-Valía más renunciar, porque la renuncia a la acción era la protesta misma y no su máscara.
-Las grandes voces de la Historia instan a la acción.
-La obediencia al deseo lo exasperaba.
-El deseo cada tantas horas, nunca demasiado diferente y cada vez otra cosa: trampa del tiempo para crear las ilusiones.
-Algo tan contradictorio que debía ser la verdad misma.