mediáticos del oficialismo zapateril: el del hipermillonario de izquierda radical (ahí me paro) Roures y el agónico de Prisa.
Términos como “cornetas del Apocalipsis” o “caverna mediática” han hecho fortuna en este país para agrupar a periodistas que, sencillamente, no piensan como ellos y creen que lo que ha conseguido siete años de Administración socialista es sumir a España en una cuádruple crisis: institucional, territorial, económica y social. A los componentes de la tal “caverna” se nos achacan exactamente los deméritos y las taras que padecen, muy ampliamente, los miembros de esa izquierda radical (ahí me paro) que pretenden permanecer en el país sin que nadie les haga sombra, sin que elemento alguno se atreva a denunciar ese gen destructivo que se encierra en todas y cada una de las células políticas de Zapatero.
Esa política de confrontación, que desde el primer minuto de su llegada a La Moncloa ha manejado Zapatero, naturalmente que ha logrado sus frutos, de tal forma que hoy la sociedad española está aún más dividida que en los últimos años del tardofranquismo.
La intención del que ha sido líder de este socialismo de choque de marginar y, aún más, acosar a cualquier vestigio
de oposición ha conseguido sin embargo una tibia reacción de la propia comunidad nacional. Curiosamente, la tensión o la llamada crispación, como quieran, no alimenta lo mismo las arterias de la capital de España que las de las provincias de lo que todavía es una Nación. En las regiones mesetarias, montañosas, marítimas o periféricas, lo que se percibe es un estado de hibernación sumiso, apabullante, de tal modo que los ciudadanos, según parece, ya han renunciado a que esto tenga remedio, a que se pueda hacer otra cosa que protestar en cenas familiares o en saraos de restaurante.
Esta es la España del “¿cómo es posible esto?”, “¿cómo es posible que se prohíba todo lo que siempre ha sido permitido?” o “¿cómo es posible que el Estado anuncieun modelo de censura informativa en pleno siglo XXI?”. Es esta también la España del “a ver si alguien te está escuchando” o del “hijo mío, no te signifiques”.
La denuncia de todo esto coloca al atrevido inmediatamente en la jaula de la ultraderecha, un gueto que se constituye, como todos, desde fuera, para así mejor apedrear a los internados. Se trata de sacarnos a todos de la pista, empujando cuanto haga falta y ¡ay de ti si te resistes!; si te resistes, entonces es que estás en la lucha fascista, vas contra el orden democrático que ellos establecen y en el cual naturalmente no caben más que los elegidos; ellos. La última imputación es la de derribar las autonomías, el sistema que nació confusamente de la Constitución y que una treintena de años después representa un auténtico problema nacional. Decir algo como esto es síntoma de pertenencia inequívoca al ultraísmo más rancio, es la muestra más patente de que la caverna intenta dinamitar el sistema democrático. Acompañan denuncias como estas a otras tanto o más preocupantes, por ejemplo, la de ser los llamados cornetas, enemigos públicos de la Monarquía, sujetos indeseables que quieren cargársela y no para sustituirla por un modelo republicano, ¡ca!, sencillamente para reinstaurar el totalitarismo.
Este es el discurso de la izquierda radical española, temerosa de que vuelva a ganar alguien que no sea ella y empeñada, en consecuencia, en evitarlo por todos los medios. Su concepto es nítido: se basa en su falaz superioridad moral y en la certeza de que cualquier triunfo de un partido que no les represente adecuadamente es un hurto, es la voladura de su propia democracia, y en consecuencia, hay que impedir “como sea” ese triunfo. Nuestra historia está llena de ejemplos que acreditan este aserto: ¿o hace falta recordar lo que hizo el PSOE de Largo Caballero?, ¿hace falta que los desmemoriados –algunos de derechas tan torpes que creen que a ellos sí que se les va a perdonar– sepan que la izquierda violentó por dos veces el resultado de las elecciones durante la República? Pues sí: hace falta recordarlo. Este es un país en el que la derecha padece un singular complejo: el de legitimidad de origen como los vinos en cartón o el pan prefabricado. Parece que está repetidamente en situación de hacerse disculpar incluso por existir. La peor herencia que dejó Franco a la derecha fue precisamente esta: la de considerarse inferior, intelectual y democráticamente.

Monday, January 24, 2011

La tentación totalitaria. Julio Ariza. Intereconomía

No es raro que esta izquierda nuestra haga gala de progresismo y nos quiera a todos con la atención puesta en un futuro imaginado, porque volver la vista a la historia con mirada limpia y alguna profundidad es dejar de ser de izquierdas o abrazar el cinismo.
Es el lenguaje del socialismo, donde las palabras, como en la Oceanía imaginada por Orwell en 1984, significan lo contrario de su concepto original: la paz es la guerra, el amor es odio y la esclavitud es libertad. Sólo así se puede entender que el socialismo –y, por extensión, la izquierda– no haya seguido los pasos de esos hijos descarriados suyos que fueron el fascismo italiano –obra de un insigne socialista, director del órgano del partido, Avantie, hijo de su secretario general– y el Nacionalsocialismo alemán, cuando la historia ha demostrado hasta el hartazgo que es la filosofía del fracaso, el credo de la ignorancia y el evangelio de la envidia, por decirlo con las palabras de Winston Churchill.
Sospecho que, de aquí a unos años, los conceptos de izquierda y derecha serán revisados y manejaremos una clasificación más útil, porque si la izquierda existe sin duda –con diferencias de grado, no de naturaleza–, la denominada derecha es el espacio de la libertad, de propuestas que en ocasiones poco tienen que ver entre sí, salvo el honorable título de no ser izquierda. Pero, obligado a mantener el binomio más popular, podría decirse que es de derechas quien cree que existe un orden natural preexistente al sujeto, que debe descubrir y aplicar a la realidad social. Y es de izquierdas quien descree de este orden previo y piensa que debe crearlo ex nihil en el caso de la comunidad humana.

Año Cero

La piedra de toque de la izquierda es esa ‘tabula rasa’ que quiere hacer siempre de las sociedades humanas, forzando a los individuos y los hechos a ajustarse a un esquema ideal. Cuando ese ajuste no funciona, tanto peor para los hechos... Y para los individuos. Un centenar de millones de seres humanos pagaron con su vida esta obsesión de la izquierda por crear ‘el Hombre Nuevo’, despreciando al hombre real. O, como decía Chesterton “amaban apasionadamente a la humanidad pero no soportaban que nadie tosiera a su lado”. Lo que no es extraño en una teoría cuya pareja de creadores –Marx y Engels– hablaban en nombre de la clase trabajadora a pesar de no haber trabajado en algo útil un solo día de sus vidas, abandonar a sus hijos o maltratar despiadadamente al servicio domestico.
Si la historia no fuera una muestra evidente y abrumadora de la deriva totalitaria de la izquierda, los propios postulados de esta ideología, su concepto del hombre, serían ya suficiente indicio, porque el socialismo es, incluso en el plano teórico, una rebelión contra la realidad, una negativa tajante a ver las cosas como son y ajustar a lo que conocemos del hombre y el mundo nuestro proyecto social.
No hay sector en el que la izquierda no haya sembrado el desastre, pueblo al que no haya arruinado si se le da la oportunidad, población que no haya diezmado con purgas masivas que han dejado pequeñas las masacres nazis o la desolación de las hordas de Genghis Khan. Y, sin embargo, mientras confesar alguna simpatía por los regímenes vencidos en la Segunda Guerra Mundial supone –con toda la razón– la muerte política y social, todavía vemos a políticos e intelectuales afirmando “ser de izquierdas” no sólo sin vergüenza o remordimiento por la desolación sembrada por la ideología que pregonan, sino incluso con timbre de orgullo, como si proclamasen lo listos, ilustrados y compasivos que son. En un sentido, pronunciarse de izquierdas exime de la molestia de tener que hacer esfuerzo alguno por el prójimo o la sociedad.

