-Los hombres son todos polvo y ceniza.
-Cuando el hombre termina, entonces está comenzando. Cuando se detiene, queda desconcertado.
-Hijo, tus favores no los acompañes de reproches, ni tus obsequios de palabras amargas. ¿Es que el rocío no templa el hardor del sol?
-Acuérdate de los tiempos de penuria en los días de abundancia, de la pobreza y miseria en los días de riqueza.
-No te empobrezcas banqueteando con dinero prestado cuando nada queda en tu bolsa.
-El obrero bebedor nunca se hará rico.
-El hombre sabio callará hasta el momento oportuno.
-Hay éxitos que el hombre encuentra en el infortunio y hay hallazgos imprevistos que se truecan en daño.
-El duelo por un muerto dura siete días pero el del necio y el malvado todos los días de su vida.
-El maderamen bien ajustado de una edificación no es desencajado por un terremoto, así el corazón
resuelto tras madura reflexión no vacila en ningún momento.
-La rica experiencia es la corana del anciano.
-Dichoso el marido de una mujer buena.
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