Tuesday, June 24, 2008

ENSAYOS GABRIEL PUYÓ. Dudas y contradicción. De la ambición.

DUDAS Y CONTRADICCIONES.
Dudo, luego existo. Me contradigo, luego soy. Dudas... contradicciones, fuente de sabiduría.
Desde la duda, nada está claro. Todo queda rodeado por un halo que distorsiona, difumina... Nos sentimos desorientados, perdidos... No sabemos adónde ir, qué hacer... Parecemos tristes sombras ante hechos consumados que nos parecen ciertos y consecuentes. Porque en el reino de la contradicción, nos infravaloramos, nos vejamos porque somos menos y el resto, más. En la comparación, siempre salimos perdiendo. Los demás siempre tienen los boletos ganadores.
La duda es exigencia, es superación. La contradicción es hermana de la duda. Porque en la duda nos contradecimos, y al contradecirnos, dudamos. La una para la otra. La otra para la una. Hermanas pero enemigas. Cómplices y maestras.
En ocasiones, quisiera no dudar porque ya lo sabría todo. Pero saberlo todo no es posible, por lo que la seguridad es una engañifa y la duda la senda adecuada. Querría pero no es posible. Tengo lo que dudo y añoro lo que jamás tendré. Pero la imposibilidad es indicio de victoria. Imposibilidad y sabiduría. Posibilidad e ignorancia. ¡Todo tiene sentido en el sinsentido de la duda!
Si me contradigo crezco porque me hace dudar y, al dudar, pienso y, si dudo mi espíritu se fortalece. Cuando mi alma sea fuerte en la duda, el reino de la contradicción será mi cómplice y por fin aprenderé que nada es lo que parece y que la apariencia siempre es un baile de máscaras en el que nunca están los que son.
Quiero seguir dudando por los tiempos de los tiempos, porque si es así, seré menos ignorante, y la lacra de la soberbia no me mutilará. Si me contradigo, los ángeles estarán siempre conmigo y nunca estaré solo.
Cuidáos de aquéllos que se creen en posesión de la verdad porque de ellos es el reino de la ignorancia. Y la ignorancia es la auténtica lacra de la humanidad, fuente de todos los males e ignominias. Cuidáos de aquéllos que espetan: -"Dicen que soy malo porque digo las verdades"- porque son hienas sin escrúpulos que portan disfraces de integridad cuando son miserables y ruines.
Cuidáos en definitiva de quienes jamás dudan ni admiten contradicción alguna porque sus almas están vacías y no hay peor hombre que comete iniquidades sin saber que las comete. Porque en la duda es posible que antes de actuar se pregunte tan solo una vez si realmente está actuando correctamente.
Dudo pues soy. Me contradigo, pues pienso. Estoy perdido, pues respiro.
Me imagino errando infinitamente dudando de si lo que veo es, de si lo que soy será o nunca fue. Miro a mi alrededor y no sé si sueño o estoy despierto. Si es de día o de noche. Sin embargo, una sonrisa inunda mi rostro. Porque... ¿ sonrío por saber que no sé nada o porque jamás llegaré a saber que no sé nada?
Pero, ¿he de dudar? ¡Quizás!
DE LA VOCACIÓN.
Vocación: bonita palabra. Sin embargo, se podría decir que se trata de un concepto maldito. Maldito porque la humanidad no encuentra el modo de hacer que su significado se convierta en realidad. No logra una consecuencia entre la palabra y los hechos. Porque... ¿quién trabaja por vocación?
No nos circunscribamos al aspecto laboral: ¿quién ama con vocación? ¿quién siente con vocación?
Las respuestas a estas preguntas son desoladoras. Lo cierto es que casi nadie tiene un trabajo vocacional, casi nadie posee esa relación que le llena de un modo absoluto, sin medias tintas. Porque os habéis de dar cuenta de que los términos felicidad, amor... son absolutos. No se puede ser feliz un poco, o amar un poco. Implícitamente, el Amor es absoluto y la Felicidad también, y quien no ama de ese modo, ese sentimiento no es amor o felicidad.
