La semana pasada iniciamos una serie de publicaciones destinadas a desmentir lo que llamamos "mitos progres", es decir, falacias usadas por la progresía. Desde Intereconomía nos disponemos a analizar por qué son falsos, siempre desde el punto de vista estrictamente lógico. En esta ocasión vamos a dividir el tema en dos partes.
El ecologismo (I)
La progresía intenta vender que proteger el ambiente es de izquierdas. Un tópico fácilmente desmontable: es cosa de todos, sean de la tendencia política que sean.
Todos vivimos en este planeta, y eso nadie lo duda. Otra cosa es que no todos se preocupen de cuidarlo, eso es posible, pero protegerlo es cosa de todos.
La izquierda “progre” intenta vender que ellos son los máximos representantes de la limpieza y que lo que se salga de sus valores es “de derechas” como si eso fuera algo casi penable. La izquierda y la derecha deben velar por el medio ambiente, porque, repetimos, no es cosa de un color ideológico, es de todos.
“Pero la derecha no ha hecho nada por el medio ambiente y sus apuestas degradan la naturaleza”, mito progre fácilmente vendible a alguien que acepte las cosas sin más pero también fácilmente desmontable a poco que se haga un poco de memoria. Por fortuna la historia no se puede cambiar por mucho que algunos quieran hacerlo. Verónica Lipperheide explica en su libro “Ecologismo sensato en España” muchos de los avances en materia de medio ambiente que se llevaron a cabo en el gobierno de José María Aznar. ¿Un Gobierno de derechas apostando por la naturaleza? Así es.
Como explica la autora, “la mayoría de los españoles piensan que la política medioambiental de Aznar se limitó al proyecto del trasvase del Ebro o a solucionar los accidentes de Aznalcóllar o del Prestige”, lo cual dista mucho de la realidad: “El Partido Popular ha hecho más por el medio ambiente que ninguna otra formación política”, y en una entrevista lo detalla: “La creación del Ministerio de Medio Ambiente fue decisivo ya que hasta entonces el tema medioambiental estaba muy repartido en varios ministerios que tenían, al mismo tiempo, intereses contrapuestos. Se aprobó el Plan Hidrológico Nacional, se modernizó la legislación en materia de agua, se reformó el mundo forestal, el marco normativo de residuos, se firmó y normalizó el Protocolo de Kioto, se pusieron en marcha estrategias de conservación para las especies amenazadas, se aprobó la Ley del Ruido, etc.”.
Lo curioso y paradójico es que unas de las primeras decisiones del actual presidente del Gobierno, muestra de su progresismo y talante fue eliminar dicho ministerio.
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