Los mañanas que cantan

Los izquierdistas ingenuos y de buena fe –los hay– quisieron ver en cada nuevo ‘proyecto socialista’ la aventura definitiva que demostraría, al fin, que el socialismo no es incompatible con la falta de libertad ni sinónimo necesario de la miseria. En vano. Abiertos los ojos, a la fuerza, al horror soviético, se pasaron con entusiasmo al experimento chino. Después de las hambrunas indescriptibles minuciosamente manufacturadas por Mao con el Gran Salto Hacia Adelante (¿al abismo?) y la Revolución Cultural, creyeron en Corea del Norte.
Luego, en rápida sucesión, vinieron Vietnam, Camboya, los socialismos africanos, Cuba, Nicaragua... Para ver, en cada caso, como se repetía invariablemente el esquema de tiranía ideológica, mentiras, represión, adoctrinamiento incesante y miseria.
Que una concatenación tan persistente de fracasos, siguiendo líneas idénticas, no haya abierto definitivamente los ojos de nuestra izquierda en Occidente, relegando definitivamente el socialismo al basurero de la historia, es buena prueba de la victoria gramsciana sobre la cultura y el lenguaje político compartido, asignatura pendiente e incluso ignorada de una derecha pusilánime.
Porque este reiterado esquema histórico de errores no es un cúmulo de desgraciadas coincidencias, sino que está en el mismo ADN de la izquierda. Del mismo modo podemos repetir hasta el hartazgo el experimento de dejar una piedra en el aire, que caerá al suelo sea cual sea nuestro deseo o intención. La ignorancia de qué es el hombre, cuál es su fin, qué le mueve y a qué tiende hacen que la izquierda haya fracasado ya en sus planteamientos, mucho antes de ser probada en la práctica.

Totalitarismo genético

Hace poco hemos asistido a uno de los más espeluznantes intentos de ingeniería social –y de los más genuinamente izquierdistas– por parte del Gobierno socialista de Rodríguez Zapatero, la Ley contra la Discriminación en el Trato. En ella está encapsulada toda la aversión a la libertad personal, a la individualidad, al Estado de Derecho; toda la fe en el cambio de naturaleza por imposición, todo el anhelo de ajustar las personas a las ideas y todo, en fin, el totalitarismo al que tiende irremediablemente la izquierda, incluso cuando aún no puede prescindir de urnas y parlamentos.
La derecha es una creencia innata en la limitación de nuestras posibilidades de mejorar al hombre. Cree que es la sociedad misma, el conjunto de los individuos, los que en sus interacciones libres dan color, sabor, creencias y valores a una cultura, sobre la que el poder deberá actuar como un respetuoso árbitro. No así la izquierda, para la que la naturaleza humana es blanda arcilla que puede modelar a placer.
Los ideólogos de la izquierda nos quiere justos y benéficos por ley, felices por decreto. Aunque para ello tengan que preparar el gulag. No son capaces de asumir algo que tienen en el fondo del corazón, fruto de su humana condición: que un hombre sin Dios es un ser sediento y angustiado, incapaz de ser feliz y de dar la felicidad a los demás. Incapaces de reconocer que una sociedad sin Dios no puede encontrar la paz, no es, como les gusta decir a ellos, sostenible. El vacío de trascendencia es llenado con placeres de regusto a acíbar, donde el odio encuentra fácilmente un hueco de destrucción y desunión.
El cristianismo sigue ahí esperando de nuevo que este hombre moderno, mayor de edad, desengañado, regrese a su viejo y acogedor hogar para darle la luz de un destino eterno, capaz de inyectar las razones para vivir que no ha podido encontrar en ideologías de tristeza y muerte.

Thursday, January 20, 2011

Thursday, January 13, 2011

The Road not Taken by Robert Frost


The Road Not Taken
Two roads diverged in a yellow wood,
And sorry I could not travel both
And be one traveler, long I stood
And looked down one as far as I could
To where it bent in the undergrowth;

Then took the other, as just as fair,
And having perhaps the better claim,
Because it was grassy and wanted wear;
Though as for that the passing there
Had worn them really about the same,

And both that morning equally lay
In leaves no step had trodden black.
Oh, I kept the first for another day!
Yet knowing how way leads on to way,
I doubted if I should ever come back.

I shall be telling this with a sigh
Somewhere ages and ages hence:
Two roads diverged in a wood, and I—
I took the one less traveled by,
And that has made all the difference.[1]

Saturday, January 8, 2011

Movies recommendation

 I've just watched a great movie: Small Town Saturday Night. The movie shows us how one Saturday is in this town. The film is filled with great stories performed by great actors. A must see movie.

  Another movie that hat to be into consideration is: Me, you and everyone we know.

 

Tuesday, January 4, 2011

El fascismo progresista. Reflexiones a propósito de la obra de Jonah Goldber. Manuel Pastor