Suele decirse que los hombres nos engañamos para creernos felices y estoy absolutamente de acuerdo. Nos engatusamos diciendo con la boca grande lo bien que lo hemos pasado, lo maravillosa que ha sido la jornada, o lo a gusto que hemos estado haciendo nuestro trabajo o cualquier otra actividad... la increíble suerte que tenemos por estar con nuestra pareja... Al fin y al cabo, y por todos los medios, queremos pintar nuestra existencia de colores agradables para disimular la gama de grises y negros que lo cubre todo. Pero somos pertinaces, nos obcecamos en el engaño, en la mentira y cada día seguimos interpretando una representación que tiene visos más de tragedia que de comedia.
En definitiva, se trata de nuestras vidas y somos tan pusilánimes y cobardes que preferimos no hacer nada a actuar, a rebelarnos, a huir de la mediocridad de la vulgaridad.
¿Acaso hay algo más triste que acudir todos los días a un trabajo que detestamos? ¿Hay algo más cáustico que estar con una persona sin sentir en términos absolutos? ¿Qué especie de marionetas estamos hechos? ¡Es verdaderamente desalentador, patético!
No creo que haya que irse muy lejos para corroborar estas palabras. Con tan solo mirar a nuestro alrededor, se obtiene una comprobación: parejas que no saben qué decirse, paseantes con miradas tristes y taciturnas, trabajadores esperando el autobús con una expresión de infinita amargura... ¡Infelicidad!
Como en todo problema, hay que intentar encontrar las causas del mismo y así poder solucionarlo e intentar que no vuelva a repetirse. A mi humilde entender, varias dos son las causas de este sin vivir: una falta absoluta de instrospección interior y el encadenamiento a obligaciones vulgares. Vayamos por partes:
-AUSENCIA DE INTROSPECCIÓN INTERIOR. Sólo a través del conocimiento podemos llegar a saber qué es lo que queremos. Si no nos dedicamos un tiempo a nosotros mismos, jamás podremos llegar a conocernos. Conociéndonos, sabemos cuáles son nuestros deseos, nuestros anhelos, nuestros gustos... nuestra vocación, aquello para lo que hemos nacido cuyo ejercicio nunca es obligación, sino placer.
De la carencia de este afán investigativo, deriva nuestra ignorancia para saber qué es lo que nos puede llenar, hacia dónde deberíamos dirigir nuestros pasos... Y nuestra vida, que debería ser una lucha por la consecución de nuestra felicidad desde el conocimiento de nosotros mismos, se convierte en una mentira, en la que los hombres más que vivir, nos arrastramos en el lodazal de la vulgaridad.
Consecuencias de esta carencia de meditación son entre otras: apología de la inmediatez, ignorancia supina e infelicidad.
-ENCADENAMIENTO A OBLIGACIONES VULGARES. Esta causa es una consecuencia de la anterior. Deriva de ella. Al no saber qué es lo que queremos, no conocer nuestra vocación, no podemos luchar por conseguir nuestros sueños, aquellas ilusiones que nos harían llegar al reino de la Felicidad.
Pues bien, como no tenemos por lo que luchar, desconociendo lo que queremos, llegamos a saber lo que no queremos, lo cual es durísimo, pues nos hace muy desgraciados.
Ante esta situación, con un amor desconocido, un trabajo no vocacional (pues no sabemos nuestra vocación), nos encontramos en un mundo, en la mejor de las suposiciones, con una ocupación que detestamos, una pareja que no nos hace feliz, y una vida llena ignorancia... ignorancia de no conocer el camino para llegar a ser un día feliz.
Y ocurre que como somos tan desgraciados, buscamos "placeres" que mengüen nuestra desdicha. Esos "placeres" pertenecen siempre al mundo de lo inmediato: un coche, una casa, un apartamento... Y con ellos, las cadenas. Nos encadenamos a lo inmediato porque hemos sido lo suficientemente mediocres para no dedicarnos un tiempo, para no intentar llegar a nuestros propios espíritus. Y esas cadenas, hacen que ya no seamos libres. Porque hay que trabajar para pagar el coche o la hipoteca, porque hay que seguir con tu pareja porque tenemos dos hijos y qué diría la gente. Es decir: hay que trabajar amargado, hay que vivir con alguien sin amor, hay que continuar un suplicio que no es vida sino tortura. Pero una tortura que nos la hemos labrado a conciencia y tenemos lo que nos merecemos. Después, ya no hay salida y nuestro paso por la vida, no puede calificarse sino de patético.
