Tuesday, February 23, 2010

Edimburgo

El Sol se oculta con rapidez en Edimburgo, es invierno y la niebla cubre los estrechos y múltiples callejones de la ciudad. Las sombras de Burke y Hare emergen en Victoria Street para invitar a tomar un trago a los viandantes que deambulan despistados. Aquellos que aceptan tal muestra de cortesía desconocen que están charlando con dos de los asesinos en serie más temidos de la Historia. Hasta el más valiente se sobresalta con este relato de principios del siglo XIX y otros muchos que se cuentan una y otra vez.

Al grito de «¡quién me entienda, que me siga!» David Casares, un joven español diplomado en Turismo, encabeza un tour cargado de leyendas, enigmas y curiosidades mientras viaja al pasado a través de las calles de Edimburgo. Una ruta que carece de precisión histórica, pero en la que es imposible aburrirse. Se trata del Free Tour, que bajo la marca Sandeman's NewEurope (www.neweuropetours.eu/es/) pone a disposición del visitante guías gratuitos durante todo el año. Los hay de diferentes nacionalidades y los grupos se dividen en función del idioma, lo que facilita la interacción y permite conocer gente. Lo novedoso de esta nueva fórmula de viajar es que carece de reglas, ya que cada uno decide cuándo acaba su recorrido, el coste del mismo y si quiere entrar o no a las atracciones turísticas que encuentra en el camino.

Éste es un tour cargado de leyendas y enigmas mientras viaja al pasado a través de las calles de Edimburgo

Sea cual sea la manera elegida de conocer la capital de Escocia, uno de los primeros altos en el camino debe ser la catedral de Saint Giles en plena Royal Mile. La entrada es libre, eso sí, quién desee hacer fotos tiene que pagar un permiso de dos libras (2,30 euros), aunque no existen advertencias hacia la picaresca española. Próximo a este monumento se encuentra un corazón de adoquines en el que se debe escupir si se desea regresar, de hecho es el único lugar en toda la urbe en el que se permite realizar este gesto. Hasta los más escépticos caen en alguna de estas supersticiones que abundan en Edimburgo, como la de frotar el dedo del pie de la estatua del filósofo David Hume para tener suerte en los estudios.

Espíritu literario

¿Conoce algún escritor escocés? Más de los que piensa. Robert Louis Stevenson (El extraño caso del doctor Jekyll y mister Hyde), Sir Walter Scott (Ivanhoe) y Sir Arthur Conan Doyle (Sherlock Holmes). Merece la pena fisgonear entre los manuscritos del Museo de los Escritores (de acceso gratuito), antes de alcanzar el Castillo de Edimburgo (11,50 euros la entrada). Situado en lo alto de un volcán inactivo, es la joya de la ciudad y en su interior se guarda la Piedra del Destino, sobre la que se coronaba a los reyes escoceses.

Siguiendo con este juego entre la realidad y la leyenda, en esta ciudad se sitúa la escuela original de Harry Potter

Tras soñar con el medievo, Victoria Street se abre como una de las vías más famosas y pintorescas, no sólo por sus tiendas, también por los múltiples colores de sus casas. Desemboca en Grassmarket Square, lugar que en el pasado presenció los castigos públicos más crueles, como el de Maggie Dickson. A principios del siglo XVIII fue acusada de matar a su hijo, hecho por el que sería ahorcada, aunque tras dicho castigo resucitó. En su nombre y en la misma casa donde viviría después hay un pub en el que descansar para tomar una típica pinta (4 euros de media). The Last Drop es otro local que rinde tributo a esta plaza, en el que además de cerveza escocesa dicen que hay un fantasma que vive en sus bodegas.

Siguiendo con este juego entre la realidad y la leyenda, en Edimburgo se sitúa la escuela original de Harry Potter. Un hecho que sólo se constata si se visita The Elephant House, el café en el que J. K Rowling escribió su bestseller y desde el que se atisba un colegio con características similares al Hogwarts.

De ahí a Princes Street, una calle plagada de tiendas y que actúa como frontera entre la Old Town y la New Town. Ésta es otra de las sorpresas de Edimburgo, que es una ciudad compuesta por dos ciudades, resultado de un fuerte aumento de la población. En este límite se encuentra la Scottish National Gallery (acceso gratuito), donde descubrir a los artistas del país, y el Princess Garden, parque que durante siglos fue el vertedero de la ciudad y que hoy es un tranquilo paraje donde relajarse antes de cruzar al otro lado.

Los fantasmas se despiertan

Pasear por la capital de Escocia resulta inquietante, más aún si se hace de noche. En esta ciudad abundan los detalles y cada uno de ellos guarda relación con una historia. Deacon Brodie's Tavern (platos desde 8 euros) es uno de esos sitios en los que no se deja nada al azar. Este pub lleva el nombre del diácono William Brodie, del que se dice que tenía una doble vida: un hombre respetado por el día y líder de una banda de ladrones por la noche, que vivió a finales del siglo XVIII. Una turbulenta biografía en la que se inspiró Robert Louis Stevenson para crear al doctor Jekill y mister Hyde.

Y para recorridos lúgubres, los nocturnos, porque son los que muestran el lado más espeluznante de la urbe

Sólo hay un sitio en el que nunca llueve en Edimburgo: el Real Mary's King's Close (entrada 11 euros aprox.). Un laberinto de calles escondidas bajo tierra en el que vivía la población más humilde de la urbe y en el que se amontonaron los muertos por la peste bubónica (siglo XVII). Y para recorridos lúgubres, los nocturnos, porque muestran el lado más espeluznante de la urbe (Tour de los Fantasmas, 11, 50 euros y pinta gratis), sobre todo si se visitan cementerios como el Old Calton. Los misterios que cuentan sobre este lugar se pueden creer o no, pero lo mejor es aproximarse a Calton Hill y contemplar las vistas bajo la tenue luz de la Luna. Muy cerca de esta colina se sitúa otra denominada Arthur�s Seat, a la que por distancia a pie es conveniente llegar de día y que también es famosa por su panorámica.

Nadie se puede marchar de Escocia sin conocer sus locales de moda. El club Hive (próximo a High Street) es uno de ellos, donde confluyen distintas tribus urbanas unidas por la música, de la cual disfrutan en diversas salas que tiempo atrás fueron criptas. Los cantautores al más puro estilo british llenan los pub de la Royal Mile, como sucede en The Bank. Y la lista continúa, al igual que las historias, los personajes y las leyendas, que enganchan a todo aquel que visita la ciudad y que le obligan a regresar.

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