J. Goldberg, Liberal Fascism. The Secret History of American Left, from Mussolini to the Politics of Meaning, Doubleday, New York, 2007. Nueva edición en paperback, con el título ligeramente modificado: Liberal Fascism. The Secret History of the American Left, from Mussolini to the Politics of Change (con una nueva posdata, de 17 páginas, titulada "Barack Obama and the Old Familiar Change"), Doubleday, New York, 2009. V. asimismo, dos artículos del mismo autor: "Obama's Playbook, in paperback. Liberal Fascismand its critics", National Review, 22-VI-2009; "Hunting Nazis", National Review, 7-IX-2009. Con anterioridad había publicado otro ensayo: "All about FascismThe word of the day", National Review, 25-IX-2006; y, posteriormente, "The Shrine of FDR. Why the Left worships there", National Review, 26-I-2009, y "Mortal Remains. The wisdom and folly in Albert Jay Nock's anti-statism", National Review, 4-V- 2009, en los que reflexiona sobre la misma temática.
A Stanley G. Payne, como homenaje.
Aunque durante muchos años he sido un modesto estudioso del fascismo, leal discípulo y admirador del eminente especialista, historiador e hispanista de la Universidad de Wisconsin en Madison Stanley G. Payne[1], considerado hoy con justicia la máxima autoridad en la materia, admito que fue durante el pasado 2008, como atento observador en la campaña de las elecciones presidenciales norteamericanas de la emergencia del fenómeno Obama y la obamamanía, cuando tuve la oportunidad de leer dos libros que casi han roto todos mis esquemas anteriores sobre el fascismo: The Pink Swastika (cuarta edición, ampliada, 2002), de Scott Lively y Kevin Abrams, y especialmente Liberal Fascism (2007), de Jonah Goldberg. Sobre la polémica tesis del primero (el nazi sería el primer partido político predominantemente gay –corriente Butch– de la historia, por mucho que sus primeras víctimas fueran los homosexuales Fem, ¡todo un reto para los hoy de moda gender studies!), dejo para otra ocasión un análisis y un comentario más detallados[2].
He titulado este ensayo "El fascismo progresista" porque resulta más inteligible para el lector español o europeo, que el del propio Goldberg: Liberal Fascism (la expresión, como ha investigado el autor, ya fue empleada elogiosamente a finales de los años veinte por el socialista fabiano H. G. Wells, al tiempo que desde la Komintern se divulgaba perversamente las de socialfascismo yliberalfascismo), ya que en Estados Unidos el término liberal carece hoy de las connotaciones clásicas o tradicionales y se traduce mejor como progresista. Uno de los pocos que, al parecer, han leído el libro en España, Jon Juaristi (v. "Liberales", en ABC, Madrid, 1-III-2009), proponía traducir el título como "Fascismo de izquierdas", pero sería confuso, ya que implicaría que hay también un fascismo de derechas, lo cual es incongruente, ya que la peculiar combinación de estatismo y colectivismo hace izquierdista a todo fascismo. Además, paradójicamente, la original tesis del autor es que el fascismo en general, y el italiano en particular, se inspiró en gran medida en el progresismo americano. De hecho, en 1923 Isaac F. Marcosson, un periodista delNew York Times,caracterizó a Mussolini como "el Roosevelt latino"[3]. Teddy Roosevelt era todavía para muchos (equívocamente) la primera encarnación del progresismo, antes que su continuador más genuino, el demócrata Woodrow Wilson. Y aún en 1929 el conocido historiador progresista Charles Beard, en un artículo publicado por la revista progresista por antonomasia, The New Republic, reconocía con admiración en el estilo dictatorial de Mussolini algo consistente con el "American gospel of action, action, action"[4].
Una de las expresiones tradicionalmente relacionadas con el excepcionalismo americano ha sido It can’t happen here (así se titula, precisamente, una novela de Sinclair Lewis); es decir, que el fascismo era algo ajeno a la cultura política norteamericana; de la misma manera que también lo era el socialismo, según otra tradición sociológica que va desde Friedrich Engels y Werner Sombart hasta Seymour M. Lipset y Gary Marks, autores los dos últimos de un libro titulado, precisamente,It Didn't Happen Here. Why Socialism Failed in the United States[5]. La razón, en ambos casos, es el rechazo del colectivismo y del estatismo, características esenciales y denominador común de sendas ideologías, en la cultura liberal e individualista de los Estados Unidos.
Curiosamente, el propio Lewis, en su citada novela-distopía, imagina la posibilidad de un fascismo americano liderado por el senador Berzelius Windrip, probablemente inspirado en la personalidad de Huey Long, senador de Louisiana y rival de F. D. Roosevelt –nótese– dentro del Partido Demócrata, desde una posición más izquierdista. (Es significativo que el comentarista conservador George Will haya descrito a Obama como "an Ivy League Huey Long" –v. la revista Newsweek del 7 de septiembre de 2009–). Lewis ya había sutilmente tocado el tema del fascismo latente en otras novelas suyas, por ejemplo en Babbitt (1922) y en Elmer Gantry (1927), donde el personaje central se postula como dictador moral de la nación al frente de su National Association for the Purification of the Arts and the Press (Napap). También dentro del género de la historia-ficción está la relativamente reciente novela de Philip Roth The Plot Against America (2004), sobre una hipotética dictadura filonazi encabezada por el héroe popular Charles A. Lindbergh (convenientemente nominado para la Presidencia, en la fantasía progre del autor, por el Partido Republicano), con su movimiento populista America First.
Parece que existe cierta fascinación perversa y masoquista en los escritores progres con el fascismo/nazismo, fascinación en la que incluso el propio Stalin caería durante su idilio con Hitler, entre 1939 y 1941. Por otra parte, son conocidos los precedentes históricos, en la senda de Mussolini, de antiguos socialistas o comunistas convertidos al fascismo (O. Mosley en Inglaterra, Jacques Doriot y Paul Laval en Francia, Gerardo Salvador Merino y Santiago Montero Díaz en España...). En Estados Unidos, Goldberg nos ofrece múltiples ejemplos de intelectuales liberales e izquierdistas fascinados por el fascismo –emulando en ello a los fabianos británicos G. B. Shaw y H. G. Wells–, y nos recuerda los elogios sin reservas que dicha ideología recibió en publicaciones como The New York Times,The Chicago Tribune oThe New Republic; ensayos más recientes delatan cierta actitud, como el de Susan Sontang "Fascinating Fascism" (1967), y el de Jeffrey T. Schnapp del mismo título (1996) o el de David Ramsey Steele "The Mystery of Fascism" (2007).
Sería injusto incluir a Harry Red Sinclair Lewis en este apartado. Aunque It Can’t Happen Here fue jaleada cuando apareció por la propaganda internacional frentepopulista como una denuncia anti-fascista, hoy, una lectura contextualizada, con los matices personales del autor que conocemos por sus biógrafos, nos revelaría una perspectiva más sutil, irónica, anticipatoria de las tesis de Goldberg. Incluso me atrevo a sugerir que Lewis fue entonces un pionero, digámoslo así, de un cierto neoconservadurismo avant la lettre, gentil, ya que marca el inicio de su distanciamiento de la izquierda norteamericana. La inspiración y la información le fueron proporcionados por una notoria experta en anti-fascismo y anti-comunismo: su propia esposa, Dorothy Thompson, la Casandra americana (por cierto: en su libro I Saw Hitler, de 1932, entre otras penetrantes observaciones encontramos insinuada la tesis del nazi como partido gay), cuyas convicciones eran, precisamente, liberal-conservadoras: su percepción del nuevo fenómeno político era que en Estados Unidos, como en Europa, sólo podría generarse en el seno del conglomerado ideológico de las izquierdas: viejo populismo y nuevo progresismo, sindicalismo y coalición demócrata del New Deal; es decir, sería un producto de la nueva oleada de estatismo sobrevenido en las sociedades occidentales después de la Gran Depresión.
Todo ello hace más inteligible la tesis central de Goldberg: el fascismo liberal norteamericano está históricamente vinculado al movimiento progresista, sería una ideología estrechamente relacionada con las corrientes populistas y el nuevo Partido Demócrata que emergen tras tras la Guerra de Secesión y se fusionan bajo el liderazgo de Woodrow Wilson y William Jennings Bryan, a comienzos del siglo XX. Berzelius Windrip y Elmer Gantry podían inspirarse perfectamente en el puritano profesor de Princeton y en el demagogo fundamentalista del proceso Scopes en Dayton, Tenneessee.