Por todo ello, en este ensayo, quería mirar al cielo en este atardecer de octubre, embargado por el rosícler de las nubes y hacer una promesa: que jamás caeré en la mediocridad y patetismo de los hombres derivada de una ignorancia alimentada de cobardía y pusilanimidad, que seguiré soportando el lacerante dolor del pensamiento porque estoy convencido de que por cada momento que pasa, he recorrido un pequeño trecho hacia el conocimiento de mí mismo y de la humanidad...
Saboreando la exquisita belleza de este atardecer, acompañado por una suave melodía, siento que voy por buen camino y de lo que estoy absolutamente orgulloso es de que soy libre, enteramente libre... Y lo más importante es que jamás me dejaré encadenar por nada que no sea el Amor o la Vocación con mayúsculas.

DE LA AMBICIÓN.
Nunca dejamos de ambicionar más y más. Cuanto más tenemos, más y más deseamos. Tan pronto poseemos eso tan anhelado, tan deseado... nos cansamos de ello, ya no nos produce las mismas sensaciones, las mismas satisfacciones. ¿Cómo es esto posible? ¿Qué clase de criaturas estamos hechos?
Son muchas las evidencias que, con tan solo mirar a nuestro alrededor, ratificarían estas palabras. Lo cierto es que todo tiene un sentido y me gustaría saber cuál es el que explica esta cualidad humana. Porque por la ambición, somos esclavos y siempre lo seremos... porque por la ambición, nunca podremos dormir tranquilos... Es como un veneno que recorre nuestras venas y nunca nos deja en paz... es como una droga de la que, conforme más consumimos, más la necesitamos.
En la ambición, nada es lo que parece. Todo queda distorsionado por ansias febriles... En la ambición, nuestra alma mantiene una lucha eterna para acabar perdiendo casi siempre.
La ambición nos encamina hacia lo exterior, hacia lo inmediato. Queremos más ahora y no luego. Ansiamos más ya, y no después. La ambición sólo trae grilletes enmascarados en dulcísimos manjares. Pero, todo ello pertenece al reino de lo inmediato... y en la inmediatez, sólo cabe una palabra: futilidad.
Y mientras dedicamos nuestros esfuerzos a la consecución de absurdidades, dejamos de cimentar los pilares que, una vez construidos, jamás se derrumban. Son los pilares de la eternidad, los pilares de los valores eternos, inmutables, imperecederos, absolutos... Y por cada momento que dedicamos a lo inmediato, es un tiempo que dejamos de crecer... y nos hacemos más grandes por fuera pero inmensamente pequeños por dentro... Y llegamos a ser jarrones muy ostentosos, con decoraciones magníficas pero nuestro interior está vacío, dolorosamente vacío.
Más y más. Y otros menos y menos. Desigualdad e injusticia... Desencanto y arbitrariedad. Porque el cultivo y práctica de la ambición, derivan en la consecución de cadenas de impureza que van ahogando nuestras almas... Y poco a poco, nos vamos alejando de lo Eterno y acercando más a la iniquidad. No nos interesan ni el dulce canto de un pajarillo, ni el abrasador goce de un amanecer, ni la caricia más sensual... porque hemos elegido un camino... el de la ambición. Y es tan estrecho, que sólo cabe en su senda una persona, y debemos hacer todo lo posible para que ésa seamos nosotros... Y al final, después de tanto esfuerzo, de tanta desesperación, nos encontramos rodeados de una inmensidad de oropeles... pero absolutamente solos, y en la más absoluta de las soledades, cuando ya es demasiado tarde, nos preguntamos si realmente ha merecido la pena...

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