Monday, November 9, 2009

Dádivas entre alientos

La vida es ciertamente un regalo, el más maravilloso de cuantos puedan nunca existir. Sólo hay que querer ser consciente, porque en la consciencia habitan muchas de las respuestas que nos son ofrecidas. Benditos ofrecimientos tan alejados por las tiranías del miedo, la pusilanimidad y el encadenamiento a cárceles de parafernalia.
Educamos nuestros espíritus hacia el conservadurismo, hacia el corrosivo pragmatismo de unas mayorías íntimamente desoladas y aburridas. Nos dejamos llevar a precipicios de traición y arraigo... hacia el perecedero instante nacido para florecer en todas y cada una de las estaciones.

Querer ver... comprender que lo más importante que se aprende cuando se gana, es que se puede ganar... aceptar que simplemente tenemos tiempo, un tiempo precioso y prestado... cuya fecha de caducidad puede revelarse en cualquier momento...

¿Qué haríamos si supiesemos que nos quedan unos días de vida, unas horas? ¿Cuáles serían las cosas que nos habría gustado hacer, decir, reconocer...? ¿Cuáles serían nuestros arrepentimientos, las causas de nuestros sollozos? ¿Qué nos habría gustado ser? ¿Con quién nos habría gustado compartir nuestros secretos, nuestros sueños, nuestros anhelos?

Nunca es tarde cuando nos queda el hálito venido de un nuevo segundo regalado... porque vivir de verdad, aunque sea por un sólo instante, es como haber vivido para siempre... ésa es la grandeza de la vida, ésa es la eternidad venida con cada momento... la inocente dádiva, el humilde continuo renacimiento...

Porque no hay decadencia ni muerte para aquél que es capaz de estar preparado para el nuevo amanecer... para quien dejó de querer llegar a ser... para quien a todas partes se dirige sin dirigirse a ninguna...

El regalo ha sido entregado... el camino esparando... y el recorrido... bueno... nos cuentas amigo...

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