En todo caso, esos orígenes claramente izquierdistas nos permiten diferenciar el progresismo genuino, dominante en el Partido Demócrata de Wilson, del progresismo republicano de Teddy Roosevelt. Goldberg no es muy claro en esta distinción, a mi juicio fundamental, y es una de las pocas críticas que tengo que hacer a su obra, por lo demás excelente como historia de las ideas politicas[6].
A la hora de titular este ensayo he dudado entre "El fascismo progresista" y "El progresismo fascista". Para aclarar esta duda definitivamente: todo fascismo es o pretende ser progresista; no hay un fascismo conservador, o de derechas, como tópicamente se repite (volveremos sobre ello). Ahora bien, hay que admitir que no todo progresismo es fascista, aunque el riesgo de que lo sea o acabe siéndolo es grande cuando va acompañado de un estatismo centralizador sin garantías constitucionales para las libertades individuales fundamentales. Aquí es donde veo la gran diferencia entre el primer Roosevelt, de una parte, y Wilson y el segundo Roosevelt, de la otra. Teddy Roosevelt, a mi juicio, fue un político borderline, y, ciertamente, durante su breve episodio progresista (1912-1913) jugó con fuego, aunque no llegó a quemarse: con la Guerra Mundial rectificó y volvió al seno del republicanismo liberal-conservador, federalista y constitucional, que siempre había admirado; el de sus héroes Washington, Hamilton y Lincoln.
A partir de los años sesenta, con la Contracultura y la New Age,se producirá un cambio cualitativo en el fascismo progresista americano; hacia esa forma o estilo de fascismo nice, incluso cool, liberal, tecnocrático y políticamente correcto que nos describe Goldberg: el que definirá a algunos políticos y presidentes demócratas de nuestra época, caracterizados por su arrogancia, frivolidad, incompetencia y, en última instancia y en algunos casos, corrupción: los tres hermanos Kennedy (John, Robert y Edward) y sus imitadores, Jimmy Carter, el matrimonio Clinton y finalmente Obama. Resulta irónico que el pintoresco Huey Long, en cierta ocasión en que le acusaron de fascista, dijera aquello de que si el verdadero fascismo hacía alguna vez acto de presencia en EEUU lo haría más bien en la forma de "anti-fascismo"[7].
Sobre los Kennedy se ha escrito demasiado, y creo que predomina la literatura hagiográfica. De los tres, el presidente probablemente fue el más equilibrado en términos políticos; otra cosa es su neurótica frivolidad personal, que hoy resulta increíble (en todo caso, sus hazañas como macho fornicador no alcanzaron el récord del propio Mussolini). Sin duda sentó el precedente de convertir al Presidente de los Estados Unidos en una celebridad con glamour al estilo hollywoodiense: telegénico, arrogante, "sufría un gap entre la retórica y la substancia política", en opinión de Hans J. Morgenthau, inspirador del realismo político contemporáneo. Resulta patético –sólo es una anécdota, pero significativa– que dos escritores de la talla de Tennessee Williams y Gore Vidal, reconocidos homosexuales, luego de visitar al entonces presidenciable senador Kennedy en Palm Beach, estuvieran menos interesados en sus ideas que en comentar su atractivo y la perfección de su trasero. (Entre paréntesis, y como mera coincidencia, recuerdo que Dorothy Thompson describió a Hitler y a JFK con los mismos adjetivos: charismaticspoiled y neurotic, según relata Peter Kurth; pero seguramente desconocía que ambos, además, compartieron un mismo objeto de admiración y deseo: Miss Dinamarca 1936, Inga Arvand, modelo de beldad aria, según Hitler. Inga Binga sería amante del joven teniente Kennedy, destinado en Inteligencia Naval: y posiblemente fue –al menos es lo que sospechaba el FBI– una espía o agente de información pro-nazi)[8].
Hay una foto muy conocida[9] de JFK, encabezando una marcha en el Bunker Hill Day de 1946, cuando comenzaba su carrera política, que pudiera simbolizar el inicio de su marcha sobre Washington DC. El joven Kennedy, trajeado y con un sombrero en la mano, desfila como líder de una centuria de jóvenes en formación paramilitar, sin chaquetas pero con camisas blancas y corbatas, que inevitablemente evoca otra formación paramilitasr, otra famosa marcha de camisas; pero en el caso americano se trataría de un fascismo extrañamente travestido, civilizado, de ejecutivos y managers, de una especie nueva tecnocrática, light y cool.
La conocida y polémica gurú del libertarismo contemporáneo, Ayn Rand, escribió dos ensayos con títulos brutalmente elocuentes sobre las administraciones demócratas de Kennedy y Johnson: The Fascist New Frontier (1963) y The New Fascism: Rule by Consensus (1965). En el último describe con gran claridad las raíces estatistas comunes al socialismo y al fascismo, y define este último como un sistema de "control", más que de "propiedad", de los medios de producción, en una economía mixta progresivamente controlada por el Estado y los managers o tecnócratas, desde una perspectiva "anti-ideológica", pragmatista (por otra parte, anticipada por los fabianos británicos, los progresistas norteamericanos y teóricos neoconservadores como James Burnham). El fascismo sería
a system in which the government does not nationalize the means of production, but assumes total control over the economy (...). It is true that the Welfare-statists are not socialists, that never advocated or intented the socialization of private propperty, that they want to preserve private property –with governmnt control of its use and disposal. But that is the fundamental characteristic of fascism[10].
Si Ayn Rand adopta una perspectiva que en Europa calificaríamos de liberal-conservadora, un escritor izquierdista como Norman Mailer, en sus ensayos sobre Kennedy y Johnson contenidos enCannibals and Christians (1966) y The Idol and the Octupus (1968), detecta, si bien de una manera literaria, impresionista y con un sesgo político ácrata, un fenómeno nuevo, con un peligroso "potencial totalitario"[11], que asimismo había percibido Victor Lasky en JFK. The Man and the Myth (New York,1963), una biografía demoledora pero bien documentada, incluso en lo relacionado con las simpatías del protagonista hacia la Italia de Mussolini, la España de Franco, elappeasement ante la Alemania nazi, el senador McCarthy y la caza de brujas anti-comunista, etc., y cuya crítica había publicado el propio Mailer, que destacaba la emergencia del héroe "existencialista" y "cinematográfico", pleno de glamour y ambigüedad[12].
Cierta fascinación estética por el fascismo y otras formas de autoritarismo carismático tenía en Estados Unidos algunos precedentes conocidos. Jonah Goldberg menciona muy brevemente y de pasada a Ezra Pound (pp. 7 y 337), pero a mi juicio debería haberle dedicado todo un capítulo, ya que representa un caso, por decirlo así, emblemático del problema que trata su obra, esto es, la deriva o desviación fascista del pensamiento progresista americano.
Pound es sin duda uno de los genios de la literatura del siglo XX, un liberal progresista y un revolucionario de las ideas estéticas y la poesía contemporáneas. Su caso es paradigmático de cómo la ideología progresista desemboca o degenera fatalmente en el fascismo, algo que ahora sabemos gracias a historiadores como el italinao Renzo De Felice (1966 y ss.), el británico Alastair Hamilton (1971) o el norteamericano John Patrick Diggins (1972), pero que nadie cuestionó antes de los años treinta, hasta la llegada de Hitler al poder en Alemania: desde entonces ha sido una especie de "little dirty secret", como ha dicho el genial escritor Tom Wolfe; hasta la aparición del libro de Goldberg, aunque el polémico historiador alemán Ernst Nolte (1960 y ss.) ya había insinuado anteriormente las concomitancias y similaridades entre el fascismo de Mussolini y el socialismo o la socialdemocracia, anticipando así en cierto modo la dura confrontación del historiador Joachim Fest con el pasado nazi de los socialistas Jürgen Habermas, Günther Grass y muchos otros progresistas alemanes.
Mutatis mutandis, este fenómeno explica algo que en España es habitual pero sobre lo que no se ha reflexionado lo suficiente en el ámbito académico: el pasado falangista de tanto socialista. El fascismo español, es decir el falangismo, fue una corriente del socialismo no marxista de inspiración sindicalista (o nacional-sindicalista, aunque entre sus militantes también había antiguos socialistas, anarco-sindicalistas y comunistas); por tanto, no es extraño que muchos antiguos militantes de Falange Española de las JONS, o vinculados familiarmente a ella, que en su momento se enfrentaron con el "conservadurismo franquista" estén hoy cómodamente ubicados en el PSOE, incluso en posiciones de liderazgo.
