“El guerrero que ha logrado la verdadera renuncia está completamente desnudo y en carne viva, sin piel ni tejido. Ha renunciado a ponerse una nueva armadura o dejarse crecer una piel gruesa, por lo que su hueso y entrañas están expuestos al mundo. No tiene espacio ni deseo de manipular situaciones. Es capaz de ser, sin temor alguno, lo que es. En este punto, habiendo renunciado por completo a su propia comodidad e intimidad, paradójicamente, el guerrero se encuentra más solo. Es como una isla, sentado solo en medio de un lago. Ocasionalmente, los transbordadores y los viajeros van y vienen entre la costa y la isla, pero toda esa actividad solo expresa la mayor soledad o la soledad de la isla. Aunque la vida del guerrero está dedicada a ayudar a los demás, se da cuenta de que nunca podrá compartir completamente su experiencia con los demás. La plenitud de su experiencia es suya, y debe vivir con su propia verdad. Sí, está cada vez más enamorado del mundo. Esa combinación de historia de amor y soledad es lo que le permite al guerrero acercarse constantemente para ayudar a los demás. Al renunciar a su mundo privado, el guerrero descubre un universo mayor y un corazón roto cada vez más pleno. Eso no es algo por lo que sentirse mal, es motivo de regocijo. Es entrar en el mundo del guerrero.”
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