Saturday, January 1, 2011

Reloj no marques las horas

“El precio de la libertad es la eterna vigilancia”. Thomas Jefferson.
Los labios de la complacencia acariciaban la quietud de unas ensoñaciones, como el único alimento admitido por un organismo alérgico a la polución que esclavizaba a las mismísimas sombras.
Los días eran gemelos a los anteriores… cincelados por unas mismas manos que se encargaban de decorar los muros del pensamiento con pasatiempos indecentes…
La muchedumbre continuaba… medio dormida… medio anestesiada… medio viva… medio muerta… arrastrándose hacia las mismas mentiras, las mismas miserias, los mismos ídolos, la misma vulgaridad con distinto disfraz…
Mientras caminaba, pensamientos como dagas le atravesaban: “…sí, eran tiempos de esclavitud… de servidumbre… momentos en la historia para jamás ser olvidados…”
Trágicas borrascas de inanidad cubrían los idilios de quien simplemente sigue la corriente hacia unos precipicios desoladores…
A lo mejor era un sueño… quizás una brutal pesadilla, o la condena por haber traicionado la vida, empachado de vacuos ornamentos y fútiles parafernalias…
Las calles estaban desiertas, buscando a tientas su propia alma. Mientras, las horas corrían presurosas para llegar al festejo último antes de un nuevo año, cuando las mayorías simulan que tienen algo que celebrar, algo en lo que creer… artes de birlibirloque para traicionar la apostasía hacia la conquista del sol…
Pronto, el tañer de unas campanas sería el mensajero de lo de siempre con vestidos de novedad.
La desintegración del tiempo corroe los más poderosos instintos porque nadie osó rebelarse contra la perfidia reinante…
La jornada había sido larga… habían pasado muchas horas después de que abriera los ojos y se sumergiese en las entrañas de un asfalto envuelto en la oscuridad. Ahora, volvía a ser noche cerrada.
Doce horas trabajando… doce horas que parecieron años… y que ya no volverían jamás. Doce horas traicionando lo que quiera que fuesen unas creencias, antaño, guía hacía una vida mejor, hacia un futuro decente…
Unas horas nacidas bastardas… cobardes… lastimeras… culpables…
Los días se sucederían, los eventos continuarían… las estaciones, los momentos buenos y malos, más o menos de unos ingredientes predecibles, pero esas horas jamás regresarían…
…tres horas… tres horas más… ¿A cambio de qué? …más cadenas, más sepulturas, más ignominia…
Iba a comenzar un nuevo año. Mientras, el sonido de los cohetes llegaba difuminado como las acuarelas pasadas por agua…
-“¿Os podéis quedar hoy un rato más?”
Los ecos de la pregunta retumbaron en los oídos dóciles de quien hace mucho tiempo se amoldó a los estertores de la pusilanimidad...
…tres horas más que nunca volverían… tres horas más para seguir completando un cuadro con figuras grotescas, inertes, acomodadas en la infamia hacia el honor…
Y sentía, muy dentro de sí… en las regiones más íntimas… allí donde dicen que se encuentra la mismísima alma… que el viaje ya no tenía retorno alguno… simplemente, sabía… se habían pasado ya paisajes de holocausto, terribles simas… bordeado demoníacos lodazales…
Iba a comenzar un nuevo año… y sí… las fuerzas para volver… y para otras muchas cosas habían desaparecido para siempre… hace ya demasiado tiempo… mucho más que esas tres horas…

No comments: