Thursday, July 12, 2012

La curva de Laffer



Existe una relativa obviedad hacendística: no por elevar los tipos de los impuestos, necesariamente se va a recaudar más.
Pocos discuten esta tesis. Y existe la formulación en su contrario: no por bajar los impuestos se va a recaudar menos. Más aún, hay quienes defienden que es, precisamente, con rebajas fiscales como se ingresa más.

Un economista norteamericano es el principal referente de esta tesis, por su acierto al expresarla con un simple trazo. Es Arthur Betz Laffer, el "padre de la economía de oferta", autor de la Curva de Laffer.

Las primeras aproximaciones del economista norteamericano a la rebaja fiscal fueron en California. Laffer, profesor en la Universidad de Los Ángeles, tuvo un papel destacado, en 1978, en la redacción de la llamada Proposición 13, una rebaja del impuesto sobre la propiedad, luego imitada en otros Estados norteamericanos, y que algunos autores colocan como el detonante de la revolución fiscal posterior.

A Ronald Reagan le gustó la Proposición 13, y en la campaña electoral de 1980, que le llevó a la Casa Blanca, hizo bandera de la rebaja de impuestos. Pero tuvo desigual acierto cuando la llevó a la práctica. En su primer mandato, Reagan pone en marcha la llamada ERTA (Ley Fiscal de Recuperación Económica, según sus siglas en inglés), que redujo casi todos los impuestos. Pero, Reagan, en su estrategia de presión sobre el régimen soviético, lanzó una desmesurada política de gasto militar.

De ese modo, la menor recaudación y la carísima política de Defensa generaron un enorme déficit público. De esa primera experiencia aprendió mucho Washington: derogó el ERTA, y tomó nuevas medidas económicas, con más calma. En su segundo mandato, Reagan creó un grupo de expertos y economistas, que propone una reforma más compensada, que tuvo éxito. Y las rebajas fiscales comenzaron a caer en otros países, como fichas de dominó, comenzando por la Gran Bretaña de Margaret Thatcher.

Laffer está muy cerca de las decisiones que se aplican en Washington en los años ochenta. Pertenece al Consejo de Asesores de Política Económica del presidente Reagan. Y su nombre y su dibujo cobró la fama que todavía conserva.

Incontrovertible
El catedrático Juan Corona asegura que Laffer "sigue siendo cierto", porque suplanteamiento es "absolutamente lógico". "No hizo más que poner de forma científica lo que todos conocíamos: que hay un momento a partir del cual el incremento de los tipos supone una caída de la recaudación, y a la inversa, y que es un hecho incontrovertible", agrega.
Corona advierte, no obstante, de que la Curva de Laffer "no es una fórmula exacta". "Lo difícil es poner el punto concreto que estimula la recaudación si te equivocas, una bajada de impuestos sí puede suponer una caída de ingresos, y la economía admite mal los experimentos.

Aunque ahora hay muchos datos, mucha información sobre el comportamiento de la recaudación, de los tramos, de las rentas, de su evolución... Y así, hoy las posibilidades de acertar con una rebaja fiscal son elevadísimas".

Sobre este aspecto insiste el director de Análisis del Instituto de Estudios Económicos (IEE), Gregorio Izquierdo: "La Curva de Laffer siempre es aplicable, pero más en determinadas realidades o momentos". El responsable del IEE insiste en las cautelas a la hora de aplicar las rebajas fiscales: "Hay que hacer reformas graduales, probadas, ante el desconocimiento de sus efectos cuantitativos sobre el nivel de ingresos tributarios". Izquierdo cree que hay que apostar por suavizar la presión de los impuestos sobre los ciudadanos y los agentes económicos. "El elemento desincentivador de los elevados impuestos puede paralizar la actividad económica.

Por eso, cuando los tipos son más bajos, la vida económica no se ve distorsionada por los impuestos, y el fraude encuentra menos estímulos", explica.

Los críticos
Pero también hay quienes cuestionan la figura de Laffer, y sus teorías. Como el catedrático Juan José Dolado: "Laffer no es ninguna de las figuras del Olimpo de los economistas, de los que han ganado un Premio Nobel. A Laffer no lo conocía nadie, y, aparte de la curva, nadie conoce sus aportaciones científicas", dice. Y pone el foco en otro punto: "Los impuestos sirven para algo. Y lo que había que hablar es si con ellos se hacen políticas eficientes por ejemplo, hay sociedades dispuestas a pagar más por recibir servicios públicos mejores y tener más cobertura social".

Ciertamente, hay datos que también cuestionan los éxitos al cien por cien de la Curva de Laffer. Sus críticos sostienen que, también en EEUU, los gobiernos que siguieron a Reagan, presididos por George Bush padre y Bill Clinton, subieron los impuestos y aumentó la recaudación, lo que contrasta con el principio del economista norteamericano.

Más recientemente, un informe de la Oficina Presupuestaria del Congreso norteamericano, de 2005, ha venido a cuestionar que los recortes de los impuestos mejoren realmente la situación fiscal del Gobierno.

De la leyenda de la servilleta de papel...
La historia de los negocios tiene sus servilletas famosas. Por ejemplo, aquella con la que Florentino Pérez preguntó a Zidane si quería jugar en el Real Madrid. Antes vino otra, a la que debe la fama su autor. Es la servilleta en la que Arthur Laffer dibujó su renombrada curva. Fue en una cena en el restaurante Two Continents, de Washington, en los años setenta. Laffer fue invitado por el jefe de Gabinete del entonces presidente Gerald Ford. Había otros comensales, como el periodista Jude Wanninski, de The Wall Street Journal, quien luego escribió en un libro esta anécdota. Laffer trataba de explicar al asesor de la Casa Blanca las ventajas de una rebaja fiscal y para ilustrar sus ideas, tiró de una servilleta, y dibujó su famosa gráfica.

Aquel jefe de Gabinete era Dick Cheney, vicepresidente ahora con George W. Bush, otro republicano que también ha seguido la receta de la rebaja de impuestos. En aquel dibujo nació toda la popularidad de Laffer, a quien, en 1989, The Wall Street Journal incluyó entre "las personas más grandes que influyeron nuestro quehacer empresarial diario", y que, en 1999, la revista Time destacó como "uno de los pocos avances que impulsaron este siglo extraordinario".

¿Y qué fue de la servilleta? Está depositada en una vitrina en el Bookings Institution, un prestigioso think tank de Washington.

Un dibujo simple
La teoría de Laffer se apoya en un sencillo dibujo: una U invertida, en un diagrama que coloca el tipo de impuesto en el eje de abscisas, y la recaudación en el de ordenadas. La curva arranca del mismo vértice, donde la recaudación es cero porque el gravamen es cero.

Y acaba también en la base del gráfico, porque habrá un momento a partir del cual el tipo se considere tan alto, que los contribuyentes comenzarán a dejar de pagar impuestos -será más rentable el fraude o el ocio, que la inversión o el trabajo- hasta llegar al punto en el que, con un gravamen del 100%, no se consigue ingresar nada.

En ese recorrido de la curva juegan dos fuerzas en sentido contrario, que reciben el nombre de efecto renta y efecto sustitución: el primero mide las consecuencias de la disminución de la capacidad adquisitiva el segundo mide los cambios en las decisiones que toman empresarios y consumidores como consecuencia de los impuestos.

Así, según la teoría del economista norteamericano, si los impuestos bajan desde niveles muy elevados, la inversión, el empleo y el consumo aumentarán, y el Estado recaudará más, al mismo tiempo que aumenta la renta disponible de los ciudadanos. ¿Y cuál es el punto óptimo, en el que se logra la máxima recaudación posible? Ésa es la pregunta del millón. Los expertos dicen que es distinto para cada país y para cada momento. Laffer no hizo otra cosa que poner en una sencilla gráfica un concepto ya conocido y compartido.

Él mismo ha reconocido que no ha creado ninguna idea nueva. Más aún, Laffer atribuye el origen de sus tesis a Ibn-Khaldun, un filósofo árabe del siglo XIV. Otros autores encuentran también antecedentes a las tesis de Laffer en el economista francés del XIX Frédéric Bastiat, y en John Maynard Keynes.

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