Sunday, July 25, 2010

El Club de los tiranos del siglo XXI

¿Qué tienen en común Kim Jong-Il, Robert Mugabe, Mahmud Ahmadineyad y Raúl Castro? Pertenecen al club de los tiranos del siglo XXI. Y son socios de pleno derecho, por sus atrocidades, sus torturas y sus sistemáticas violaciones de los derechos humanos.

Según la revista Foreign Policy, actualmente en el mundo existen al menos 40 dictadores, y aproximadamente 1.900 millones de personas viven bajo la opresión de los considerados 23 autócratas más sanguinarios del mundo. En esta clasificación, ocupan el top ten de los tiranos: Kim Jong Il (Corea del Norte), Robert Mugabe (Zimbabwe), Than Shwe (Birmania), Omar Hassan Al-Bashir (Sudán), Gurbanguly Berdimuhamedov (Turkmenistan), Isaias Afwerki (Eritrea), Islam Karimov (Uzbekistán), Mahmud Ahmadineyad (Irán), Meles Zenawi (Etiopía) y Hu Jintao (China).

Freedom House denuncia que tan sólo el 60% de los países del mundo son democráticos, es decir, casi la mitad del planeta está sometida a la arbitrariedad y la iniquidad de estos déspotas. El elemento común que define a estos gobiernos es el “empleo de todo el sistema y aparatos del Estado para perpetuarse en el poder y reprimir a la población y a la oposición”, señala la directora de la edición española de Foreign Policy, Cristina Manzano. La perpetuación en el poder es la aspiración de cualquier dictador. Para ello, los sistemas de ejecución son diversos, desde reformas constitucionales hasta procedimientos más draconianos, como la violencia y las exterminaciones. En el lado de las ejecuciones sutiles, nos encontramos con el escuadrón bolivariano formado por Hugo Chávez, Evo Morales, Raúl Castro y Rafael Correa. Venezuela, Bolivia, Cuba y Ecuador tienen la particularidad de estar regidos por constituciones fluctuantes, que cambian en función de los intereses particulares de sus dirigentes.

África alberga una gran reserva de tiranos. Desde la independencia conseguida por los países africanos tras la Segunda Guerra Mundial, las dictaduras y los golpes de Estado han regido el devenir de todo un continente. “Una explicación es que las reglas coloniales destruyeron cualquier tradición democrática que existió antes de la imposiciones europeas. Y otra es la crisis de identidad de muchos Estados, ya que los militares eran la única institución centralizada y organizada capaz de imponer su propio orden social”, explica a LA GACETA Oladiran Bello, experto de FRIDE en relaciones UE-África.

“Algunos de estos tiranos convierten sus dictaduras en sistemas sucesorios”, apunta Manzano. Es el caso de Muammar Gaddafi. El líder libio está preparando el terreno para que el segundo de sus hijos varones, Saif el Islam, le suceda. El significado de su nombre, Espada del Islam, parece ser el preludio de la herencia cercenadora de su padre. Otro caso es el de Teodorin Nguema Obiang, sucesor natural de su padre Teodoro Obiang. Su fortuna es el símbolo preclaro de la injusticia social del país. Muchos de estos autócratas han creado algo parecido a un sistema legal, quedando bajo el abrigo de la comunidad internacional. Esta impunidad, dice Amnistía Internacional, supone un obstáculo “si aspiramos a que rindan cuentas”.

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