Tuesday, July 6, 2010

Escritos imposibles desde el abrazo del Exilio

¡Esa tristeza! Esa tristeza tan pecualiar, aquélla que hace que veas el mundo tal como es, que derrite las máscaras y excomulga las mentiras... es ese tipo de tristeza que sana lo vulgar porque lo reta... que desconcierta porque es a un tiempo tan sencilla y tan sofisticada, tan dulce y tan sincera...
Es la llave que conduce a la Eternidad porque te enseña que sólo cuenta una tragedia, y no la de la Muerte. Esa tragedia esculpida en piedra en algún lugar reservado sólo para quienes quieren ver, que reza: "Siempre estarás solo"
Y aun cuando te rodees de otros, de cosas, de multitud de deliciosas cosas, la soledad te abrazara y te arropará, te mimará como una madre con su recién nacido, y cuando la ceremonia llegue a su fin, -la ceremonia que te dirá quién eres-, ya no te sentirás solo en el mismísimo centro de la soledad. ¡Extraordinaria contradicción! ¡Bendita contradicción, más bien. ¿Acaso es posible no sentirse solo amando la soledad, estando hecho de soledad?
Lo finito sabe a engañifa. Lo infinito aparece ajado y arrumbado. ¡Grandes tributos a lo inmediato y exilios para los protagonistas de una representación tan incómoda. Tu título, Eternidad. Tiemmpo de proyección: Después. Sólo que ahora, sólo cuenta el ahora.

* * *

Cultivaste tu momento con dolor y sufrimiento, pero ese momento llegará y, con él, la Felicidad, la verdadera, no la patética colección de fingidas felicidades que inventan las marionetas para teñir de color su aquí y ahora.
¡Bendito peregrino! ¡Camina pues con tu tristeza! Flota apacible entre la morralla. Bien sabes que es sólo aquí y ahora. Tú ya perteneces a otra raza. Ya no eres como los demás. Cualquier dolor es soportable. ¡Cualquier dificultad es poca!
Estás preparado. Probablemente, quede menos de lo que te imaginas. Y el final para ti no será sino el Principio. Y la Decadencia, Renacimiento. Porque tu mirada y tu alma al fin pertencen a ese exilio llamado Eternadidad.


* * *
ENSAYO. DE LA HIPOCRESÍA.

Como ese aire que no es sino hedor...
Como esa sustancia que no es sino veneno...
Como esa luz que no es sino tiniebla...
así es la hipocresía... una y un millón de veces falsa por toda la Eternidad.

Su cultivo, sencillo: basta con sonreír. Basta con ponerte una máscara teñida de mentira y... por arte de sortilegio: ¡Ahí está! Todo parece lo contrario de lo que es, de lo que siempre ha tenido que ser, de lo que sólo debe ser.
Miro el Cielo, y busco la luz de unas estrellas que sé presentes pero ocultas por mil tormentas a punto de extender sus mantos. Sostengo la mirada, absorviendo hasta mis entrañas una brisa pura recién venida de algún paraíso aún yermo de patéticas excusas...

Un suspiro quiebra mi calmado espíritu porque, una vez más, el sentido reina entre la locura, la luz conquista las tinieblas, la nieve corona los sueños... por un solo instante, por una minúscula gota de Tiempo en medio de un Universo infinito...
Tu no eres como los demás porque no estás acostumbrado a la barbarie de la pantomima, y lees entre jeroglíficos de absurdidad. Por eso, un segundo de Tiempo es para ti toda la Eternidad, pque ese segundo viene bañado de Verdad, tu Verdad.
Duele, duele como el abando de lo que sabes no vas a volver a sentir del mismo modo pero... al mismo tiempo, ese dolor te indica que no estás muerto como todos los demás, que tu camino no es guiado por los hilos que otros mueven... ese dolor no es pena, sino sanación.
Y las nubes, empujadas por el aliento de los Dioses, se dirigen a bañar desérticos vergeles. Y las estrellas comienzan a brillar como nunca antes lo hicieron, y a bailar... y a cantar...

Se hace el silencio. Los Cielos en representación. Tú con los brazos abiertos deseoso de fundirte con ellos porque quizá ya estás preparado, porque cultivaste la Libertad. Nada dejas, y todos te esperan.
¡Bendita existencia! Cuando creíste arribar al Principio, comprendes que todavía no es tu estación. Un mensaje te ha sido revelado: deberás continuar, deberás vestir trajes de Soledad y comer manjares de incomprensión. Pero lo harás, porque quisiste abrir los ojos y jamás formarás parte del rebaño.
¡Sí! Vagarás y flotarás, sin un hogar, sin una patria, sin más ambición que la de tus sueños. Porque lo que tú quieres, nadie te lo puede ofrecer, al menos en este lugar... por eso, entre tanta tiniebla, comienzas a sonreír bañado de silencio, seguro de que cada paso te aleja de las sombras para estar más cerca del Arco Iris.

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