El origen de esta peculiar y poco conocida disidencia política ha sido investigada por Payne y alguno de sus discípulos: está en la crítica al régimen de Franco por ser poco fascista o totalitario(léase poco socialista o colectivista), que se sirve retóricamente de los conocidos precedentes marginales jonsistas de Ramiro Ledesma y otros partidarios de la revolución pendiente antes y después del Decreto de Unificación (1937) y que fue iniciada públicamente allá por la primavera de 1941 por el profesor falangista José Antonio Maravall, con un artículo en Arriba en el que reclamaba –actuando como peón de Ramón Serrano Súñer– el poder para los políticos(ideólogos)frente a los técnicos (pragmáticos). Obsérvese, por ejemplo, la facilidad con que el conocido falangista Dionisio Ridruejo evolucionó hacia la socialdemocracia; en tiempos más recientes tenemos el caso de Jorge Vestrynge, que lo hizo desde la militancia en grupos fascistas a la extrema izquierda (en ambos casos, con cierta coherencia anti-franquista), pasando, con manifiesta insatisfacción, por la conservadora Alianza Popular de Fraga Iribarne, de la que llegó a ser secretario general. En la reciente obra del periodista Sebastián Moreno Camaleones, desmemoriados y conversos (2010) se confirma lo que venimos diciendo con una nutrida lista de políticos, intelectuales y empresarios, en lo que parece una transitada avenida de doble dirección entre el falangismo/franquismo y el socialismo/progresismo: Dionisio Ridruejo, Antonio Tovar, Pedro Laín Entralgo, Gonzalo Torrente Ballester, Luis Rosales, Leopoldo Panero, José Luis López Aranguren, José Antonio Maravall, Eduardo Haro Teglen, Jesús Polanco, Juan Luis Cebrián, Francisco Fernández Ordoñez, Javier Pradera, Jorge Verstrynge, José Bono, Mariano Fernández Bermejo...; a los que podríamos añadir, ciertamente, una lista aún más extensa de profesores universitarios, altos funcionarios y periodistas que hoy militan en el PSOE o exhiben posiciones progresistas[13].
Pero retomemos el asunto Pound. Desde la publicación de su libro Jefferson and/or Mussolini: L'idea Statale. Fascism as I have seen It[14], el gran poeta, escritor y líder indiscutible del modernismo anglo-americano se va a convertir en el chivo expiatorio de la mala conciencia de liberales y progresistas. En vano intentó razonar con los intelectuales, artistas y amigos que su nueva posición política era perfectamente coherente con su pasado liberal progresista, en la tradición jeffersoniana del Partido Demócrata. Fue estigmatizado, excomulgado y condenado. No hubo proceso judicial porque le declararon demente, pero fue recluido durante doce años en una cárcel-sanatorio mental, el St. Elizabeth's Hospital de Washington DC. Las raíces de la traición, como muy bien ha analizado el psiquiatra E. Fuller Torrey, tenían un componente de arrogancia ideológica que iba más allá de las manías o desviaciones psíquicas del personaje. Significativamente, vinculaba la figura de Jefferson, icono y padre fundador de todo el progresismo americano (excepto –también muy significativamente– de Teddy Roosevelt, líder del otro tipo de progresismo –de breve recorrido–, eso sí, que aborrecía al virginiano), con el fundador del fascismo. Se convertiría así, a partir de la segunda mitad de los años treinta, en unhereje y en la primera víctima ilustre de la nueva inquisición progresista, la Corrección Política de la época, elanti-fascismo, como percibieron agudamente, antes que nadie, el demócrata populista Huey Long y, desde otra perspectiva, el gran escritor anti-socialista y anti-fascista, pero con empatía para con el drama personal del interno en St. Elizabeth, H. L. Mencken[15].
Pound nunca ocultó que, antes de ser fascista, y como el propio Mussolini hasta 1914 –es decir, hasta la Primera Guerra Mundial y la traición de la Segunda Internacional–, había sido socialista, incluso simpatizó brevemente con Lenin y el comunismo soviético (en 1911, el propio Lenin, aún en el exilio, había expresado públicamente en Pravda su admiración por Mussolini). En su libro, Pound cita con aprobación a un ministro del Duce, que, al referirse a éste, le dijo –durante la visita del norteamericano al Palacio Venezia–: "Uomo di sinistra, sempre sinistra" (algo así como "El hombre de izquierdas siempre será de izquierdas")[16].
Pound, pese a ser un intelectual notorio, estaba al margen de la política norteamericana. El primer intelectual izquierdista –es decir, socialista genérico– que va a alcanzar una estatura pública considerable no como intelectual sino como político en EEUU es Lyndon LaRouche, antiguo trotskista, neomarxista reciclado del detritus SDS-New Left y finalmente neofascista anti-semita, frustrado candidato demócrata a la Presidencia en repetidas ocasiones. El último, el propio Barack Hussein Obama, 44º presidente de la nación. Hillary Clinton (a la que, por cierto, Jonah Goldberg describió irónicamente en una ocasión como "soccer mom's socialist") nunca ha tenido un perfil tan nítidamente socialista como el de Obama, al menos desde que obtuvo notoriedad pública[17]. Ahora bien, según sus biografías políticas secretas, la señora Clinton y Obama habían tenido –ella directamente, él indirectamente– el mismo gurú ideológico: el intelectual radical, socialista yorganizador comunitario en el área de Chicago Saul Alinsky (1909-1970)[18].
Lyndon LaRouche es un caso emblemático, aunque poco publicitado: y es que, para el Partido Demócrata, hablar de él es una suerte de tabú. Junto con Pound, LaRouche fue uno de los pocos intelectuales progresistas que no tuvieron escrúpulos en admitir su propia evolución hacia el fascismo:
It is not neccessary to wear brown shirts to be a fascist... It is not neccessary to wear a swastika to be fascist... It is not neccessary to call oneself a fascist to be a fascist. It is simply necessary to be one![19]
Sin embargo, a nadie le escandalizó esta otra frase que apareció en un best seller muy conocido tres décadas antes, y que probablemente capta muy bien la esencia de la tesis de Goldberg:
I do not believe that fighting a fascist country, you have to set up Fascism, but I do believe that certain aspects of democracy and capitalist economy must go when a nation is at war with a totalitarian nation.
¿Quién la escribió? El joven John F. Kennedy. ¿Dónde? En su libro Why England Slept, publicado en 1940[20].
El LaRouche que disputó las primarias demócratas fue una especie de Bautista anticipando al Mesías Obama. También él obtuvo una fuerte implantación en las áreas metropolitanas de Illinois, en un entorno con presencia de radicalismo político de distintos colores, mafia, Nación del Islam, etc., todo bajo cierto control de la famosa y corrupta maquinaria demócrata de Chicago. Algunos politólogos liberales percibieron el peligro que representaban los seguidores de LaRouche: "The strangest thing that's ever happened in an election in my memory" (Mike Royko), "This is the face American fascism will wear" (Max Lerner), "A failure of the [Democratic] party's immune system" (Daniel Patrick Moynihan)...
Como se ha dicho, el libro de Goldberg tiene un gran valor como estudio de las ideas políticas norteamericanas, especialmente de la deriva autoritaria del progresismo de orígenes jeffersonianos, aunque todavía hay mucho por investigar (sin duda el propio Goldberg está muy cualificado para hacerlo, como nos muestra en su último ensayo sobre uno de los ideólogos orininarios del progresismo norteamericano, Richard Ely, publicado en la National Review el 31 de diciembre de 2009). Es asimismo interesante contrastar el diferente análisis que hacen de la figura de Jefferson otros intelectuales contemporáneos de Pound, como los más veteranos Henry Adams y Theodore Roosevelt o los más jóvenes y próximos generacionalmente a aquél –del que, de hecho, eran amigos– Albert Jay Nock y Henry Louis Mencken. Adams, Nock y Mencken son simpatizantes –con matices el primero– de Jefferson; Roosevelt es claramente muy crítico con el personaje y con la tradición jeffersoniana populista y demócrata, que tampoco es del agrado de Mencken. Es curioso que Goldberg se haya inspirado metodológicamente en el anti-estatismo de Nock y no haya aprovechado los insights de Mencken; sea como fuere, estos dos disponían de una perspectiva más amplia para valorar el fenómeno fascista, que ni Adams (muerto en 1918) ni Roosevelt (muerto en 1919) llegarían a vivir. Pero este es un tema que nos llevaría mucho tiempo y muchas páginas. En resumen: ninguno de ellos iría tan lejos como Pound al vincular a Jefferson con Mussolini, si bien es cierto que Mencken y Nock denunciaron los riesgos que representaban sus descendientes ideológicos, W. Wilson, F. D. Roosevelt y los intelectuales del New Deal, como algo próximo al fascismo y al nacional-socialismo.
