Wednesday, July 11, 2018

Pastores del Pirineo de Severino Pallaruelo. Frases III

-Santa Cilia de Jaca es el gran núcleo central de las cabañeras occidentales. Allí confluyen los ganados de Ansó, Hecho, y Aragüés. Desde Santa Cecilia parten dos rutas principales. Una, más oriental, atraviesa algunos pueblos y muchas pardinas: Lardiés, Alastruey, Arbués, Paternoy, Bergosal, Lagé, Visús, Santa María, Murillo, Ardisa,  y valle bajo del Gállego, donde invernaban algunos rebaños.
La otra más oriental, va por Santa Cruz de la Serós, pardina de Altasorbe, Anzánigo, Ayerbe.
-En otoño, cuando van a dejar los puertos, las ovejas también parecen notar que han de marchar, que ya no se puede seguir en aquellas alturas. Jorge Puyó , atento observador de su rebaño escribía: "En esta mañana serena de mediados de noviembre, no hay una sola nube en el cielo ansotano del valle de Zuriza. Soledad, mucha soledad. Una casa-cuartel, con sus correspondientes carabineros o guardias civiles de fronteras y, en sus alrededores, un rebaño de ganado que pasta, algo inquieto ya, esperando la presencia y la voz de su amo, para ponerse súbitamente firmes, a toda marcha hacia él. Esta actitud aleccionadora y sabia de nuestras ovejas nos dice que ya no debían estar aquí, porque el corderillo crece en el vientre, y necesitan más pastos para su desarrollo. Y tiene razón. Pero nuestro ganado ignora lo que nosotros sabemos. Y es que en la Ribera, en la tierra de invernada, no hay hierba viva alguna, ni agua en las balsas. Ésta es la causa fundamental de nuestra tardanza.
 Pero nos vamos... nos vamos porque aquí no se puede estar ya. A una llamada, ocupando en su totalidad el estrecho camino que nos conduce a Ansó. No se queda ni una sola cabeza atrás; solamente yo, en las últimas, vuelvo la cara unos minutos para decirle a Zuriza y su dilatado e incomparable valle: ahí te quedas, muda y solitaria, para unos meses, llevándonos en nuestros ganados tus frutos generosos, transformados en lana, carne y sebo.
-Una fresca mañana de noviembre, con las caballerías cargadas, las esquilas reparadas y bien sujetas, la guía en el bolsillo del mayoral y una mezcla de emociones, inquietud, tristeza en los que se van y en los que se quedan, el rebaño emprende la marcha entre los ladridos de los perros, el ruido de las esquilas, los gritos de despedida, las voces con las últimas recomendaciones y las órdenes del mayoral.
-Encabezando el rebaño iban los chotos que lo guiaban con sus enormes esquilas.

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