Saturday, September 18, 2010

Editorial La Gaceta. ZP no existe para Sarkozy. Acaso existe para alguien si no es para los titiriteros, radicales de ultra izquierda, sindicatos y demas ralea?

¿Qué es lo más llamativo de la noticia? Pues que la reunión se celebrará en Barcelona, y que ya se conocían los estériles esfuerzos de la diplomacia española por conseguir la asistencia del mandatario americano. Ni el tema ni la agenda están cerrados, pero podemos imaginarnos lo peor.
 Aunque para nosotros sea difícil de imaginar –porque la presencia de Zapatero en la Moncloa se sufre cada día en los índices de paro–, en los escenarios internacionales nuestro presidente es un ser invisible hasta el punto de que en la Ciudad Condal Sarkozy podría llegar a ser el verdadero anfitrión de Obama, y ZP tendrá suerte si le hacen un hueco en la foto. Primero le ninguneó el mandatario americano cuando Zapatero presidía la UE al no asistir a la cumbre del pasado mes de mayo, y ahora trata de hacerlo el gobernante francés.
En el último rifirrafe europeo, el que estalló a raíz de las expulsiones de gitanos rumanos, se ha escenificado una vez más la insignificancia de nuestro Gobierno en el seno de la Unión, consecuencia lógica de ser un país económicamente intervenido y cuyo presidente ha demostrado una incapacidad total para resolver la crisis y, a la vez, una sumisión absoluta a las medidas que se le imponen desde otros Gobiernos, algo para lo que sólo hace falta una llamada de teléfono. Con estas credenciales, unidas a los grandes hitos de la política internacional del zapaterismo como son los abrazos con dictadores y el chiste de la Alianza de las Civilizaciones, resulta comprensible que ni Sarkozy, ni Merkel, ni Obama, tengan la más mínima consideración hacia el Ejecutivo español.
El presidente se ha ganado la invisibilidad a pulso. Sus discursos vacíos, que a veces parecen elaborados en un patético concurso de los más frikis imitadores de Al Gore –“a tierra no es de nadie, que es del viento”–, se alternan con una muestra permanente de debilidad y falta de criterio, que es algo así como un cartel de “písame” dentro de la escena internacional. Y claro, nos pisan. Ni siquiera hace falta ser una potencia mediana para desairar a España. También lo hacen Marruecos y Argelia (otro gran éxito de Moratinos: conseguir por vez primera llevarse mal con los dos polos de la política en el Magreb). En realidad ni siquiera es necesario ser un país, que hasta las asociaciones terroristas (ETA o la franquicia magrebí de Al Qaeda ) se muestran envalentonadas y ambiciosas, a sabiendas de que es el momento ideal para extorsionar a España. Con ese panorama, hasta los órdagos de Sarkozy se contemplan con cierta envidia desde este lado de los Pirineos, como ha ocurrido con el affaire de los gitanos. Se podrán criticar sus posiciones, pero nadie es capaz de negar su peso específico dentro de ese club que tiene voz y voto en la política mundial. De hecho, quien ha ganado el pulso con la UE, demostrando su personalidad, ha sido el presidente francés, dispuesto incluso a practicar la política de la “silla vacía” como De Gaulle. Sarkozy ha tenido la habilidad de jugar esa baza, sabiendo que muchos de los 27 le respaldarían porque no les hace ninguna gracia que Bruselas se entrometa en su política de inmigración. Nada que ver con la inanidad de Zapatero. Al tratar de ignorarle ante la cita barcelonesa, Sarkozy se comporta con la lógica de la diplomacia, que exige no contar con quienes no cuentan.  

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