Dos años antes de la irrupción de Obama en la escena política, David Horowitz y Richard Rose analizaron las derivas anti-democráticas del Partido Demócrata en una obra que no recibió la atención que merecía: The Shadow Party. How George Soros, Hillary Clinton and the Sixties Radicals seized control of the Democratic Party (Nelson Current, Nashville, Tennessee, 2006). Muchos de los factores y elementos que conforman el fenómeno Obama estaban descritos en ese libro, si bien en relación con Hillary Clinton, a la que tantos veían por entonces como la futura candidata demócrata a la Presidencia.
Lo que no podía prever la senadora de New York es que surgiera un candidato más progresista que ella, con un perfil más multiculturalista, buenista; y para colmo negro ("An fairy tale", comentó con sarcasmo resentido su esposo, el ex presidente). Era imposible encontrar un candidato más perfecto para los nuevos inquisidores de la Corrección Política, para la movilización del resentimiento histórico subliminal, racista y clasista en la fórmula novísima de un progresismo fascistoide light, integrador, amable, de conformismo demócrata autoritario. Así lo comprendieron muy pronto los expertos en manipulación del clan Kennedy, y otros al servicio de George Soros, que sin previo aviso abandonó a la senadora para apoyar al senador.
Como han denunciado algunos críticos, y en particular Glenn Beck, el numeroso conglomerado de asesores y consejeros especiales de la Casa Blanca, junto con los zares responsables de distintas áreas y funcionando como Administración ideológica, partidista (de un partido obamista en la sombra) y paralela a la del Gobierno federal –con el correspondiente caos administrativo–, pero sin responsabilidades ante el Congreso, conforma una estructura típica de los proyectos totalitarios comunista y fascista, en los que gradualmente el Partido se superpone al Estado. Como vieron agudamente Heinz Guderian (Memorias de un soldado) y Carl Schmitt (Teoria del partisano), es el partido totalitario quien crea el totalitarismo, no el Estado, que al final es una víctima más del proceso de destrucción de la Constitución y las instituciones tradicionales.
El proceso de transformación de la democracia americana en Estado Federal-Sindicalista, que había comenzado con el presidente Kennedy, al propiciar la sindicación de los funcionarios públicos con la orden ejecutiva 10988 (1962), que cambió radicalmente el sistema político americano (como ha apuntado Daniel Henninger en "The Fall of the House of Kennedy", The Wall Street Journal,21-I-2010), ha cobrado un nuevo vigor con la Administración Obama, la primera nacida "en la burbuja del sector público (...) con cero miembros en el Gobierno representativos del sector privado" y los firmes apoyos del sindicato de Andrew Stern, SEIU y su tropa de choque de agitadores comunitarios, Acorn. El objetivo, tan caro a las Administraciones demócratas, de una sanidad pública universal, que tuvo en el senador Ted Kennedy a su adalid más radical ("La causa mi vida", como expresó melodramáticmente al final de la misma, y al parecer condición del aval decisivo del clan a la candidatura presidencial del senador negro), ha sido asumido finalmente por Obama. El Obamacare ha significado, no sólo simbólicamente, sino en términos económicos y políticos, el paso definitivo a una mutación cualitativa de la cultura norteamericana, en un sentido estatista y colectivista. Si el movimiento liberal-conservador y los republicanos no lo impiden, solo queda por ver qué forma adoptará en el futuro y posible escenario de una crisis global del capitalismo y de conflicto de civilizaciones, con ramificaciones terroristas que han arruinado definitivamente la visión optimista del fin de la historia.
Resumiendo: el progresista que Goldberg observa en EEUU representa un nuevo arquetipo de la religión política estatista que es el fascismo (p. 23), generado en una cultura política democrática pero con unos ingredientes ideológicos de izquierdas y alternativos (comunitarismo, sindicalismo, multiculturalismo, new age, buenismo, corrección política) que contribuyen a acentuar la sumisión o el conformismo progresista, integrador y autoritario (inevitable recordar que Unamuno consideraba al fascismo, con cierto humor, fajismo), intervencionista y proto-colectivista. Respecto a Obama, apoyado por un populismo carismático artificialmente propagado y exagerado por los medios de comunicación, probablemente le sea de aplicación lo que dijo aquel ministro fascista de y sobre Mussolini, con el beneplácito de Ezra Pound: "Uomo di sinistra, sempre sinistra". Evan Thomas, editor de la revista Newsweek, como hijo del líder histórico del socialismo norteamericano, Norman Thomas, sabrá muy bien lo que significa el título que ha elegido para una de las más descaradas hagiografías que se han publicado sobre el actual presidente norteamericano: A Long Time Coming (Public Affairs, New York, 2009). Aunque haría bien en recordar que Stalin calificaría a su padre, con lógica perversa, de "socialfascista" por su anti-comunismo de la Guerra Fría.
En 1960 Ernst Nolte planteó su famosa tesis sobre la Época del fascismo: fue el inicio de la renovación sobre los estudios que llega a nuestros días. Muy recientemente (2008), Roger Griffin ha postulado la hipótesis de un Siglo del fascismo (con un excelente prólogo de Stanley G. Payne). En su libro, Jonah Goldberg propone, en el capítulo décimo, que asumamos la premisa "We're All Fascist Now", subyacente a la cultura de la New Age, que yo extendería a casi todas las propuestas de la posmodernidad, y que con una gota de humor llamaría la hipótesis del "corazoncito fascista". El filósofo Roger Scruton ha planteado la interesante e inquietante idea de una "Totalitarian Sentimentality"[21], que podríamos calificar también como una actitud, talante y potencial políticos, incluso como una desviación psíquica o perversión, que está en la base de la profecía o diagnóstico nietzscheano –descriptivo, no prescriptivo– de toda "voluntad de poder".
El síndrome característico del progresismo fascista quizás sea "la creencia estridente de que cualquiera que defienda la superioridad de una concepción moral, forma de vida o tipo humano distintivos" ha de ser elitista, antidemocrático e inmoral: Tocqueville lo caracterizó como la nueva, sutil, "tiranía mayoritaria", que, a propósito de una reflexión sobre la filosofía política de Leo Strauss, los discípulos de éste describen como "una presión tenue, no organizada, pero omnímoda para la conformidad igualitaria, que surge de la incapacidad del individuo psicológicamente depurada e intimidada de resistir la autoridad moral de la opinión pública de la mayoría (...) un moralismo uniformador que se disfraza de relativismo"[22]; en otras palabras: la muy conocida en nuestro tiempo corrección política. Completando la definición de Goldberg, el fascismo es una religión del Estado, un estatismo autoritario, que en nuestra época ha encontrado también su expresión en el seno de la democracia americana, en ese conformismo autoritario que se manifiesta ideológicamente en formas diversas de culto irracional a la personalidad del líder, una propaganda colectivista en distintos grados y el rechazo del individualismo genuinamente liberal-conservador. Las posibles incongruencias menores y algunas deficiencias metodológicas no restan valor a la original obra de Goldberg; incongruencias y deficiencias que siempre pueden corregirse –como asimismo nuestras propias valoraciones– acudiendo a la magnífica y sólida obra científica de Stanley G. Payne[23].
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Apéndice. Libros de Stanley G. Payne sobre fascismo, falangismo y franquismo.
1.  Falange: A History of Spanish Fascism, Stanford University Press, Stanford, 1961.
2. Franco’s Spain,Thomas Y. Crowell, New York, 1967.
3. Fascism and National Socialism,Forum Press, St. Charles, 1975.
4. Fascism: Comparison and Definition, University of Wisconsin Press, Madison, 1980.
5. The Franco Regime, 1936-1975, University of Wisconsin Press, Madison, 1988.
6. Franco: el perfil de la historia, Espasa-Calpe, Madrid, 1992.
7. A History of Fascism 1914-1945, University of Wisconsin Press, Madison, 1996.
8. El primer franquismo, 1939-1959. Los años de la autarquía, Historia 16, Madrid, 1998.
9. Franco y José Antonio. El extraño caso del fascismo español, Planeta, Barcelona, 1998.
10. Fascism in Spain 1923-1977, University of Wisconsin Press, Madison, 1999.
11. La época de Franco, Espasa-Calpe, Madrid, 2000.
12. José Antonio Primo de Rivera (con Enrique de Aguinaga), Ediciones B, Barcelona, 2003.
13. Franco and Hitler. Spain, Germany and World War II, Yale University Press, New Haven, 2008.
14. Franco, mi padre. Testimonio de Carmen Franco, la hija del Caudillo (con Jesús Palacios), La Esfera de los Libros, Madrid, 2009. 


