Wednesday, September 5, 2018

Notas de la vida de un pastor de Jorge Puyó Navarro. Frases VIII

-Se abren las puertas de par en par y el rebaño sale en masa, en actitud incontenible. Fuera, en la "facena" (pradera), hemos juntado todos los rebaños y se miran y se huelen y se llaman con extrañeza, la cría sobre todo. Pero las madres, más tranquilas y comprensivas, se dan cuenta de que son todas de la misma familia, y apenas contestan. Pero hay, desde luego, alegría general.
-Agrupado todo el ganado ante la paridera, el mayoral vuelve al corral para darse una vuelta, sin dejar rincón sin mirar, y se siente algo conmovido, impresionado, al recordar que no salen todas las ovejas que en  diciembre entraron, también de los sinsabores sufridos durante el largo invierno y otras vicisitudes propias de nuestra nada envidiable profesión. Pero el ganado está ya en plan de marcha, y olvidando lo que nunca se puede tener presente  en todo momento, hay general satisfacción.
-Decimos esto, porque los corderos, en masa, triscan alegres y revoltosos por delante y enrededor de toda la cabaña, y hasta algunas ovejas, las que no crían, les quieren acompañar. Los perros "semisos", nuestros fieles compañeros, que saben de estas cosas tanto como nosotros, y por lo tanto disfrutan de la misma alegría, a petición nuestra, ladran y el ganado se pone todo en marcha. En este momento, con el "dolón, dolón" de las grandes esquilas puestas al cuello de los "chotos" se inicia el regreso a nuestra tierra, que ha costado ocho, diez, doce días de largas jornadas.
-Se trata de un viaje plagado de vicisitudes y de contratiempos de todo orden. Temporales tormentosos, poniendo en peligro nuestros ganados por falta de retiros, unas veces; cansancio, hambre y sed, otras; voces malsonantes, que con frecuencia se escuchan del individuo que sale a nuestro paso en actitud poco correcta, etc.
-Antes de continuar la marcha hacia el puerto, descansamos un par de días en los montes bajos, y queremos hacer el acostumbrado recuento entre las que salieron y las que llegaron. ¿Muchas bajas? ¿Pocos corderos? ¿Podemos hablar ya de año bueno o año malo?...
Desde luego, suben seres nuevos, pero no vuelven, ni mucho menos, todos los que bajaron.
¡Qué pena! Unas quedaron en la ribera, depauperadas por el hambre: otras aniquiladas por el frío; éstas, muertas por motivos microbianos; aquéllas, víctimas de partos prematuros... El pastor, ante este cúmulo de recuerdos, va cabizbajo, retrospectivo, meditabundo... soltánsosele de vez en cuando algo que rueda por sus mejillas. Cunde un poco el pesimismo...
¡Pero qué le vamos a hacer! Si echamos la vista atrás, siempre verá el que lea notas tristes, reflejadas en la prensa diaria; y viceversa, acusadas en las notas de sociedad.
Es ésa la vida. La vida de ayer, como la de hoy y como la de mañana, siempre aleccionadora, que nos debe servir de base y orientación para andar con paso firme por su camino, con optimismo o sin él.

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