Wednesday, September 30, 2009

Laberintos estancados.

Algunas veces, cuando pienso en la vida, la comparo con un río. Siempre hacia adelante, con aguas renovadas por la continua corriente y el hálito del rocío y de las flores que las envuelven. Un río en dirección a la mar, como un todo al que todos nos dirigimos.

Por otro lado, también pienso en esa típicas aguas estancadas que se crean cerca de estos ríos. Pequeñas cantidades de agua donde no hay lugar para la renovación, para el movimiento, para el descubrimiento... donde no hay más novedad que los límites ni más aventura que la rutina.

Son dos ejemplos que muestran lo que puede ser la idea de vivir. Es bastante triste que la mayoría de la gente vive como esas aguas rodeadas de muros, aislados de la dinámica de la vida, en la que todo discurre en continuo movimiento, en apasionada trayectoria hacia nuevos horizontes, con paso decidido y valiente, sin el temor de fracasos o tiranos prejuicios.

El río de la vida... hacia todas partes y lugares, para buscar y ser encontrado, para sentir la pasión y la devoción, para iniciar el descubrimiento y continuar la lucha, por seguir aprendiendo, por la apuesta al no conformismo, por salir de los grilletes de un laberinto sin ninguna salida.

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