[1]El profesor Stanley G. Payne fue mi tutor durante la estancia, de casi dos años (1973-75), en la Universidad de Wisconsin en Madison como becario de investigación en historia y ciencia política. En ese tiempo asistí a sus clases sobre la historia política española contemporánea (especialmente el franquismo) y a un selecto seminario para estudiantes graduados sobre el fascismo, que codirigía con el ya desaparecido George L. Mosse. Como profesor en la Universidad Complutense, durante los últimos veinte años vengo utilizando su librito El fascismo (Alianza Editorial, Madrid, varias ediciones) como uno de los textos básicos obligatorios –Payne es autor de más de ochenta trabajos, entre libros y ensayos, relacionados con el tema–, y su enciclopédica obra A History of Fascism, 1914-1945, desde su aparición (1996), como obra esencial de consulta para mis estudiantes del último curso de licenciatura sobre Ideologías Políticas Contemporáneas. Jonah Goldberg, en la introducción de su libro, se refiere a Payne como "el más importante especialista vivo sobre el fascismo" (p. 3), afirmación que por supuesto comparto plenamente. La dedicatoria de este ensayo coincide con la concesión a tan ilustre historiador de la Gran Cruz de Isabel la Católica.
[2]Mi interés general y sostenido –aunque no propiamente como experto o especialista– por los estudios sobre el fascismo queda reflejado en los siguientes trabajos: "Bibliografía sobre el Fascismo" (BICP, 7, UCM, Madrid, 1971); "Fascismo versus Liberalismo" (BICP, 8, UCM, Madrid, 1971); Los orígenes del fascismo en España (Tucar, Madrid, 1975); "Un ensayo de fascismo español, 1930-1933: J. M. Albiñana y el Partido Nacionalista Español" (Tiempo de Historia, 8, Madrid, 1975); Universalidad y particularidad del fenómeno fascista (Tesis Doctoral, UCM, 1976);Ensayo sobre la dictadura: bonapartismo y fascismo (Tucar, Madrid, 1977); "Notas para una interpretación de la dictadura primorriverista" (REP, 6, Madrid, 1978); "Un esquema para el análisis del fascismo" (BIDP, 1, UNED, Madrid, 1978); "Modelos históricos del fascismo" (BICP, 2, UNED, Madrid, 1978); "El fascismo" (en M. Pastor, ed., Ideologías y movimientos políticos contemporáneos, UIMP, Madrid, 1980); "La naturaleza del franquismo" (El Siglo, suplemento especial, Madrid, 1992); "Las postrimerías del franquismo" (en R. Cotarelo, ed., Transición política..., CIS, Madrid, 1992); "A propósito del término islamofascismo" (La Ilustración Liberal, 31, Madrid, 2007). Asimismo, he participado en los programas "Los hombres de Hitler" (I y II) de la serie Corría el año..., dirigida y presentada por César Vidal (LD Televisión, 2008). Sobre ciertas derivas fascistoides –digámoslo así– del fenómeno Obama/Obamamanía, he publicado los artículos "Obama, Zero Hour" (Semanario Atlántico, enero de 2010) y "Obama, el populista" (Semanario Atlántico, enero de 2010 y Libertad Digital, febrero de 2010). Es preciso que recuerde que los trabajos aquí referidos pertenecen a una época juvenil de mi carrera académica, cuyos enfoques metodológicos han sido hoy casi totalmente superados, y debo admitir –aunque entonces no fuera plenamente consciente de ello– que el profesor Payne ha sido una especie de vacuna letal, positiva y benéfica, contra algunas influencias ideológicas negativas.
[3]I. F. Marcosson, "Calls Mussolini Latin Roosevelt", New York Times, 7-X-1923. Goldberg, pp. 27 y 433.
[4]Ch. Beard, "Making the Fascist State", New Republic, 23-I-1929. Goldberg, pp. 103-104 y 441.
[5]Los experimentos socialistas del utópico Robert Owen en el estado de Indiana, llevados a cabo durante la primera mitad del siglo XIX, habían fracasado estrepitosamente. Engels fue el primer ideólogo marxista importante en suscribir la tesis del excepcionalismo americano (Tocquevillela había planteado ya en la década de 1830) y en visitar los Estados Unidos, donde no vio un climafavorable para el socialismo. En 1886, la propia hija de Marx, Eleonor, con suesposo (Edward Aveling) escribióun panfleto sobre la clase trabajadora en América con el mismo tono pesimista, tras cursar una visita al Nuevo Continente. De una manera más sistemática y rigurosa analizaron el problema W. Sombart (¿Porqué no hay socialismo en los Estados Unidos?, 1905) y, sobre todo,S. M. Lipset y Gary Marks (It Didn’t Happen Here. Why Socialism Failed in the United States, Norton, New York, 2000). Lipset había iniciado sus reflexiones sobre el problema en los años 50 del siglo XX, y es autor de diversos ensayos sobre el mismo.
[6]Una observaciones menores. Mussolini no es el inventor de los neologismos totalitario ytotalitarismo: los emplea por primera vez, en 1923 y con una intención crítica del nuevo régimen fascista, el liberal italiano Giovanni Amendola, como nos recuerda Stanley G. Payne en El régimen de Franco (Alianza Editorial, Madrid, 1987, pp. 656-657). Mussolini los aceptará gustoso, como también lo hará el comunista Antonio Gramsci, precisando éste con cierto candor que el fascismo es un totalitarismo falso, mientras el comunismo es un totalitarismo auténtico. Goldberg no entra a distinguir entre totalitarismo y autoritarismo, distinción fundamental que inicia probablemente en los años 30 el politólogo conservador, católico (y sentimental) y antiliberal Carl Schmitt, que, contra lo que dice Goldberg, nunca fue un ideólogo nazi propiamente dicho. Schmitt puede ser calificado de filofascista y autoritario, pero de ninguna manera de totalitario y nacional-socialista, aunque, por oportunismo y precaución –recomendada por Heidegger–, solicitara el carnet del partido. Los ideólogos nazis, las SA, las SS y el SD (servicio de inteligencia) jamás se fiaron de él, y con razón. Schmitt había sido amigo y consejero del general y canciller Kurt von Schleicher, asesinado, junto con su esposa, por los nazis en 1934, y probablemente estuvo implicado, si bien pasiva e indirectamente, en la conspiración contra Hitler (poseo información al respecto: directamente de la única hija de Schleicher, a través de la familia del Dr. Nissen, que la adoptó cuando quedó huérfana y de cuya amistad me honro).
[7]Cit. por Daniel J. Flynn, Intellectual Morons, Crown, New York, 2004, p. 206.
[8]Gore Vidal, Ensayos, 1982-1988, Edhasa, Barcelona, 1991, p. 70. Las palabras de Hans J. Morgenthau referidas al presidente Kennedy estan citadas por John J. Tierney en The Intercollegiate Review, Winter- Spring, 1972, p. 73. Dorothy Thompson, citada por Peter Kurth,The American CassandraThe Life of Dorothy Thompson, Little, Brown & Company, Boston, 1990, pp. 161-162. Para una nueva valoración de la obra de Sinclair Lewis, asimismo Kurth, pp. 203 y 210. Sobre la relación sentimental de Kennedy con Inga Arvand, amiga íntima de Hitler y otros jerarcas del régimen nazi, véanse las obras de Thomas C. Reeves, A Question of Character: A Life of John F. Kennedy, Macmillan, New York, 1991; Nigel Hamilton, JFK: Reckless Youth, Random House, New York, 1992, y Seymour M. Hersh, The Dark Side of Camelot, Boston, Litte, Brown & Company, 1997. La biografía clásica sobre el perfil más arrogante y autoritario del presidente sigue siendo la de Victor Lasky, JFK. The Man and the Myth(1963; edición ampliada: Dell Books, New York, 1977). La interesantísima y ciertamente inquietante obra de Gus Russo y Stephen Molten,Brothers in Arms: The Kennedys, The Castros, and the Politics of Murder, Bloomsbury, New York, 2008, ofrece una nueva perspectiva sobre el talante autoritario de los hermanos John y Robert Kennedy.
[9]V. Philip B. Kunhardt Jr,. Life in Camelot. The Kennedy Years,Time Inc., Little, Brown and Company, Boston, 1988, pp. 30-31.
[10]Ayn Rand, Capitalism: The Unknown Ideal, The New American Library/Signet Books, New York, 1967, pp. 202 y ss. Rand seguramente conocía la obra de Lawrence Dennis The Coming American Fascism (Harper , New York, 1936), que tuvo un gran impacto en la intelectualidad norteamericana, incluido el ex trotkista y neoconservador James Burnham, en cuya célebre obraThe Managerial Revolution ( John Day, New York, 1941) describía el peligro o potencial totalitario del capitalismo corporativo y estatista, algo que reflejaría también la famosa novela 1984, de George Orwell, lector crítico de Burnham.
[11]Norman Mailer, "Superman Comes to the Supermarket", 1963; incluido en The Idol...,Dell Books, New York, 1968, pp. 31 y 55.
[12] N. Mailer, "The Leading Man: A Review...", 1963; incluida en The Idol..., pp. 104-112.
[13]La disidencia anti-franquista de Maravall, inducido por Serrano Suñer, ya fue señalada por L. Suárez Fernández en Francisco Franco y su tiempo, Azor, Madrid, 1984, tomo III, p. 254; véase S. G. Payne, Fascism in Spain1923-1977,Universiy of Wisconsin Press, Madison, 1999, p. 358, y J. M. Thomàs, en A. Gómez Molina y J. M. Thomàs, Ramón Serrano Súñer, Ediciones B, Barcelona, 2003, p. 254. Soy testigo muy personal de ese tipo de mutaciones: mi propio padre (que en paz descanse), un hombre absolutamente modesto y honrado, sin ambiciones políticas, con solo una educación primaria en el ambiente rural de la provincia de León, en su juventud simpatizó con la Falange, combatió durante la Guerra Civil en el bando nacional y después inició una lenta transición/mutación anti-franquista –como hijo suyo, tengo que agradecerle que nunca me inscribiera en el Frente de Juventudes o en cualquier otra organización falangista–, para terminar con carnet de Comisiones Obreras, ingenuamente pero sin fanatismo, y como votante primero del PSP (del que yo era dirigente) y después del PSOE (cuando ya me había hecho neoconservador). Por cierto, aunque Goldberg incluye el franquismo en la tipología genérica del fascismo, advierte las diferencias que le separaban de otros regímenes de dicho ámbito (Goldberg, p. 13). Véase asimismo S. Moreno, Camaleones, desmemoriados y conversos, La Esfera de los Libros, Madrid, 2010.
[14]Liveright, London & New York, 1935.
[15]E. Fuller Torrey, The Roots of Treason. Ezra Pound and the secrets of St. Elizabeths,Harcourt Brace Jovanovich, New York, 1984.
[16]E. Pound, ob. cit., p. 28.
[17]William Jefferson Clinton y su esposa, la senadora Hillary Rodham Clinton, aunque liberales e izquierdistas, problablemente no ser calificados propiamente de socialistas en ningún momento de sus carreras políticas. Bill Clinton llegó a la Presidencia con un perfil muy moderado. Hillary, es cierto, intentó radicalizar el primer mandato de su esposo desde la peculiar posición de zarina para la reforma de sistema sanitario, pero fracasó en el empeño. Curiosamente, entre los asesores de la señora Clinton para este proyecto frustrado de socialización de la sanidad estaba un marxista catalán, Vincent Navarro, hoy catedrático de Ciencia Política en la Universidad Pompeu Fabra.
[18]Este episodio radical de las biografías de ambos ha sido ya investigado, aunque no suficientemente divulgado. Véanse, entre otros, los libros de David Brock, The Seduction of Hillary Clinton (The Free Press, New York, 1996) y David Freddoso, The Case Against Barack Obama(Regnery, Washington DC, 2008), así como mi ensayo "El pensamiento político de Barack Hussein Obama" (Cuadernos de Pensamiento Político, 22, Madrid, abril-junio de 2009).
[19]Citado por Dennis King en Lyndon La Rouche and the New American Fascism, Doubleday, New York, 1989, p. Vii.
[20]V.Victor Lasky, JFK. The Man and the Myth,Dell, New York, 1977, p. 106.
[21]V. The American Spectator, diciembre de 2009-enero de 2010.
[22]N. Tarcov y T. L. Pangle, "Epílogo: Leo Strauss y la historia de la filosofía política", en Leo Strauss y Joseph Cropssey (eds.), Historia de la Filosofía Política, FCE, México, 1993, pp. 875-876.
[23]V. Apéndice.